La isla de los placeres mortales (Enter the Dame) En 120.000 palabras cap. 4 y 5 5

(Cap. 4°: “Spintria”, la isla de los placeres sádicos-Renovados)

-Mi putada ahora será en privado para Karl, le dijo la sueca a la vez que estrechaba el talle de la latina, compartiré roles con Kim, para esta noche no me esperes “Mi mamita”, acto seguido la besó apasionadamente en la boca.


En el anillo el turno le correspondía a la combatiente alemana mejor dicho la ejecutora alemana, que se enfrentaba a una delgada indoeuropea que estaba sentenciada al “castigo” por una rebuscada y dudosa falta, recibiendo los fuertes golpes que Elke le propinaba en cada oportunidad que podía alcanzarla con los puños, mientras la infeliz trataba de de escabullirse a la vez que se esforzaba inútilmente en igualar las acciones.
En aquellos momentos Ebba y Paula se despreocuparon de lo que pasaba en el anillo, estando más interesadas en sus arrumacos, acariciándose y besándose a vista y presencia de los demás que ignoraban los impulsos amorosos de las dos muchachas, pues estaban más motivados por lo que sucedía en la arena, lo cual eran mucho más atractivo para los intereses de estos.
Ya habiendo terminado el tiempo en que “La hiena nazi” le concede ciertas licencias a las ratas, creándoles expectativas de una lucha pareja con probabilidades de triunfo, entonces recién empiezan a aparecer sus verdaderas intenciones cuando ha conseguido acabar con las energías de su antagonista, y el efecto de las drogas que le suministraron empieza a disminuir luego de extenuados minutos, quedando Elke en total control sobre su inexperta y débil rival, sometiéndola fácilmente en variadas e inspiradas maneras, las que sabe bien acompañar con desvergonzadas manifestaciones, para luego, reiniciar el castigo a placer, todas las veces que pueda, antes que la condenada mujer sucumba.
En tanto las drogas ya no le ayudan a resistir el cansancio a la pobre infeliz, pero sí consiguen aun bloquear el dolor, con lo cual no corre el riesgo de que esta claudique antes del tiempo que Elke necesitará para enardecer y encender el ánimo de los asistentes, quienes la animan a seguir con su tarea de la manera acostumbrada cuando la presentación llega a su punto culminante con gritos y sugerentes requerimientos, mientras la “hiena” se complace a más no poder asfixiando a su víctima, presionándole salvajemente el cuello entre el dorado caño y su duro abdomen.
-Disfruta de esta magnífica exhibición, Dae y Elke son buenas en esto, cada una con su particular estilo, las que estoy segura que te gustará, además que todo esto te resultará muy ilustrativos le expresó la rubia a Paula a modo de despedida.
-¿Por qué tan rápida esta despedida le dijo Paula.
-Bueno si deseas, me acompañas camino a la villa de Karl para, tú ya sabes, el jueguito que recrearemos con Kim esta noche, le contestó alegremente la sueca.
-Me parece muy bien dijo Paula, aceptando la propuesta, y cruzando ambos brazos por la espalda una a la otra, tomándose muy juntas por la cintura, se encaminaron fuera del salón.
El acceso a la residencia de Karl estaba separado del salón por un despejado jardín, de unos veinte metros, que cruzaron a poco andar, el que las apasionadas amantes se esforzaron en distanciar más con lentos pasos vacilantes. El eunuco guardia, al ver que se aproximaban las mujeres, comunicó por citofono interno la presencia de la escandinava, a quien ya los anfitriones aguardaban, escuchándose luego algunos sonidos metálicos inentendibles del otro lado del artefacto como mera respuesta, los que el africano interpretó perfectamente como la aprobación del ingreso de Ebba al exclusivo recinto.
Paula se despidió con el juego de “La nena y su mamita”:
-Muy bien mi bebita, pórtate bien, se buena chica, la rubia le respondió de igual forma siguiéndole el inocente juego, modulando como una bebita:
Me vas a dar un premio si me porto bien mamita.
-Así será mi princesita.
-Bésame mamita linda.
-Oh si, si, ¡Si mi bebita preciosa!
La despedida fue breve pero muy ardiente, interrumpida por el sonar de un reloj que anunciaba ya la medianoche, en ese momento la morena terminó de acariciarla y besarle el cuello con pasión a Ebba, para luego retirarse.
Paula regresó al salón de los eventos, en donde Elke “La hiena nazi” ya había dado cuenta de la desafortunada infeliz escogida para su presentación, con las correspondientes felicitaciones por parte de sus protectores y admiradores, los que no ocultaban el lujurioso deseo de poseer a la malvada mujer, más esta exigía de su eventual pareja un “Menaje a trois” con una tercera persona más, sea hombre o mujer, daba igual, pues solo la usaría para victimizarla durante sus juegos, estimulando de esta manera aun más su insaciable libido, quedando preparada con más ánimo para complacer a su ocasional amante.
En medio del anillo estaba Dae tratando de enfrentar a una gorda y fofa mujer del tipo centroamericano que se negaba a participar, por lo que la coreana ordeno que las ayudantes la ataran al pasamano, para evitar que pudiera huir, prometiendo seguir de todas maneras con el espectáculo, pidiendo un látigo largo del tipo “Serpiente negra”, con el que empezó a juguetear, dándole suaves flagelos a la obesa mujer, los que fue incrementando en rigor. La rutina era simple, aparentemente sin cambios, solo que el castigo terminaba cuando Dae estuviera totalmente complacida y hasta hoy no se sabía de ninguna ocasión en que esto haya sucedido, y una vez animada podía seguir golpeando cada vez con mayor entusiasmo, incluso cuando su víctima quedara inconsciente, o ya hubiese expirado.
Uno de los presentes se acercó a Paula, para invitarla a participar con Elke en un juego de a tres, donde sin lugar a dudas la tercera persona, en este caso Paula debería ser inmolada.
-Sospecho que te confundes conmigo, lo reprendió Paula, a no ser que “La Hiena nazi” quiera aceptar el rol pasivo, para que la someta de la manera que yo más disfruto, lo cual dificulto que ella consienta, al menos por lo que demostró hace algunos momentos, ¿no sé si me entiendes?, debes saber que si bien soy nueva en este ambiente, no estoy aquí para ser castigada y luego ser desechada como un envoltorio que ya no se pueda usar, has de saber que vengo a demostrar mis habilidades como una “Gata”, tu propuesta me ofende, ¿Acaso no ves lo que tengo?.
Una vez que hubo terminada su aclaración Paula, el varón se disculpó largamente por el error que cometió, como lo hiso también la morena bajando luego el tono con que se expresó inicialmente, manifestándole a modo de excusa que desafortunadamente tenía concertado un compromiso en algunos minutos más, no indicándole para nada que servicio prestaría para esta ocasión, sabiendo que los invitados que quedaban en el salón, además del torpe varón eran tres o cuatro, por lo que sería sencillo averiguar quién o quiénes eran los afortunados, excusa que le sirvió a Paula para mantener las buenas relaciones. Una vez que hubo aclarado la situación, esta dio media vuelta y se retiró a su habitación.
Paula estaba ya dormida cuando oyó afuera unos ruidos en el corredor, al parecer de carreras y seguimientos, luego la voz inconfundible de Ebba, por lo que se asomó a la puerta para abrirla, no terminaba de hacerlo cuando miró por el borde de esta como Ebba tomaba por el cabello a una muchacha del tipo asiático, físicamente mucho más disminuida, a la que zarandeaba mientras la increpaba:
-Porque huyes, no seas tan cobarde debes de enfrentar la contienda, te perdonaré por ahora solo porque nuestra señora Kim está aguardándote, y no le gustará que sea yo quien castigue a su rival, ahora andando cobarde gallina, levantándola casi en vilo y arrojándola hasta el moreno Lothar quien la acompañaba en la persecución, el que la tomo del talle cargándola a un costado para acto seguido dirigirse ambos a la entrada de la residencia de donde presumiblemente había huido la asustadiza mujer.
En la entrada bajo el umbral del pórtico de acceso estaba soberbiamente ataviada con un breve y ceñido traje de gladiadora la misteriosa Kim, que le ordenó al obediente Lothar que llevara a la chica fugitiva hasta el interior de la residencia, y que ella ya los alcanzaría.
Paula suponiendo casi con certeza los sucesos que ocurrían dentro la residencia y como aún no había conseguido caer en los brazos de Morfeo, retornó a su lecho cuando ya era pasada la una de la madrugada, pero más pudo la curiosidad de la joven latina, que no se pudo abstraer del bullicio que se filtraba por la ventana de su habitación, la que daba frente al patio de la residencia, por donde se apreciaba solo parte de las escaramuzas que ahí ocurrían, las que no se apreciaban en su totalidad, puesto que entre la ventana de su habitación y el patio de la residencia, se alzaban unos arbustos, que obstruían gran parte de la visión, por lo que no se podía apreciar muy bien quienes estaban en el lugar, estimando al menos en unas seis personas las que se encontraban reunidas en una amplia sala; dos mujeres en el rol de Esclavas “seguramente pensó Paula”, Ebba y Kim sin lugar a dudas como “Las gladiadoras”, además de Karl y al parecer el joven turco Osman, según pudo distinguir la joven latina.
La morena en aquellos momentos miraba como la rubia asiática provocaba a la muchacha de diversos modos para que así la confrontara; Insultándola, empujándola, dándole bofetones y escupiéndola, la muchacha la miraba extrañada y no comprendía las intenciones ni las palabras de la agresiva y atlética mujer, que a juzgar por el acento y con incomprensibles palabras con que trataba de hacerse comprender, parecía venir del este de Europa, muchachas que peligrosamente se aventuraban, entrando en este clase de organizaciones, en busca de mejores sistemas de vida, pero que en este entorno, les serán muy desafortunadas y fatales, por decir lo menos.
La opresiva Kim de manera soberbia se reía a carcajadas por los vanos intentos de la angustiada y desorientada jovenzuela por comprender esta situación, además de protegerse, retrocediendo, mientras la pérfida rubia asiática se aproximaba hacia ella con golpes de pies y rodillas tipo “Muay thai”, que muy poco o nada pudo aguantar la débil mujer por parte de la experta en esta disciplina marcial, por lo que se fue al suelo luego de esta andanada de golpes desapareciendo de la visión de Paula.
