Inés, estaba en la cama, en casa de su tía, una mujer de 50 años, de buen ver…
A Inés no le daba el sueño. Se metió la mano dentro de las bragas y se comenzó a tocar. Cinco minutos más tarde, la tía, en camisón, entró en la habitación y vio como a su sobrina se le movía la mano bajó la sábana. Inés, se percató de la presencia de su tía y paró de masturbarse. La tía se sentó en el borde de la cama y le preguntó, con mucha seriedad:
-¡¿Qué estabas haciendo con tu mano, guarra?!
-Me estaba rascando una pierna.
La tía le quitó la sábana que la cubría y vio sus tetas con los pezones erectos y un tanga y un liguero azul con lunares blancos a los pies de la cama.
-¡Así que rascando la pierna, cochina!
-Sí, no es lo que parece.
La tía le toco el sexo, que estaba empapado. Con los dedos mojados. le preguntó:
-¡¿Y esto que es, gorrina?!
-Sudor.
La tía se llevó los dedos a la boca y probó el supuesto sudor.
-¡Esto es flujo. Te estabas masturbando, pendeja!
Inés, dijo, poniendo carita de niña buena:
-Un poquito.
-¡Tócate las tetas que quiero verte, putilla!
-Si te desnudas me las toco.
La tía se quitó una zapatilla, y se la amenazó con ella.
-¡Que te toques las tetas, coño!
Inés se empezó a tocar las tetas.
-¡Pellizca los pezones!
Mientras Inés se pellizcaba los pezones, su tía, se desnudó y Inés vio sus tetas, algo decaídas por la edad, pero todavía apetecibles y un sexo rodeado de una gran mata negra.
La tía le llevó a la sobrina una teta a la boca y le dijo:
-¡Chupa, cabrona!
Inés le chupó la teta y después la otra.
La tía le metió dos dedos en el coño y la masturbó.
-¡Aqui cabe la de un negro mandinga, puta! ¡¿Te follaste a un negro mandinga, zorra?!
-No.
-¡¿No, que?!
-¿No, ama?
-¡No, guarra, no soy tu ama, soy tu amor! ¡¿Entendido, perdida?!
-Si, mi amor.
La tía se echó boca arriba al lado de inés, y le dijo:
-Bésame y mastúrbame.
-¿Hasta que te corras?
-¡Habla cuando te lo lo ordene, asquerosa!
-Sí, mi amor.
Inés besó a su tía y la masturbó con tres dedos. La tía se pellizcaba y se magreaba las tetas. Al rato…
-¡Para, puerca, para que si sigues ya me corro. ¿Quieres que te coma el coño, diablesa?
-Si, mi amor.
La tía se metió entre las piernas de su sobrina.. Lamió toda el flujo que tenía en el coño. Se lo tragó y después le empezó a hacer el cunnilingus perfecto. Punta de la lengua dentro y fuera del ano. Lengua dentro y fuera de la vagina, lamidas y chupadas de labios, y lamidas y mamadas de clítoris, que desde el principio ya tenía una pequeña erección.
-¿Te gusta, ramera!
-Sí, amor mío.
La tía metió dos dedos en su coño y se masturbó mientras le seguía haciendo el cunnilingus. Llegó un momento en que Inés ya no aguantó más.
-¿Puedo hablar, cariño mío?
-¡Ya hablaste, guarrilla!
-¡¡Es que me corro, mi amor!!
-¡¡Y yo, cielo y yo!¡
Entre una melodía de gemidos y fuertes sacudidas. Inés le llenó a su tía la boca con el flujo de su corrida, flujo que tragó con voracidad, mientras dejaba la cama perdida con el suyo.
Después, abrazadas, se quedaron dormidas.
Quique.