EL EYACULADOR PRECOZ

Llegué a casa del colegio a las siete. Mis padres estaban trabajando. Fui a la habitación de mi hermana para que me ayudase a hacer los deberes… Estaba con las contras cerradas. Su habitación estaba oscura. La vi desnuda, con las piernas abiertas. Dormía. Me acerque.

Vi que su conchita estaba mojada. «Se masturbó y después de correrse quedó dormida», me dije. Quise saber a que sabía el flujo de una mujer. Pasé mi lengua por los labios de su conchita. Me gustó. Volví a pasar mi lengua… mi hermana movió su pelvis de abajo arriba y de arriba abajo. Yo dejé mi lengua sobre su pepitilla. Ella se movía a su ritmo. Al rato comenzó a gemir. Le metí la punta de mi lengua en su conchita para saborear sus flujos sin dejar de cubrir su pepitilla. Mi hermana se movió con más rapidez. De su conchita comenzó a salir cantidad de aguadilla. Mi hermana empezó a temblar. Se estaba corriendo. Yo me corrí manchando mis calzoncillos. Alguien me dijo que correrse así sólo lo hacía un eyaculador precoz. pues lo soy, y me gusta serlo.

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