Paula desde su posición avistaba solo medio cuerpo de Kim, de su cintura hacia arriba, mientras la agredida desde el suelo recibía el castigo que a punta de pies le propinaba su feroz martirizadora, lo cual la morena suponía por los movimientos que hacía Kim, por el sonido de los golpetazos y de los lloriqueos y gritos de la muchacha.
Mientras el tiempo transcurría, la joven morena que continuaba fisgoneando, pudo comprobar que la única razón a la agresividad de la rubia asiática, era satisfacer las insanas inclinaciones de ella y del grupo que la acompañaba, quienes la azuzaban a proseguir con su proceder mientras se movía en círculos, sin lugar a dudas en torno a quien estaba en el suelo, para poder elegir el mejor ángulo desde donde le pudiera enviar sendos puntapiés, los que alternaba tomándose luego algunos momentos para mirar a la sufrida joven, como valorando la tarea hecha, repitiendo esta rutina en varias ocasiones, hasta que el castigo incesante, produjo que la chica desfalleciera momentáneamente, a juzgar por el silencio que se hiso luego de los últimos golpes.
La arrogante Kim, llevándose sus manos a la cintura cesó en su accionar, y miró hacia atrás, para enterarse si estaban satisfechos quienes observaban su salvaje labor, y sintiéndose bien ponderada, dio media vuelta dirigiéndose primero hasta la nórdica que se encontraba recostada seductoramente sobre una alfombra, rozándole el rostro con sus piernas, esta le retribuyó, cogiéndoselas, acariciándoselas y besándoselas ávidamente.
Mientras tanto Karl se arrimaba al joven y apuesto Osman para manosear sus partes intimas, esto último le resultó desagradable incluso para Paula, que a pesar de su libertina y desenfrenada forma de vida, no soportó la escena, aun cuando ella era bisexual, no toleraba en los hombres este mismo comportamiento, por lo cual se retiró a su alcoba nuevamente, y esta vez sí que se dispuso a dormir en los precisos momentos que un reloj ubicado en las inmediaciones, anunciaba las una y treinta de la madrugada, pensando, en las verdaderas razones por las que llegaban los miembros de esta sociedad hasta aquí, no cabiéndole ahora, duda alguna al respecto.
En los momentos en que el singular grupo, inducidos por supuesto con diversas clases de drogas, se entregaba a sus anómalos placeres, la ardiente asiática empezó a aburrirse de las atenciones que le brindaba la sueca, aun cuando esta las retribuía con otras tantas iguales, sumándole algunos gemidos de placer, aun así, empezó a advertir la necesidad de un aliciente adicional al lubrico manoseo y a los estupefacientes que estaba consumiendo, por lo que se levantó con pereza, andando con aparente desánimo hasta la castigada joven, que se estaba erguiendo con gran dificultad, y agarrándola por el cabello, empezó a descargarle en el rostro violentos golpes de revés y derecha, hasta hacerla sangrar por nariz y boca, luego encrespó los dedos de ambas manos, tomándole la cabeza mientras la oprimía contra un pilar, hundiéndole los pulgares en la cuenca de sus ojos, causando que la muchacha lanzara gritos y aullidos durante todo el tiempo que se tomó en aplastarle los ojos, hasta que se desplomó de dolor, cayendo pesadamente al piso.
Paula solo podía observar a la asiática mirando hacia abajo con disimulada compasión y ternura a la joven, esta tan solo podía suponer el desarrollo de las siguientes maniobras que tomaría la perversa e indolente hembra más adelante, cuando de pronto desapareció totalmente de su visión, arrojándose aparentemente sobre la indefensa infeliz, dejando a la imaginación de Paula, la manera en que acabaría su faena desde el piso, y dada la situación, se trataría de una sofocación por medio de un estrangulamiento, ya sea apretándole el cuello entre sus manos, o una “Headscissor”, esta última se realiza, como sabemos, cogiendo el cuello de la vencida entre las piernas, haciendo una tijera, para después doblar una de ellas en torno al mismo, para iniciar lo que en la jerga de la lucha; es conocida como la letal “figure four“, o figura del cuatro, por la que esta clase de hembras tienen una especial predilección, ya que advierten el enardecimiento de quienes las observan en esta brutal praxis, y por supuesto, el placer que experimentan al sentir por todo su cuerpo los estremecimientos de su víctima, a medida que van comprimiéndole lentamente el cuello, quitándole de la misma forma la vida.
La distancia desde la ventana en que se encontraba Paula, a los jardines del lugar de los sucesos, no era mayor a unos veinte metros, pudiendo escucharse los ahogados gritos agónicos de la martirizada, los que se fueron silenciando hasta transformarse en solo tenues gemidos, mientras era alentada la inhumana asiática por Hermann y los demás participantes a exhibir toda su crueldad.
Toda esta manera de proceder, ya era bien conocida por la latina, por lo que después de algunos momentos, y no habiendo nada novedoso que observar, retornó a su alcoba, para disponerse ahora si a dormir.
Luego de transcurrido unos cinco minutos, Paula que ya se había abstraído de toda la situación y empezaba a conciliar el sueño, cuando de improviso se sobresaltó con los vítores provenientes de sus escandalosos vecinos y no pudiendo reprimir su curiosidad, se levantó dirigiéndose nuevamente a dicha ventana para mirar hacia el patio de la residencia, en donde observó a Kim que se levantaba jadeando del piso, con toda seguridad a causa del esfuerzo liberado en la abominable acción de ahorcar a la golpeada mujer, tal como lo había intuido, mediante la llamada “Headscissor”, luego que la rubia asiática hubo desaparecido de su visual, minutos antes.
Confirmando esta suposición cuando oyó al joven turco Osman que anunciaba a viva voz, como quien se dirige a un numeroso auditorio:
-“Señoras y señores luego de una dilatada contienda, esta noche tenemos una chica ganadora”, quien por medio una vigorosa “Headscissor” ajustició a su rival, y haciendo luego una pausa esperó que se produjeran los aplausos del reducido grupo.
A su vez que Ebba subiendo el tono de su voz para hacerse oír y congratularse con la rubia oriental, gritaba en su inconfundible acento:
-Viva la invencible Kim, la reina dorada de la noche,
-“Les presento a Kim, “agregó para finalizar el turco”; la número uno de nuestro ranking, que no ha podido ser vencida, a pesar de el gran esfuerzo que desplegó su aguerrida émula, venida del indómito Cáucaso”.
-La irónica alocución provocó las risas del reducido público, mas Kim no la celebró, su intención inmediata era otra, por lo que se dirigió hasta Karl que se encontraba sentado en un diván sobre el cual se encaramó poniéndose de pie junto a él, para rozar con sus fornidas y suaves piernas provocativamente el hombro del alemán, “acción que comúnmente hacia Kim para provocar ser acariciada y adorada por su pareja, previo al acto sexual mismo”, a la vez que le decía con voz grave y sensual:
-¿Te he estimulado lo suficiente papaíto?, porque ahora quiero que tú me complazcas, ahora…. ¡hazlo!
Se escuchó a la oriental con voz autoritaria y ansiosa, como acostumbraba hacerlo, cuando ya no podía contener los deseos de consumar su alevosa obra.
Por otro lado la sueca estaba siendo saciada por el atractivo Osman, permitiendo que la relamiera a lo largo de toda su escultural y deseable anatomía. Dada la dirección que estos hechos tomaban, la morena ya con poco interés fisgoneaba desde la ventana, y habiendo ya satisfecho su natural curioseo además de estar somnolienta se abocó entonces a cerrar muy bien las ventanas y por cuarta ocasión en esta noche se cobijó en su alcoba, para finalmente conseguir un conciliador y profundo sueño, cuando los festivos juerguistas se entregaban a una desenfrenada orgía.
Habiendo pasado algo más de una hora, en que mayor griterío no se escuchó en el entorno, Paula logró dormir durante ese tiempo, pero sus esfuerzos fueron vanos, porque el silencio de la noche se rompió nuevamente, con unos gritos que no eran los de la mujer de los Balcanes, se escuchaban en inglés, su voz era otra, y le sonaba conocida a la aun adormilada latina, que pugnaba por traerla a su mente desde el lecho, esforzándose en ordenar sus pensamientos, entonces repentinamente le llegó un ápice de lucidez, que no quiso que se le escapara, meditando para sus adentros reconoció por fin la voz, era la de la madura mujer que había enfrentado en el club de desnudistas del night club de Miami durante su entrevista con Pierre, era la fofa y torpe rubia del descolorido bikini amarillo a la que había noqueado al fin de la contienda aquella noche, este último pensamiento terminó por despertarla.
La curiosidad mató al gato, esperando que no se aplicara el dicho a ella, “pensó la morena”, pero de igual manera se acercó a la ventana a observar nuevamente, y en efecto estaba presente la inexperta rubia a quien traía a la fuerza Osman con un grueso ayudante.
La madura rubia insultaba a gritos perturbadamente a Osman y al ayudante, mientras los demás presentes se carcajeaban por la ofuscada actitud, provocándola cruelmente con sus burlas, Karl aprovechó un instante de silencio, para tomar la palabra brevemente y con su típico tonillo germano, dijo:
-¿Ebba deseas enfrentar a esta gorda?, a lo que esta replicó:
-Por supuesto, tengo hambre, necesito alimentarme.
-¡Socorro… desátenme! interrumpió la gorda a todo pulmón. Obviando los gritos de la turbada mujer y muy molesto Karl, levantó aún más la voz para exclamar:
-¡Ebba hazla callar por favor!, “meine liebe”…, es toda tuya.
La nórdica se levantó dejando de lado esta vez a Kim, caminó hasta el medio de la sala, en forma desafiante y segura, y como se hallaba con sus pechos desnudos, no se sabía bien si era solo por casualidad, o si era la señal tácita de querer comenzar ahora mismo la ejecución la que usualmente procedía a una lucha la que no había acontecido en esta ocasión.
La escandinava se detuvo, para acariciarse desde la parte baja del abdomen hasta las caderas apoyando ambas manos sobre ellas, parándose altivamente, y fijando su malévola mirada en la mujer a la que ya tenía condenada, quien frente a esta bizarra postura, cesó con su furioso denuedo, quedando la sala en total silencio.
