La chica de la limpieza me despierta con sorpresa

-Buenos días, le traigo el desayuno.- le dice la criada mientras él se despereza.
-Sí, Marlene, tráeme, tostadas con fresa y un buen café cargado.

Marlene, la chica de la limpieza, chacha y también criada, como cada mañana había subido a la habitación del señorito Andrew Svenson, al norte de Inglaterra, cerca del condado de Yorkshire, en un lugar recóndito llamado Whitby. Al que no te acercarías si alguien no te acompaña, es un sitio gélido, montañoso verde, con aspecto siniestro y bañado por las frías aguas del mar el Norte.
Whitby, para quién no lo conozca, territorio de Drácula, hay incluso la ruta del Vampiro, inspirado en el inicio de la novela famosa de Bram Stoker; donde una goleta rusa encalla en este frío puerto, uno de los seis primeros de Inglaterra, y un perro negro muy fiero, con muy malas pulgas, es el único superviviente. Los marineros mueren y el perrito salta al poblado, escampando el miedo entre sus lugareños. Más tarde se sabría que este perro con mala leche, con más malas pulgas que Risitas, será Drácula, el vampiro más famoso.
Pero dejando a un lado esta inhóspita historia verídica, Andrew estaba ya tomando su café caliente y sus tostadas:

-Mmmmm que ricas están, Marlene, cada día haces mejor los desayunos.
-Sí gracias, señorito, así me han enseñado, a servir bien.
-Mis padres han hecho un buen acierto contigo, la otra chica le salía penoso el café, pero tú, mmm qué bueno está- le decía Andrew mientras daba y saboreaba un sorbo largo, al tazón de café cargado.
-Claro que sí, señorito, además con el día que hace hoy, tan negro y lluvioso apetece un café caldoso. ¡Menudo condado éste del jamón de York!
-Ja, ja, ja, que simpática eres Marlene, me haces reír en esta mañana negra, como se nota que no has estudiado nada de Geografía, no es de jamón de York, es el condado de Yorkshire, al noreste de Inglaterra, donde las gaviotas chillan y Drácula el colmillo clava.
– Mmmm clava, clava, Pablito, clavó, un clav….ejem….Es cierto, señorito, cuánto sabe Usted…
-Y no me llames tanto de Usted, que no soy tan mayor, ¿qué edad tienes Marlene?
-28 años señor
-Bueno, yo 27 somos de la misma edad casi, yo un señor y tú una criada, pero iguales en edad, ¿no?- le dijo Andrew desde la cama, ya apurando el último sorbo de café. Y mirando y ojeando y hojeando The Sun, la prensa sensacionalista inglesa, lo que es aquí la prensa rosa.
-Sí, mirándolo así, sí, casi la misma edad- ella estaba de pie, dentro de la habitación todavía, con la puerta abierta para salir. Pero mantenía la compostura de una buena sirvienta, esperando la orden de retirada; estaba en dirección a Andrew en la cama, y con las manos cruzadas delante de su uniforme blanco y negro.

Una dulce criada con un secreto muy bien guardado

-Y dime Marlene, ¿cuánto tiempo llevas trabajando para mis padres?
-No sé, unos cuatro meses.
-Y en estos cuatro meses ¿cuántas veces hemos hablado?
-Pues pocas, unas dos o tres, señorito-dijo ella dubitativa y mirando para abajo.
-Y no me llames señorito ya, que ahora no están mis padres, están trabajando, llámame Andrew, o Andy. Lo que te guste más.
-Pues si puedo elegir, prefiero Andy, le pega más. Así más juvenil y desenvuelto.-le dijo ella con media sonrisa infantiloide.
-Eso es, ahora soy Andy para ti, y dime Marlene, ¿tienes novio?
– Ehmmm, pues… novio….no, no tengo, y no tengo ganas la verdad- contestó ella- así estoy muy bien.
-Y ya lo puedes decir, ¡y bien que estás!, pero que muy bien, ¿te han dicho alguna vez que tienes un cuerpo muy bonito?
-Señor, …digo…Andy, me ruborizan esas cosas
-¿Te ruborizan?, ven aquí, sube a la cama
-Eso no lo puedo hacer.
-Ven-dijo en un tono más serio.

De forma inesperada Marlene accedió a la petición de Andrew, de Andy como le dijo que le llamase. Una vez estuvo en su cama grande y elevada, él, sin esperar respuesta la fue desnudando. Hasta dejarla en pelota viva.

-¿No dices nada, ahora, Marlene?
-No Andy, ahora nada, soy la chacha, me enseñaron a obedecer a los señoritos.
-Así me gusta- reprobó Andy.

La fue desnudando, quitándole esas ropas, ese uniforme que tantas veces lo había visto puesto. Y su sorpresa fue mayúscula y ruborizante esta vez para él, al ver que la criada, no era lo que esperaba.
-Pero,… si eres un …-dijo él sorprendido.
-Sí, nací chica en un cuerpo de hombre. Tengo pechos, pero como ve, mantengo mi parte viril, muy a mi pesar- dijo ella, mirando hacia las sábanas, y ya desnuda por completo encima de la cama.
-Tienes p….polla, pero eres tan femenina,…me gustan tus pechos, ¿medio hombre y medio mujer?
– Si hombre como el minotauro, cabeza toro y cuerpo de hombre…se equivoca esta vez Andy, soy una mujer de la cabeza a los pies, aunque me vea este apéndice o suplemento entre mis piernas- dijo ella, esta vez levantando la cabeza y mirándole directamente a los ojos.
-Ven aquí, Marlene. Me gustas también con complemento.

Y ella se acercó, se fundieron en un beso, en unos magreos, Andy comenzó a explorar el cuerpo sorprendente de ella: tatuajes escondidos, tetas con pezones gordos, una semipolla que adornadaba su entre pierna, y muy femenina. Ambos gozaron en la cama elevada del señorito, que clavó su polla en su criada. Y ella, en ese momento, disfruta más que la fruta del desayuno. Ella era Pasifae, y el señorito, el Toro de Creta, ambos se funden en el lecho de leche.

El señorito Andy y la chacha Marlene, un despertar con sorpresa.