LA COSTURERA

Hace años, en las aldeas, las costureras iban a coser por las casas. Esta historia va de una de ellas
Yo había sido expulsado una semana del Instituto. Mi padre se fuera a trabajar a su carpintería y mi madre a la fábrica de conserva. A la costurera le habían dado una llave de la casa. Fuera contratada por 5 días.
La costurera era pelirroja, casi rubia, tenia 23 años, estaba casada tenía dos hijos, uno aún era un bebé de pecho. Estaba de toma pan y moja.
La costurera se puso a coser a máquina (mi madre tenía una Singer con pedal) al lado de una pared que daba con mi habitación. Le grité:
-¡¡También podías haber venido a las diez, no me vas a dejar dormir!!
-Qué susto me metiste, joselito! Pensé que no había nadie en casa.
Al oír su voz supe que no tenía que gritar para que me oyera.
-Ya ves que no es así.
-Ya que estás en casa, ven. Te tomaré las medidas parta hacerte el pantalón.
-No puedo. Estoy desnudo y empalmado.
Oí sus risas. Se debió creer que estaba de broma.
-Le podemos tomar medida y hacer una gabardina.
-No tienes suficiente tela para mi Frankenstein. Es un monstruo de polla.
La costurera seguía con su cachondeo.
-¿Le diste aire con un bombín de la bicicleta?
-No me hace falta. ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Si no es guarra…
-¿Tus tetas aún echan leche?
-¿Tiene hambre el nene?
Este nene tiene una polla que no te cabría en la boca y mucho menos en la almeja.
-¡Ya está bien con la broma!
-Joder, ahora no pares de hablar que estoy a punto de correrme.
-¡¿Te la estas pelando mientra hablamos?!
-Sí.
Sentí sus pasos sobre el piso de madera acercándose a mi habitación. Llegó a la puerta y me dijo:
-Enseña.
Quité la sabana de encima y vio mis 25 centímetros que calzaban el agujero de un pico. No se lo pensó dos veces. Entró en la habitación y se desnudo. Se metió en la cama, cogió mi polla y la fue metiendo en su coño, muy despacito ya que le entraba apretadísima. Estaba tan excitada que sus tetas comenzaron a echar leche. Se las chupé y tragué su leche dulce y calentita, que a veces la costurera saboreaba conmigo al besarme con lengua. Le importó una mierda que me corriera tres veces dentro de su coño antes de correrse ella.
Fueron cinco días maravillosos. Me harté de beber su leche y ella la mía, de romperle el culo y de correrme entre sus tetas y ahora me voy a pajear, pues recordando, se me puso dura.
Quique.

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