Un momento después se escuchó en tono dominante, la sensual voz de la escandinava rubia diciendo:
Suéltala… para mí Osman,… ¡ahora!
Sentenciando así el destino de la infeliz, cuando el turco Osman caminó hasta ella con la llave de las esposas en su mano, liberándola. Una vez libre, giró hacia Ebba, pero esta solo se limitó a estirar sus brazos para entrelazar y crispar sonoramente los huesos de sus dedos, para luego, empeñarse en mostrarles con malicia sus pintadas uñas con un abrasivo y dorado esmalte, mientras rodeaba a la mujer, quebrando sensualmente sus caderas en cada paso que daba, esperando el instante que esta se encontrara desprevenida para así lanzarle felinos rasguños en el rostro, abriéndole sangrantes heridas a la vez que irónicamente se manifestaba como un facultativo:
-Primero te haré una cirugía facial, después seguiré con unas incisiones en tu abdomen para extraerte toda esa grasa sobrante, ¡Gorda mantecosa!, le gritaba, insultándola cada vez que lograba hacerle un nuevo corte, para continuar burlándose con su satírico monólogo:
Por supuesto que este tipo de humor era celebrado por el resto de los participantes, prosiguiendo la burlona escandinava con la misma insufrible verborrea:
-Enseguida hare un gran corte sobre el cuello para arrancarte esa papada que te hace ver tan mal, pasándole con rapidez la afilada uña del índice por el cuello, hundiéndosela solo hasta la epidermis, lo conveniente para que brotara la sangre, tiñendo de escarlata el piso, siguiendo con su chocarrera narración:
-Cuando acabe contigo, lucirás como una verdadera modelo de pasarela, serás otra persona, te voy a dejar irreconocible, ya lo veras terminó diciendo, a la vez que liberaba una ruidosa carcajada, que silenció los gritos de dolor de la madura mujer.
La cara de la gorda estaba irreconocible al cabo de algunos minutos, tanto así que el color de su piel no se apreciaba bajo la sanguinolenta superficie de su rostro, en el cual con esfuerzo se podían apreciar sus ojos, que se encontraban cubiertos por la sangre que caía de su frente, evitándole ver a la inhumana Ebba, que aprovechando esta limitación se deleitaba arañando a la desvalida mujer, que parecía extraída de un film de horror del tipo “Carrie”. El escenario era la sala de los sádicos juegos que también lucía “ad hoc” con la protagonista, siendo la sangre el elemento principal de la singular escenografía, el piso, la alfombra y los muros manchados de rojo, en sus diversos tonos.
Más pudo el temor en la confundida mente de la martirizada mujer, que sin opción de salir luchando de esta situación, con disimulo se fue acercando a la salida, y en el momento adecuado, dio media vuelta y huyó por el pasillo, que estaba oculto a la vista de esta, la sueca sin premura caminó cadenciosamente hacia ella a sabiendas que el paso estaba cerrado, pues ya se había tenido una experiencia anterior con la chica de los Balcanes.
-Gorda estúpida, no me hagas perder el tiempo, vociferó Ebba, mientras avanzaba internándose en el citado pasillo, desapareciendo también de la vista de Paula, escuchándose solo golpes y gritos que retumbaban al final de este, donde llegaron los demás contertulios aplaudiendo y avivando la masacre, que ahora corría por parte de la dorada gladiadora nórdica, ya que en esta ocasión no fue truncada su faena, llevándola hasta el fin, pudiendo acabar con su presentación por el método de “La tortura china de los mil y un cortes”, lo que deducía la morena latina, por los gritos y lamentos de la gordinflona, sumado a la particular voz de la escandinava que persistía en su afán de torturarla mediante esta cruenta manera, ¿Cómo será el final de esta rutina?, “pensaba la curiosa Paula”, bueno “se dijo”,…ya existirá alguna ocasión de presenciarlo, optando finalmente por irse a su lecho ya entrada la madrugada, donde pudo escuchar por algunos minutos más, la prolongada y fatídica tortura final, incluidos los clamores, hurras, risas y aplausos, aunque no tuvo el morboso placer de observarla…, al menos por ahora pensó.

Cap. N° 5 (La venganza de Paula y otros placeres)

Muy tarde aquella mañana, cerca del medio día se despertó Paula, estando ya algo repuesta por las últimas horas de sueño, el que fue interrumpido por una conversación que venía del patio de la residencia de Karl nuevamente, pero esta vez eran solo las voces de Ebba y Kim, se acercó a la ventana y curioseó a través del área en que los arbustos menos obstruían la visual, donde las dos mujeres se entrenaban en defensa personal con la ayuda del sirviente Lothar, quien mostraba gran destreza en las artes marciales, igualmente pudo apreciar a las mujeres haciendo agotadores ejercicios con mancuernas y aparatos hasta la fatiga.
Son muy buenas en lo que hacen, “pensó” la morena, debe ser difícil enfrentarlas, bueno siguió pensando, por algo son las primeras en este ranking.
Doblemente alentada, por la disciplina mostrada por ambas mujeres, y por convicción propia, se puso una franela cuando eran las trece horas, saliendo a trotar por los alrededores.
Después de correr, o más bien escalar por las escabrosas inmediaciones de la isla durante media hora, volvió a su habitación, donde tomó una refrescante y rápida ducha, poniéndose unas vestimentas de verano, dirigiéndose luego al embarcadero para tomar un refrigerio, ya que desde la tarde anterior que no probaba una comida decente, tan solo uno que otro pastelillo y algunas bebidas envasadas.
Eran pasada las dos de la tarde cuando llegó al embarcadero, bajo la marquesina divisó al gentil Manuel, que se le acercó invitándola a sentarse cerca del área inmediata a la cocina, ofreciéndole el menú, que es algo más variado que el de abordo, “comentó” a modo de animado comentario; unos vegetales y estofado de pescado está bien para mi Manuel por favor, le declaró Paula, que sabiendo que la cortesía podía abrir puertas, y no por ser solo una mercenaria e inescrupulosa asesina escort tenía que actuar como otras que llegaban a estos juegos, conduciéndose con actitudes descorteses, como si fueran verdaderas divas, cuando no eran más que unas mercenarias y serviciales perras asesinas, por lo cual ella no se sentía orgullosa ni presumía, pero tampoco para nada le incomodaba esta situación, dándole el justo valor e importancia a esta.
La morena observaba a las personas a su alrededor dándose cuenta que las chicas no socializaban en este ambiente, las relaciones eran distantes aunque no tensas, cada una ocupaba las instalaciones sin tener que compartir los mismos espacios, estaban por el sector al menos tres chicas que la morena pudo reconocer; Sadie, que se encontraba tomando el sol sobre del muelle, como también Elke y Dae que estaban acabando sus colaciones.
Paula no hiso esfuerzo alguno por tener algún tipo de acercamiento hacia ellas, de la misma forma que con los demás, como si no existieran, posteriormente comenzó una amena charla con Manuel, distendiéndose más las buenas relaciones entre ambos.
A media tarde Paula desde el muelle, donde estaban las pequeñas lanchas, brincó hasta el agua tirándose una zambullida, nadando durante algún rato, para lo cual era ducha en varios estilos que lució en aquella ocasión, para luego subir al muelle, untarse un bloqueador solar, y para yacer al sol hasta que la temperatura del ambiente la acompañara, y cuando ya la fresca brisa del atardecer se hiso sentir, volvió a sus habitaciones.
Como no teniendo nada que hacer y no habiendo vuelto aun Ebba, se recostó por unos momento en su amplia y cómoda alcoba pensando en las situaciones vividas, especialmente estos dos últimos días, que no siendo los más paradisiacos, tampoco tuvieron para ella ningún traspié de importancia que la hubiera inquietado mayormente, y poco a poco la modorra, el silencio, el sueño interrumpido durante toda la noche anterior, además de los baños de mar, hicieron que se relajara quedándose totalmente dormida.
-Despierta perezosa, son más de las diecinueve horas, preparé café y hay algo para comer en la nevera, ¡Ah!…debo decirte algo, todas las cosas están a tu favor para esta noche, “era la voz de Ebba, que la latina escuchaba un poco distante, pero que a medida que se despabilaba, se le fue aclarando la situación y la perspectiva del momento”.
-Te ves muy linda con tu rostro de muchachita perezosa, mamita, le dijo la sueca mientras la acariciaba, a la vez que le quitaba el cabello que le cubría la cara con sus frescas y fragantes manos, acomodándole la cabeza para besarla en la boca, por la que le corría un hilillo de baba, que la sueca lamió y absorbió, lo que terminó por despertar a la morena, quien le expresó:
-Al menos espera a que me cepille los dientes “mi nenita impaciente”.
-No mi mamita, así es como me gustas, le respondió la rubia y quitándose la escasa ropa que la cubría, Ebba se metió en la cama con Paula, quien habiéndose recién despertado y que mantenía su cuerpo tibio, mostró una total predisposición a los avances de la sueca, que no ocultaba su ardiente y casi descontrolado arrebato producto de la velada de la noche con el habitual consumo de fuertes estimulantes, los que son accesibles solo para Hermann y sus amigos, los que al cabo de varias horas, aun hacían su efecto.
Después de compartir y retozar por una media hora, Ebba se dispuso a dormir, mientras Paula se levantó para tomar una ducha y un café, después se vistió y sentándose en un cómodo sillón esperó que su compañera despertara, por lo que empezó a pensar en su primer encuentro dentro de este círculo en un par de horas más.
Ante cualquier situación de riesgo la morena muchacha no sentía temor alguno, más bien podía sentirse molesta o bien ansiosa, esta última sensación era la que mejor representaba su disposición anímica, sentimiento que experimentaba ahora, ya que su formación básica solo la condicionaba en ser arriesgada y atrevida, nunca temerosa.
A una hora del compromiso pactado, Paula estando muy ansiosa decidió ir sola al salón de los eventos, al percatarse que Ebba se había sumido en un profundo sueño, aun cuando le hubiera gustado que su rubia compañera la acompañara en su debut, no por inseguridad, sino que porque deseaba que observase la manera en que iba a terminar con su antigua amante, este pensamiento hiso que su corazón se le acelerara, al sentir un leve estremecimiento por esta expectativa, por lo que apuró el paso hasta el salón, en donde se encontraba Pierre junto a las típicas guardias vestidas en cuero negro, quien la recibió con un afable saludo.
El francés que estaba sentado en un confortable sillón, desde donde se podía observar todo el anillo, escuchó las exigencias de Paula como la “Retadora”; esta le dijo que eran las usuales que se tenían que considerar, siéndole desde un comienzo totalmente sincera; no por tomar ventaja de la coyuntura, sino más bien porque quería terminar ilesa y sin ningún leve rasguño, para exhibir todos sus atributos de la mejor manera posible a los interesados en contratar posteriormente sus servicios.
-Entonces “La Harpie” deberá ir desnuda, o bien cubierta con un pequeño taparrabo, y sin protección, lo que será verificado por las guardias, dijo Pierre, así como también irá con las uñas cortas y romas, descalza, y el cabello suelto, el que también deberá ser revisado al momento de iniciar el encuentro, repitiendo esto, a modo de corroborar las exigencias hechas por Paula, una vez instruidas las guardias, estas se encaminaron hasta las celdas para cumplir con los requisitos exigidos por la latina, al momento que Pierre terminaba de anotar en una agenda electrónica los acuerdos tomados.
-Ahora tendrás que ver lo que usarás tú le dijo Pierre, entonces ve a la sala de vestuarios, allá podrás para elegir varios atavíos nuevos diseñados según el talle de Kim, que debiera ser igual al tuyo y de todas las elegidas, fíjate muy bien “Mon chérie” Paula, nuestra Kim es un real paradigma, a quien todas las muchachas elegidas deben asemejarse, debiendo tener y conservar la contextura de ella. Estoy seguro que te había llamado la atención, la similitud entre ustedes en lo que se refiere a su relación peso estatura, como a su complexión atlética al igual que Kim, por supuesto obviando el rostro y el color de la piel. Como tú puedes ver, todas ustedes tienen aproximadamente la misma envergadura, y esto no es una simple coincidencia, si no que es parte importante de las exigencias hechas a las muchachas de la categoría superior o “gatas” para integrarse a este medio.
-Ahora “le expresó Pierre”, la que debiera ser la primera y no la última
pregunta:
-Dime Pierre ¿Cuál es tu pregunta?
-¿Estás en condiciones física y mental, para la confrontación?
-Sí, lo estoy, contestó Paula, y deseosa por comenzar, por lo que buscaré mi atuendo ahora mismo y dando media vuelta se encaminó al vestuario.

El día era martes, segunda jornada de competencias, a la hora ya señalada, empezaron a llegar al salón los invitados, como también las participantes que pudieron concurrir. Poco antes de las veintidós horas entraron los anfitriones. Entre los presentes, habían unas seis personas invitadas; sin contar con los auxiliares, guardias, contendoras y las “castigadas”, estas últimas las que a su debido tiempo deberían ingresar al salón.
A una señal de Karl, trajeron a la castigada Rouge, desnuda, excepto por un pedazo de trapo a modo de falda atada a su cintura, cumpliendo con las exigencias hechas por Paula, en estos casos como de costumbre, Rouge iba custodiada por dos guardias, que la dejaron sujeta al pasamanos mediante unas esposas. Unos instantes después, hiso su entrada Paula, a la que ya llamaban : “La furia latina”, saliendo del fondo del salón; de manera altiva, con un audaz atavió elegido para la ocasión, de suave y resistente cuero negro de dos piezas, con metales adheridos especialmente para hacer daño al menor contacto con ellos, del mismo material la protección para el cuello y muñecas, las uñas de manos y pies del largo conveniente, afiladas y endurecidas con el abrasivo esmalte el que se estilaba usar en estos desiguales encuentros.
Paula al igual que las demás escogidas para estos eventos poseía el instinto homicida, que había desarrollado, o bien era inherente a su propia naturaleza, el que una vez liberado, la impulsaba a perpetrar estos actos reprochables y obviamente condenables, exponiéndose permanentemente al riesgo de ser castigada por la ley, estando por supuesto a salvo y fuera de ella en estos lugares. Sabe que en estos eventos puede dar rienda suelta a sus más ocultas tendencias, amparada y protegida por este poderoso grupo de corrompidos adictos a estas prohibidas veladas, donde puede liberar su contenida agresividad, la que había podido usar solo en algunas ocasiones, lucubrado usarla en un lugar más permisivo, donde no le pusieran límites, ni restricción alguna, un paraíso idealizado según su insana manera de pensar, y ahora el momento ha llegado, presentándosele regaladamente.
La latina sabe que debe portarse como una verdadera perra en este ambiente, su objetivo entonces será; primero alargar la contienda, ya que esta perra madura puede ser muy dura, pero puede que se fatige más pronto, y una vez cansada dominarla será mucho más fácil, para luego someterla hasta poder disponer de ella, para luego torturarla, complaciendo así el gusto del público, y finalmente lo mejor de todo, el esperado desenlace final.
Mi primera participación “pensaba Paula” se lo ofreceré a Ebba, ojalá sea en su presencia, para que disfrute observándome como aplasto a la despreciable vaca de Rouge. ¡Oh! tan solo meditar en ello me excito tanto, que hace que deliciosamente me venga humedeciendo mis interiores, “terminó por cavilar encendidamente, la fogosa muchacha”.
-¡Liberen a la castigada!, vociferó Karl Hermann, el maestro de ceremonias como en casi todas las ocasiones era Pierre así lo hiso, soltando las esposas a las que se encontraba sujeta Rouge, a quien previamente las muchachas guardias, habían dejado en el rincón más oscuro del anillo donde había poca luz, y al instante de ser liberada por el francés, se iluminó toda la arena, en cuanto este dio la orden para iniciar el duelo:
-Chicas listas…, inicien el combate… ¡Ya!
Sin ningún apronte posterior, la pelirroja francesa, sabiéndose en desventaja, se abalanzó sobre la latina en cuanto Pierre dio la voz, para tomarla por sorpresa, pero esta ya anticipaba la obvia reacción, ella en su caso habría hecho lo mismo, esquivándola con un ágil y gracioso arqueo de sus caderas, a la vez que le puso la pierna de por medio, con la que tropezó yendo al suelo, poniéndose esta raudamente de pie, previendo cualquier ventaja que pudiera tomar la joven morena, pero esta no se aprovechó de la situación, ella tenía otros planes.
Durante los primeros minutos, Paula los proveyó de una cuota del cruel humor negro, que este publico disfrutaba, cuando de nuevo la francesa insistió en su estrategia de envestirla en el momento menos esperado, repitiéndose la misma situación; yéndose nuevamente al piso, pero esta vez Paula con una simulada y vulgar reverencia le extendió la mano para ayudarla a pararse, la cual Rouge rechazó dándole un manotazo por su fingida atención, Paula siguió con la farsa y sintiéndose aparentemente ofendida le contestó haciéndole un simulado desprecio, provocando las risas del auditorio por varios momentos, haciéndoles ver que su madura oponente no tenía opción alguna contra ella.
Paula sabía que esta abusiva exhibición representaba una estimulante motivación para la mayoría de los presentes y especialmente para Ebba, como es observar la manera en que ella liquidará a su antigua amante en una contienda, arrebatándole su puesto, ejecutándola sin compasión, donde se llevará todo, pero todo, “pensaba riéndose para sus adentros”.
La morena en cada ocasión que tenía la ridiculizaba, imitando sus lentos movimientos producto del temprano cansancio que Rouge empezaba a sobrellevar por el esfuerzo hecho durante los primeros minutos de iniciado el combate, estando muy complacida al escuchar como el auditorio celebraba sus sarcásticas humoradas, haciéndole zancadillas, o dándole rápidas bofetadas para acto seguido brincar hacia atrás o a los lados, haciendo vanos los esfuerzos de la francesa al tratar de atraparla, logrando con esto las risas del público, rutina que dominaba a la perfección, puesto que se servía de los mismos trucos que usaba para distraer a los parroquianos en el mentado club de desnudistas de Miami para dilatar así el espectáculo, experiencia que utilizó para comenzar su plan, por lo que no debería apresurar las acciones, sabía que las posibilidades estaban de su lado, puesto que las capacidades de ella la precedían, Ebba se había encargado de difundirlas entre sus más cercanos, quienes entusiasmados esperaban con impaciencia las nuevas retorcidas habilidades que les podía brindar la nueva muchacha debutante, la que ahora se desplazaba ágilmente de uno a otro lado con mucha seguridad, haciendo imposible que la pudiera alcanzar la pelirroja, circulando de manera felina tratando de provocar a los asistentes, quienes muy poco necesitaban de este incentivo aunque tampoco estaba de más.
Rouge en las últimas temporadas se había medido tan solo con “Ratas”, incluso teniendo con algunas de ellas una que otra dificultad, sus iguales la habían desplazado al extremo del ranking, al octavo lugar, al que solo aspiran las novatas con pretensiones de incorporarse al selecto grupo, Paula ahora es una de ellas y les demostrará que tiene agallas y por supuesto la adecuada actitud para estos juegos.
Paula no puede tener mejores motivos para medirse con Rouge; primero le birló a su amante, ahora irá por su puesto en el ranking, complaciendo de esta forma a su nueva amiga y al público, estando también por añadidura muy deseosa de vengar a su antigua compañera y homónima “Paula la loca”.
En honor a la verdad la morena pensaba que si bien su rival no presentaba un mayor peligro para ella, mantener la ventaja que le daba la prerrogativa de ser la retadora, impedía que fuera agredida aunque levemente por la aguerrida pelirroja, que cansada y humillada, no claudicaba en sus intentos de tratar de alcanzarla y no con muy amistosas intenciones, pues sabía que debía salir de este fatídico trance a como diera lugar, pues la muchacha que tenía al frente no tendría compasión alguna, de la misma manera que ella lo había hecho tantas otras veces, por lo que sabe que esta será igual o más despiadada que ella, y lo que es casi seguro, conforme lo planificó Paula, es que Rouge no verá un nuevo amanecer, sabiendo además que esta ya no contaba con la protección de la sociedad, por lo que empezó a suponer que todo esto era parte de un complot urdido por la intrigante sueca, a quien la siniestra Kim le había encargado que se ocupara de hacer a un lado a la francesa, usándola a ella como herramienta para lograr este cometido, cosa que no le incomodaba en absoluto, más bien al contrario, ya que le serviría, para lograr un temprano reconocimiento en este medio.
A esta altura del combate, Rouge empezó a pensar; “pude renunciar a esta sociedad, habiéndome retirado a tiempo para disfrutar el estimable capital que había juntado durante todos los años que participé en ella, podría haberlo hecho cuando note que mis aptitudes ya no eran las mismas, incluso podría no haber asistido a este último evento, pero ahora ya era tarde”, entretanto Paula la incitaba a que se atreviera con más audacia a atraparla:
-Vamos no seas cobarde, gallina, ven a mí, atrévete, solo te golpearé un poco, la urgía diciéndole.
La pelirroja jugándose su última carta miraba en cada momento a Karl y a su amante Kim por si había alguna razón para detener el combate. Hubo una alteración en el bullicio que normalmente se sentía en el ambiente cuando algo inusual acontecía, esto era por el ingreso de Ebba, presencia que no pasaba desadvertida, acercándose esta hasta los anfitriones, lo que acontecía en el preciso momento que el reloj anunciaba las diez y treinta de la noche. La sueca junto a los anfitriones entonces se dispuso a presenciar como resolvía el pleito su nueva amante, quien desde el anillo mirándola, le ofreció una confabuladora sonrisa, sintiéndose al instante un sutil susurro por parte de quienes estaban enterados obviamente de la situación que se presentaba: dos gatas en celo, un duelo sin posible vuelta atrás, una mujer madura con pocas probabilidades de triunfo contra una joven y segura contendiente enfrentándose por la victoria, por un valioso premio y por el placer de subyugar a su rival. Ya se sabía que le había arrebatado los favores de su amante sueca, venciéndola hasta este momento en seducción y sexualidad, este era un inmejorable marco en que dos mujeres podían tener para enfrentarse y dar la esperada y descollante exhibición a los fanáticos de estos juegos; excitante amalgama de erotismo, violencia y crueldad, potenciada por una de las pasiones más desenfrenadas e intensas de la naturaleza humana, los celos.
El ambiente era propicio y los ánimos estaban preparados, por lo que solo faltaba que la muchacha latina aportara con lo suyo, la víctima ya estaba marcada y tenía un nombre, Rouge.
-En este momento comenzaré mi verdadero trabajo, narizota, le dijo Paula, saltando ágilmente hacia la extenuada pelirroja a quien asió con ambas manos, entrelazando sus dedos con los de ella, en un empeño en que las dos se empujaban y palanqueaban hacia atrás, para vencer la resistencia una a la otra, apretando y apremiando, las fuerzas estaban parejas, pero la hábil Paula sabía que si una iba a ceder, iba a ser la francesa la que iba a claudicar, a ella se le fatigarían los músculos de las muñecas y las manos más rápido, la tensión así sostenida con la edad le jugaría en contra, entonces era solo cosa de esperar con paciencia para empezar la próxima etapa de su presentación.
Pasado algunos momentos, la madura mujer empezó a ceder, tal como lo sospechó Paula, por lo que Rouge imposibilitada de usar sus manos, inició hábilmente una serie de cabezazos en la cara de la latina, los que si la hirieron, produciendo que le brotara sangre de sus narices, aunque los golpes no afectaron mayormente su disposición ni capacidad, eso sí disminuyeron las expectativas que tenía el público de su participación, dada la apariencia que presentaba su rostro ensangrentado, ante lo cual Rouge remontaba sus probabilidades de ganar el encuentro según la imagen que se hicieron algunos, incluso un par de individuos la alentaron pidiéndole mayor ímpetu en sus arremetidas.
Paula estando un tanto molesta por la parcial y fugaz simpatía por su contraria al haberla hecho sangrar un poco de las narices, reflexionó: “Así que a este auditorio le gusta ver sangre, pues eso les daré, deben ser unos de esos tontos incondicionales, que aun esperan algo de esta imbécil, pero estarán de mi lado en algunos momentos más, solo tengan un poco de paciencia“ y aprovechando un lento movimiento de Rouge, levantó una de sus piernas, describiendo un rápido semicírculo en el aire, llevando su pie hasta la cara de la francesa, en donde las afiladas uñas, rasgaron la piel desde el mentón hasta una de las cejas de la mujer, dibujando una línea roja sobre su rostro, y por el impulso dado, Paula quedó dispuesta de espaldas a Rouge, lanzándole una violenta patada atrás con el otro pie, alcanzándola con el talón en plena nariz, fracturándosela y haciéndola sangrar copiosamente, girando luego con más energía, le descargó una salvaje patada voladora, rasgando con las cortantes uñas los parpados de ambos ojos, la agresora no complacida aun con lo logrado, y otra vez vitoreada y animada por el cambiante público, tomó a la pelirroja del cabello, quien impedida de poder verla, fue presa fácil para la fornida muchacha, zarandeándola fácilmente y lanzándola al pasamanos del anillo, donde fue a estrellar su rostro. Demás está agregar que la mujer luego del impacto se fue al suelo cayendo de bruces totalmente inconsciente, lo cual lamentó la morena, no por lástima, sino que por la situación, puesto que ya no podría seguir golpeándola según los planes que le tenía reservado, y para también demostrarle a los asistentes que no estaban observando a una novata, si bien era su debut en este circuito, no era una inexperta en estos combates, y venía más que preparada para ofrecerles sus talentos, a fin de saciar sus costosas y desviadas inclinaciones.
Al igual que las anteriores ejecutoras de la cofradía del dolor y el castigo, la latina tomó la misma actitud indolente de estas reinas del sadismo; se inclinó sobre la infeliz, apoyando una de sus rodillas firmemente sobre su espalda, arrancándole de un violento tirón el faldón, limpiándose luego con este, el sudor y la sangre que aún retenía en su cara, producto de los cabezazos que le había asestado Rouge. Observando ahora con simulado desgano a la vejada mujer, con ambas manos en su cintura, separó ambas piernas, presenciando por momentos su obra en espera que se recuperara la rendida Rouge, y como esto no se produjo en el breve plazo, Paula se levantó con un estudiado fastidio y desidia, actitud que ya se había percatado, enloquecía a quienes se deleitaban con estos bárbaros espectáculos, para cadenciosamente caminar fuera del anillo en dirección al público, que le solicitaba ansiosamente que se les acercara, Paula así lo hiso, llevando consigo la falda que le arrancó a la pelirroja, con la que se iba enjugando el sudor de sus brazos y su abdomen.
La morena aprendió de los anteriores encuentros hechos por sus “hermanas de oficio”, que todo el tiempo en que se mantenía interesado al público en sus “shows”, era muy bien evaluado, puesto que, mientras más duraban estas presentaciones, eran mejor ponderadas, y más cotizados sus caros servicios, ahora, si por esta, entre otras razones eran escogidas por el experto y competente Pierre Dupont, ella no quería ser la excepción.
La morena respetando el protocolo se acercó primero a Karl, y a sus más próximos, como era lo acostumbrado, este varón que se conducía mejor de lo que hablaba, le manifestó mientras manoseaba sus glúteos:
-Espero que aun no hayas terminado tu presentación “Meine leckeren killer”, (mi excitante asesina), pero antes que la morena le contestara, le interrumpió Kim exclamando:
-¡Oh no!, espero que aún no…, ¿No, no es así querida?
-Por supuesto que no, solo estoy haciendo un “Brake”, esperando a que se recobre esa narizota, agregó riendo: -Ya viene la mejor parte-
Kim poniéndose enfrente de ella, la tomó de los hombros para mirarla fijamente a los ojos, expresándole con voz ronca y sensual:
-Estoy segura que has escuchado hablar de mí, espero que me complazcas, le expresó, observándola siempre con la misma mirada, la cual consiguió intimidar y cautivar a la vez a la casi imperturbable Paula, que nunca había conocido a alguien que le hubiera hecho sentir así, de manera tan insegura y supeditada, a quien le respondió titubeando:
-Sí…, sí, seguro.
Luego Kim la atrajo hasta ella acariciando con sus fuertes y suaves manos los hombros de la morena latina, bajándolas lentamente hasta las de ella, besándola en la mejilla a modo de despedida, entretanto la escandinava las observaba un poco más atrás, para que luego al pasar la morena frente a ella, manifestarle:
-Ya veo que te encuentras fascinada con nuestra Kim, no eres la primera, a todos nos ha acontecido lo mismo, “le expuso en tono bajo y casi susurrante” a mi también, besándole seguidamente en la boca, dejándola que siguiera compartiendo con el resto de los asistentes.
Una vez que la morena pasaba entre los invitados, los rozaba suavemente en forma deliberada con el dorso de sus manos, praxis que aprendió muy bien de las anteriores mujeres participantes.
Una dama que estaba sentada al paso de Paula, la que ya se le había insinuado en la que fue la recepción de la noche anterior, tímidamente le tomó la mano en que sostenía la falda empapada en sangre y sudor, requiriéndosela, a lo que Paula accedió, y tomándola le secó la humedad de entre sus piernas, para rosar suavemente los bordes del sexo de la latina, llevándose el trozo de tela hasta sus pechos, frotándolo procazmente, para luego subirlo hasta su rostro e inspirar con avidez los impregnados aromas femeninos del deseable cuerpo de la bella morena, que premió el febril gesto, acariciándole las mejillas por momentos, luego con un sutil ademán alargó su mano para que le retornara el trozo de tela, pero esta se negó, apresándolo con aparente desasosiego contra su pecho, bajando la mirada como quien está cometiendo una grave falta y no querer resarcirse. Paula captó la intención en este proceder, por lo que la tomó del mentón, levantándoselo y viéndola de manera amenazante, alzó su otra mano como si fuera a golpearla…
-¡No, por favor, no me castigues! Exclamó la madura fémina, a la vez que soltaba la prenda, y se cubría el rostro con ambas manos como para evitar algún golpe, aprovechando el movimiento para extraer una sortija de uno de sus dedos, estirando después ambos brazos en actitud defensiva, extendiendo una de sus manos con la palma abierta, y sujetando con la otra entre el dedo pulgar y el índice, una sortija. Entonces recién Paula terminó por entender la intención de la mujer, por lo cual bajó la mano que tenía en alto, cambiando su severa mirada, por una agradable sonrisa, retractándose en su proceder y para nada ocultando su descarado cambio de actitud.
La madura mujer sabiendo muy bien aceptada su oferta, se llevó la sortija a la boca, sosteniéndolo entre sus dientes e invitó a la muchacha que la tomara de entre ellos, esta se subió a horcajadas de cara a ella en su regazo, acomodándose y apretándole las caderas con sus rodillas, aproximando sus labios a los de ella, lamiéndoselos, y asiendo con sus dientes la sortija de sostenía en su boca, la que conservó abierta la tórrida mujer, dentro la cual, Paula introdujo la sudorosa y sangrienta prenda, en forma parsimoniosamente humillante.
Habiéndose producido así el anhelante intercambio, aún sentada en el regazo de la degradada mujer, la latina volvió la vista hacia atrás a la arena, observando cómo Rouge ya se estaba recobrando, entonces se levantó y caminó decididamente en dirección al anillo, para acabar su tarea, dejando en patética posición a la embelesada mujer con su codiciado trofeo, el que bien suponía el costo de la valiosa joya.
Mientras avanzaba, tomó la sortija que mantenía en su boca, probándosela en el dedo anular de su mano derecha, estirando su brazo para alejar su diestra y mirarla por el dorso, de la habitual manera, como lo hacen las mujeres, apreciando que le quedaba muy bien en su dedo, felicitándose por su primera y estimable ganancia. Sabía muy bien que estas pudientes mujeres no usaban bagatelas baratas ni chucherías de fantasía, por lo cual sonrió complacida, al conseguir en solo media hora de gratificante presentación, una alhaja de gran valor por su inesperado e improvisado servicio.
Paula ingresó al el anillo, donde se encontraba la pelirroja apoyada y sujeta a duras penas en la bronceada baranda, se paró frente a ella y agarrándola del cabello, le levantó violentamente la cabeza, solo para mostrarle la sortija, y decirle
-¿Bella no te parece?, es el premio a mi labor, hasta ahora, aunque solo han visto parte de mis habilidades, imagínate lo que voy a conseguir cuando acabe contigo de la forma en que lo he planeado, con tan solo imaginármelo me vengo, tal vez sean similares a las técnicas que empleaste con “Paula la loca”, ¿Recuerdas perra?.
-A que te refieres balbució esforzándose en pronunciar las palabras la francesa desde su abatida situación, prosiguiendo Paula:
-Yo sé muy bien como gozabas haciendo sufrir y torturando a tus rivales cuando estas ya no se estaban en condiciones de poder defenderse, y tú sabes que castigar y hacer sufrir, es uno de los mayores gozos que se pueden experimentar, yo también disfrutaré haciéndolo contigo como tú lo hacías cuando las infelices ya no lograban sostenerse en pie, rogándote piedad, mientras las observabas sufrir, castigándolas y torturándolas, complaciéndote, hasta venirte tantas veces como podías, sucia zorra, yo te comprendo muy bien ¿Y sabes por qué?… porque a mí también me gusta hacerlo, ahora te daré la ocasión de que me pidas clemencia, pero de rodillas perra, ¡Ahora!, hazlo, pídeme que termine contigo rápidamente, para que así te evites una mayor agonía.
De un fuerte puntapié Paula retiró los brazos que la pelirroja tenía apoyados sobre la baranda, desplomándose en la arena de rodillas, y no por la aparente disposición de suplicar, sino por el manifiesta falta de fuerzas que le impedía a la francesa mantenerse en una postura más digna. Paula estaba esperando esta instancia, era una parte importante de lo que había urdido, humillarla y castigarla era parte del plan que se había trazado, para después ejecutarla lentamente, vengando así a su tocaya Paula.
La morena se movía alrededor de la francesa, que desde el piso y sin ganas de mover músculo alguno, observaba los sinuosos movimientos de las torneadas piernas de esta, que de manera cadenciosa continuaba moviéndose en erótica actitud alrededor de ella, insultándola, degradándola y anulando su voluntad, forzándola a inclinarse para que le bese y acaricie sus piernas, sometiéndola humillantemente.
Está de más agregar que el espectáculo satisfacía a todos los asistentes, y esto no era una fulera muestra de fantasía pornográfica, era un acto real de esclavitud y dominación, con verdadero dolor, aplicado realmente por una bella y sádica mujer, que hacía las delicias de los presentes, mientras la sufrida francesa en estado de shock, permanecía de rodillas entregada a su suerte, escuchando los gritos e insultos de la encendida morena.
Rouge que aun arrodillada en contra de su voluntad, apenas pudo levantó su cabeza para mirar a Paula y decirle en tono muy bajo y entrecortado:
-“La loca”,…fue víctima de una intriga fraguada por,… Karl y sus socios sudamericanos, por no convenir a sus intereses, a lo que Paula le respondió tomándola violentamente por el cuello diciéndole:
-Eso ya lo sé estúpida: Crees que con esos cuentos te vas a…
-Espera,…espera, musitando le dijo casi al oído Rouge: La traidora de Ebba sabe tanto como yo,… ahora debes saber que fue ella quien eliminó a “la loca”, en la que fue su primera presentación en la arena, para lo cual, la trajo expresamente Osman y además, te diré que…
En esos precisos instantes, los espectadores se iban acercando hasta el pasamanos, apoyándose en el, para ver el desenlace de la contienda, por lo que no era conveniente para la morena seguir el trámite de averiguar otros pormenores.
La fornida y martirizadora muchacha esperó que se hubieran adelantados todos los presentes, para ubicarse frente a Rouge, y someterla a una rutina que ya en alguna ocasión había lucido, pero que ahora perfeccionaría, la cual consistía en pararse y equilibrarse en una sola pierna; levantando la otra con la ayuda de sus manos, para encorvar un poco el cuello hacia adelante, llevando la rodilla hasta sus labios para lamerla, empapándola de viscosa baba, la que atrapó hábilmente con su rosada lengua, para después mostrar al público como la gelatinosa y pegajosa secreción se negaba a caer, quedando suspendida y balanceándose de su labio inferior, enardeciendo a más de alguno con esta repulsiva demostración. La latina permaneció en esta posición por algunos momentos, demostrando su diestro control del equilibrio y óptima condición física, luego llevó lentamente la pierna alzada hacia atrás, para lanzarla extendida con violencia hacia adelante, asestándole un enérgico golpe en el rostro con el duro talón de su pié a la francesa, que se encontraba aún hincada con la cabeza gacha, levantándosela como a un monigote de trapo, arrojándola de espaldas a la arena, quedando nuevamente inconsciente, y con el rostro en deplorable estado.
Ahora Paula no iba a tomarse el tiempo para que la malherida Rouge se recuperara, aunque por el castigo recibido era inviable esta reacción, además ya había transcurrido el tiempo suficiente para el ansiado desenlace, por lo que caminó hasta ella, levantándola sin gran esfuerzo, atándola del cuello a la baranda con una soga extra que llevaba en su cintura, parándose frente de ella y arqueando lentamente sus caderas, se dispuso a continuar con su planificada exhibición.
Equilibrándose sobre una de sus piernas, de la misma manera en que lo había hecho la ocasión anterior, empezó ahora oscilando el pie velozmente de uno a otro lado, dibujando arcos en el aire, acercándolo cada vez más al cuerpo de Rouge, creando cierto suspenso entre los asistentes, hasta que las afiladas y aceradas uñas de su pié hicieron contacto con la piel de la pelirroja, rasgándosela en cada oscilación, abriéndole heridas en el rostro, brazos y pecho, salpicando de sangre a todos los fisgones presentes, que ya no podían resistir más el placer que estaban experimentando con esta truculenta y sangrienta muestra, hasta que la torturada mujer perdió totalmente el conocimiento abatiéndose en la arena, quedando lastimosamente colgando de su cuello.
La morena innecesariamente se paró en forma desafiante, con ambas manos sobre las caderas frente a la francesa, que yacía desfallecida en el piso con su rostro irreconocible, solo para aceptar las ovaciones y los aplausos de sus adeptos, a los que permitió, se tomaran algunas libertades con ella, acercándose a la baranda y ofreciéndose a sus caricias y manoseos hasta donde pudiera controlar la vehemencia de estos, cuando ya habían transcurrido más de cuarenta minutos de iniciada la sanguinaria presentación.
Paula habiendo desatado el cuello de la pelirroja del pasamanos, levantó el cuerpo de esta antes que se recobrara del todo y lo acomodó sobre el caño, ahora apoyándola sobre sus abdominales pendiendo de este, cuando no le quedaban fuerzas para oponerse a los oscuros propósitos de la perversa muchacha que la sostuvo por los brazos, evitando que se deslizara hasta el suelo, y poniéndose de espaldas en la arena bajo el pasamanos, jugueteó levantando sus piernas hasta donde colgaba Rouge, rozándola con la planta de sus pies y pantorrillas, pensando, “así es como se debe sentir la mosca, apresada en la red cuando se aproxima la araña”. Luego impulsando sus caderas hacia arriba, enganchó sus piernas a la bronceada estructura metálica con el cuello de Rouge de por medio, disfrutando del creativo y conocido juego, que ya había exhibido su amiga Ebba, pero ahora, con algunos cambios personales, el cual le ofrecía mejorado a la cachonda audiencia aficionada a estos aberrantes espectáculos.
Rouge no podía estar en una posición más desvalida y degradante entre las mortales piernas de Paula, la que se balanceaba despreocupadamente sin afanarse mayormente por comprimir, retozando como lo hubiera hecho una gata zarandeando a una rata, sin premura, entusiasmando a todos los que se encontraban mirándola a corta distancia participando de sus infamias, exhibiéndose así de esta forma, compartiendo con ellos la sugerente posibilidad de estrangular a la infeliz que ya tiene condenada, induciéndolos a percibir con este cuadro, mórbidas expectativas en sus torcidas mentes.
La disoluta morena habiendo conseguido entusiasmar al público, inició una muestra extra de ensañamiento en recompensa al entusiasmo que mostraron sus devotos seguidores, agarrando a la francesa del pelo y golpeándole duramente la cara con su puño libre, acabando por transformar su faz en una sanguinolenta e irreconocible mezcla de piel, sangre y pelo, dejándola inconsciente colgando del pasamanos, para brindarle a los pervertidos la decisión de querer continuar con su faena, con la infame señal de prepararse de la manera que ellas tácitamente lo hacen al final de su presentación, la que los fanáticos esperan ansiosamente, señalándolo sin excepción, cada vez que ellas tienen a su disposición a quien van a ejecutar.
La chica latina inicia la esperada señal quitándose pausada y sugerentemente la pieza superior de su atuendo, exhibiendo sus desnudos senos, los que destacaban aún más por la brillantez que producían la transpiración en ellos, provocando animosas exclamaciones de admiración entre los fisgones, luego arrojó la citada prenda a la arena, dejando en evidencia que se encontraba muy excitada con su faena hasta el momento, dado el aspecto que lucían sus pezones, “duros y erectos”, mientras esperaba impacientemente a que se recuperara Rouge, quien se hallaba comprometida colgando lastimosamente del caño.
El resuello y los movimientos de la francesa después de haber quedado en estado inconsciente durante algunos momentos, le indicaron a la morena que su recuperación era inminente, por lo que conservando la circense demostración y en favor del espectáculo, mantuvo su espalda sobre la arena por algunos momentos, para después, con fingido desgano acomodar con estudiada lentitud entre sus pierna el cuello de la pelirroja, el que empezó a oprimir contra la baranda a medida que se recuperaba, moviéndose Rouge con desesperación sin advertir por momentos donde se hallaba, provocando las risotadas de los espectadores, mientras Paula hacía ostentación del escaso esfuerzo que le suponía aplastarle el pescuezo, riéndose con el público, y tironeándola del cabello, para adaptarla de mejor manera a sus musculosas piernas.
Una vez que la avasallada tomó conciencia de su estado y posición aun con la visión comprometida por el agarrotamiento que le aplicaba Paula, a quien logró reconocer cuando esta empezaba a percibir con mayor vehemencia el placer de subyugarla como una esencial necesidad que le exigía su salvaje naturaleza, la aterrorizada mujer, con el poco aliento que le quedaba, en voz baja y lastimosa le rogaba piedad, lo cual no hacía otra cosa que despertar más los brutales instintos asesinos de la indolente muchacha.
Empezando ahora a manifestarse en la joven opresora, etéreos temblorcillos, que se fueron incrementando cada vez con mayor arrebato, ofreciéndoles a estos aficionados una desvergonzada muestra de gemidos y obscenos movimientos que agregaba a esta inmolación, convirtiéndolos en sus fervientes adeptos.
Mientras el público observaba el final de la sádica función en total silencio, como para no perderse ningún detalle de los últimos quejidos de placer y padecimiento; como la sacudida de los cuerpos y el crujir del pescuezo de la víctima, por lo cual el sagaz Osman para motivar aun más esta situación, había propagado el comentario que en este mutismo era posible, incluso oír el sutil ruido de los músculos de los brazos y piernas de la ejecutora al comprimirlos, mientras estrujaba a la pelirroja.
Justo en ello estaba empeñada Paula, que colgaba del caño asfixiando a la avasallada francesa, ocasionando que se le abrieran las heridas producidas por los cortes y arañazos sufridos al inicio de la refriega, brotando abundante sangre desde el torso y el rostro de la pelirroja a los agitados pechos de la ejecutora, alcanzando su rostro, para resbalar junto al sudor y la saliva que se escapaban de su boca, deslizándose hacia abajo por su larga y negra cabellera hasta humedecer la arena.
Ambas mujeres jadeaban así colgadas, naturalmente que Rouge lo hacía por la angustia y el dolor, mientras que la latina lo hacía por la fruición que la arrobaba cada vez más al tener sometida con un lubrico agarre a la pelirroja. Paula con su respiración agitada, resecando su garganta, haciendo que esta resoplara afónicamente y sonando de una manera casi animal, liberó a la bestia que llevaba dentro, convirtiendo sus sensuales gemidos en largos alaridos que resonaron por todo el salón, en el mismo instante que arqueaba repentinamente su elástico cuerpo suspendido con un letal movimiento de sus caderas, oyéndose el crujir del pescuezo de Rouge al quebrarse, acabando así con sus desesperados movimientos, luego de lo cual, la asesina con un proceder absurdo e innecesario, continuó tumbada de espaldas con los brazos a los lados sobre la arena, aun constriñendo entre sus piernas y el pasamanos el cuello de su víctima, no habiendo justificación alguna para esta absurda conducta, excepto, por supuesto, pará exhibirse procazmente ante la morbosa asistencia.
Karl levantó su brazo izquierdo para mirar el reloj y dirigiéndose a Kim le expresó:
-Ya pasó más de un tiempo prudente, y todavía la tiene cogida, me parece que Rouge ya desfalleció. ¿No crees querida?
-Bueno, verás mi querido Karl “respondió la rubia asiática” tú no sabes cómo nosotras, cual es el momento en que terminamos con nuestra participación, si no hemos terminado de satisfacer nuestra carnal voracidad, entonces prolongamos el término de la faena.
-Debo suponer entonces que esta deliciosa morena aun no ha saciado su brutal apetito, formuló en forma circunspecta el alemán.
-Efectivamente querido, además tu que conoces de mujeres, debes haber advertido que nosotras nos tomamos más tiempo que los hombres en llegar al clímax, pudiendo continuar sintiendo varios y deliciosos orgasmos, tan solo observa en el anillo a esa bella muchacha llamada Paula, como recién está terminando de venirse, lo percibes mi querido Karl, ¿No la encuentras exquisita?, pues te diré que a mí me tiene muy encendida. El teutón se llevó las manos hasta su bajo vientre, manoseándose sin disimulo sus lugares más íntimos mientras volvía su mirada al anillo observando el momento en que Paula levantaba su espalda de la arena, y giraba sus caderas, haciéndole crepitar el cuello a la ya inerte Rouge una vez más, si bien el movimiento ya no tenía mayor importancia, sí aseguraba el término de la tarea y también un acicate más para los que presenciaban la exhibición, en especial para el epicúreo alemán, quien le manifestó a Kim:
-Creo que es muy estimulante esa chica, y tan creativa como tú
-¿Cómo yo dijiste?, “le interrumpió molesta la rubia oriental”
-Perdóname quise decir casi tan estimulante como tú, “corrigió Hermann”, antes que la altanera mujer se encolerizara más de lo prudente, continuando muy fastidiada para insistir en ello diciéndole:
-Conoces bien mis destrezas y mis rutinas, es una lástima que todas mis condenadas victimas, no puedan avalar desde el infierno lo que afirmo, difícilmente mujer alguna podría igualarme, y mucho menos superar el padecimiento que puedo infligir, ya sea durante un combate o en una simple sesión de castigo, te lo demostraré esta noche, terminó diciendo con irracional soberbia la encolerizada Kim.
Terminada la aclaración por parte de la oriental sobre la participación de la latina, y para acabar con el tema, Karl buscando un pretexto, miró su reloj y dijo:
-Le llevó exactamente una hora hacer su presentación a esta preciosidad, “sin lugar a dudas que se refería a Paula”, quien debajo del caño aun yacía rodeada por el ávido auditorio, exhalando en forma sonora a un costado de la extinta mujer.
Luego la despiadada morena se tomó un tiempo para sentarse en la arena y mirar a la extinta Rouge indiferentemente por unos momentos, y con la mayor indolencia y frialdad se arrojó de espalda sobre el cuerpo ya sin vida de esta, para comenzar con su última exhibición; revolcándose como una leona en celo, acariciándose y mostrándose obscenamente a quienes la observaban; introduciéndose el dedo índice en su boca, succionándolo como si fuera un órgano viril, para luego sacarlo empapado en cristalina saliva, con la que dibujaba húmedas líneas sobre sus redondos pechos, mirando sugestivamente a los insanos y calenturientos espectadores, a los que sometía por medio de las lujuriosas ansias de poseerla, antes de que puedan conseguir sus favores, esclavizándose ellos mismos con sus lujuriosos deseos.
-Ahora este público sabe muy bien que soy una perra mercenaria y asesina, “pensaba” tendrán que esmerarse y ser muy generosos si desean algo conmigo.
La latina una vez que se hubo levantado, se aproximó a los que se encontraban más entusiasmados, quienes esperaban el momento apropiado para poder acercarse, y al menos tocar a la muchacha que estaba entusiasmándolos hasta el clímax, frotando en ellos su cuerpo húmedo y casi desnudo, provocándolos, hechizándolos enloqueciéndolos y disfrutando con malicia la manera como se esforzaban en conseguir su atención.
La estrategia de Paula para tener el camino despejado por delante para presentarse ante a Karl Hermann, consistía en evitar sin previa advertencia los planes de los sátiros admiradores, acabando sorpresiva y caprichosamente con sus avances, dejándolos cachondos y cambiando radicalmente con sus intenciones; abriéndose camino entre ellos, apartándolos con agresivos empujones y mirándolos hurañamente, como reprendiéndolos por su comportamiento.
El primer propósito de la latina era acercarse a los anfitriones, pero estos se retiraron al parecer molestos según estimó Paula en el mismo momento en que se encaminaba a la usual entrevista. Lo que esta no sabía es que la molestia era por causa suya, por el desafortunado símil que hiso Karl de la arrogante Kim y ella en los momentos en que finalizaba su acto, por lo cual Paula no pudo realizar su cometido, dirigiéndose entonces al interior del salón, hacia los vestuarios con la intención de cambiarse para el resto de la agitada noche.
Mientras tanto en el salón y entrando al anillo Pierre anunciaba el próximo encuentro entre Dae “La guerrera coreana” en sexto lugar y Elke “La hiena nazi” rankeada en la séptima posición, ambas se enfrentarán en iguales condiciones; Dae para defender su posición y Elke para escalar una mejor ubicación, haciendo de este su primer enfrentamiento válido para el ranking durante este año, derrotando anteriormente a la mismísima Rouge, llevándola hace algo menos de seis meses al octavo puesto en Australia, y ahora hace muy pocos minutos eliminada del ranking, definitiva y fatalmente por una nueva integrante, la joven Paula, “hacía esta breve reseña el francés de la manera acostumbrada en que se proclamaban los encuentros” cuando el reloj señalaba las veintitrés horas y treinta minutos.
Dae se presentó con el atuendo acostumbrado de dos prendas, con motivos orientales en negro y dorado, la cabeza cubierta con un capuchón y máscara, excepto por el rostro. Elke de cuero rojo y negro con diseños nazis, con una mascarilla “ad hoc” que le cubría la cabeza hasta el cuello, con la cara descubierta.
Luego de todos los pormenores acostumbrados, se iniciaron los aprontes, entrando primero la alemana como desafiante, siendo aplaudida por sus admiradores y fanáticos, luego lo hiso la chica coreana que como mejor rankeada tenía el derecho de ingresar cuando lo deseara, el recibimiento por parte de sus adeptos, que eran los menos, no fue de la mejor manera, con esta fría recepción, las cosas se habían puesto en su lugar, la rubia teutona claramente era la favorita en este segundo encuentro de la noche, esta disfrutaba más sus encuentros fuera del programa, atizando y provocando a las “ratas” en cada ocasión que se le presentaba para exhibirse en inicuos y mortales encuentros para satisfacer a sus fanáticos, los cuales le resultaban más lucrativos y de su gusto, pero ahora debería confrontarse con una de sus iguales respetando las normas de la organización.
Entretanto en los momentos que Paula se tomaba una ducha, oyó una voz que silenció el ruido que hacia el agua al caer y que con cierta dificultad, entendió al parecer algo como:
-Te puedo jabonar la espalda, bella ganadora.
Paula que estaba de espalda a la entrada del baño, volteó hacia la dirección de donde provenía la voz, encontrándose a Ebba, que sonriéndole estaba empezando a desnudarse para introducirse bajo la ducha, una vez que se despojó de toda su ropa, tomó el jabón y acercándose a la morena, la volteó suavemente, tomándola por detrás, jabonando desde sus pechos hasta su resbaladizo sexo, luego se acuclilló para hacer lo mismo con sus piernas, las que rosaba sutilmente con sus mejillas, una vez que el agua hubo arrastrado los últimos vestigios de arena sudor y sangre del cuerpo de la joven morena, la giró nuevamente en forma delicada, ubicando el sexo de Paula frente a su boca, hasta alcanzarlo con sus labios, con los que vadeó toda su zona erógena, sutilmente al comienzo y luego, ayudándose de su diestra lengua, la penetró, llegando hasta las partes más sensibles de la morena, que estremecida de placer, alzó una de sus piernas, haciendo descansar su muslo sobre un hombro de la sueca, a la vez que agarrándole su cabeza, la oprimía suavemente contra su vagina, musitando entre gozosos quejidos:
-¡Eso es mi niñita…aaarg…mámaselo a mamita…, oh sííí!
Hacía ya más de media hora que el encuentro entre Dae y Elke había comenzado y a estas alturas el match ya estaba definido en favor de la alemana. Entre tanto los asistentes algo desconformes con el desarrollo del encuentro, le pedían a la alemana un enérgico castigo final, a manera de poder recompensar el mediocre desempeño durante todo este cometido.
En honor a la verdad, las contiendas entre estas mujeres rankeadas, si bien dan un buen espectáculo y muy en serio, desgraciadamente carecen del retorcido y funesto proceder con el que actúan cuando la antagonista es una rata, o bien una de las “Gatas” que esté sometida al “Castigo”, como fueron los casos de Rouge y Seba, donde la ganadora pudo actuar con total licencia, como fue su soberana decisión. Situación que podía impedir Hermann en muy pocas oportunidades, siempre y cuando la determinación vaya en beneficio del espectáculo y de lo que es más importante aún, la continuidad de los eventos.
Desgraciadamente este era uno de esos casos, puesto que Dae era una oponente que de seguro contra otras rivales más débiles podría seguir dando excelentes presentaciones, como ya lo había hecho en anteriores oportunidades, aun cuando Karl permitió a Elke que luciera por algunos momentos más su característico estilo y determinación descargando algo más de castigo sobre la coreana, pero dada la comprometedora situación, él alemán detendría sin lugar a dudas el combate.
La teutona intentó presentar una mejor performance frente a Karl, iniciando una serie de golpes de puños, rodillas y pies innecesariamente, puesto que la coreana estaba ya perdiendo el conocimiento, desplomándose de bruces una vez más después de esta acción, quedando inconsciente en la arena.
Elke miró al alemán, sabiendo que este tenía decisiones caprichosas en algunas ocasiones, cuando se trataba de fallos, por lo que por unos instantes esperó con ansias la aprobación para poder ultimar a la coreana, mientras este se hacía el desentendido por un tiempo más que razonable, la vehemente alemana decidió seguir con sus planes sin esperar la soberana sentencia del teutón.
La rubia se quitó la capucha, dejando libre su dorada y larga cabellera, la que brilló bajo las luces que iluminaban el anillo, para observar a los ansiosos presentes, que le solicitaban que siguiera con la acostumbrada rutina de desnudar sus pechos, señalando su voluntad de querer acabar con Dae.
La alemana dirigió la vista hacia Kim, que la observó con una sonrisa maliciosa, esta tomó esto como una aceptación, se quitó el brasier, luego aspiró una bocanada de aire inflando sus soberbios pechos y tomando uno con la ayuda de su mano, se lo llevó hasta la boca, lamiando por algunos momentos el rojizo pezón con la punta de su lengua, actitud que los presentes aceptaron satisfechos y eufóricos con hurras, gritos y aplausos, así sintiéndose aceptada; se acercó hasta la tendida mujer, ubicando ambas piernas una a cada lado del cuerpo de esta, y montándose a horcajadas sobre su espalda, llevó sus manos a la cabeza para desenredarse el pelo, bajándolas lentamente hasta sus pechos con aparente tedio, en los que se detuvo para acariciarlos por momentos, después las apoyó en sus caderas, bajándolas luego para llegar a sus muslos y extendiendo sus dedos alcanzó sus rodillas, encrespándolos como si se tratara de arañas que trepaban hasta la nuca de la asiática, esperó a que esta recuperara su conciencia, y tomándole la cabeza fuertemente, empezó a hundírsela en la arena, comenzando así una improvisada manera de asfixiar a su antagonista.
Mientras el público la alentaba a que no cesara de sofocarla, Elke le impedía levantarse con todo el peso de su cuerpo, ayudada por continuos golpes pélvicos en la espalda, los que la rubia alemana le asestaba, cada vez que la coreana intentaba erguirse, después de un par de minutos cuando la asfixia empezaba a hacer sus efectos, se iniciaron en el maltratado cuerpo de Dae reflejos incondicionales, los que se manifestaron con estremecimientos en todo el cuerpo, antes de que esta quedara totalmente inconsciente.
En estos precisos instantes entraban al salón, saliendo de los camerinos Paula y Ebba, cuando se escuchó la voz de Karl:
-¡Alto Elke! es suficiente, la llamada “Hiena nazi” estando ya embriagada de la adictiva sensación de dominio, se negó a obedecer, aun cuando el autoritario alemán le ordenó en dos oportunidades, la encendida mujer persistió en su accionar, fue tanto el ímpetu en que estaba empeñada, que Karl tuvo que ordenar la intervención de dos fornidas guardianas, las que rápidamente ingresaron a la arena, deteniendo a Elke antes que lograra su despropósito, evitándole a Dae un fatídico final.
Ya entrada la noche los asistentes comenzaron el acostumbrado acercamiento hasta las gladiadoras, ofreciéndoles por sus servicios, reuniones a las que obviamente no concurrían las que estaban impedidas, como el caso de Dae “La guerrera coreana”, que abandonó el salón siendo asistida, otras eran descartadas de plano para ofrecer cualquier servicio por razones manifiestas, como Rouge, la que fue arrastrada y retirada en calidad de bulto fuera del salón.
Las mujeres disponibles como Sadie, que es una experta en exhibirse luchando, golpeando y ajusticiando tanto a mujeres como a débiles sujetos fuera del programa era una de las más requerida, siendo la vedette de esta velada, como también Elke “La hiena nazi” quien fue muy asediada, decidiéndose por dos individuos a quienes les ofrecerá una función con el mismo proceder que no fue autorizada a finiquitar en su encuentro con Dae, mas ahora sí lo podrá concluir sin limitaciones, para proseguir más adelante con una pareja, a los que les proporcionará a cada uno por separado, castigo y placer. Entretanto Paula y Ebba acordaron un encuentro contra un par de ratas de su elección, para que después del un fingido y letal combate donde por supuesto aniquilarán a sus ingenuas y débiles rivales, serán premiadas económicamente y por supuesto con una sesión de sexo y adoración por parte de sus clientes, concluyendo así este gravoso servicio.
Mientras tanto las visitas que aun no habían logrado obtener una cita con alguna de estas mujeres, solicitaban a Osman que los proveyera de “material” para emplear en otros “juegos” alternativos. En algunos casos las visitas elegían a una pareja de ilegales a los que drogaban para que tuvieran sexo frente a ellos, en el que podrían participar en variadas maneras según sus desviados caprichos. Inclinándose también por otras perversiones bastantes comunes y preferidas por algunos varones acompañados por libidinosas y diabólicas damas; donde estas atormentarán preferentemente a una débil mujer que escasamente pueda defenderse, de tal manera que no tengan que atarla, haciendo más sufrido y delirante el desenlace, al tratar de evitarlo inútilmente. Otra de las favoritas entre las “señoras” visitantes a estos eventos es la de tener sexo con un joven y atractivo adolescente de su predilección, mientras igualmente lo ahorcan teniéndolo atado a un camastro, una combinación de la anterior y de la conocida “Asfixia erótica”, sin consenso por supuesto. Las persecuciones y acorralamientos de una presa humana (obviamente) en una cacería, mediante el uso de arquería, látigos y otras clases de armas e instrumentos, son también bastante frecuentes. Estas y otras insensatas perversidades, además de los tradicionales combates, son las favoritas por el ávido público durante su pasajera estadía en estos emplazamientos.