Haciendo travesuras

Tome la iniciativa de hacerle una visita a una antigua amiga muy especial de la universidad, estudiante de una Facultad diferente a la mía, Administración, una pequeña mujer, delgada, piel canela, dueña de unos pechos exuberantes, piel canela, estudiante de Educación, de Lengua y Literatura, que ejercía como profesora auxiliar en una Institución del Estado, los denominados colegios públicos.

Estando dentro de la escuela decidí ir en su busca, la encontré dando una clase en un aula del último grado escolar, a un paso de la universidad, un aula mixta, chicas y chicos. Al encontrarnos nos saludamos como es la costumbre, sin dejar de mirar a sus deseables alumnos, alrededor de 50.

En un instante cruzaron por mi mente, travesuras deliciosas para hacer entre la profesora, sus alumnos y yo.

Mi amiga Roxana, no era ajena a mis pensamientos y deseos, porque nos conocemos íntimamente de algunos años atrás. Decidimos que debíamos dar una clase en un día no laborable, donde la presencia de muchos estudiantes no sea obstáculo, decidimos invitar a los más traviesos, a los más pícaros del aula.

Toda la planificación de dicha acción nos llevó unos días. Y llegó tan esperado día, llegamos vestidas de forma casual. Ya en el aula mi amiga, vistió una minifalda de infarto, no ceñida a las piernas y una blusa sin sostén, algo abierta desde los pechos, para causar buena vista. Asistieron a dicha clase 5 alumnos, de los ocho que habíamos invitado.

La clase discurrió, de lo más formal posible, hicimos un alto, solicitando la ayuda de los chicos para colocar unas letras en lo alto cerca del techo, y con la ayuda de una escalera pequeña, trepó mi amiga, para lo cual decidí salir un momento del aula, espiando desde la ventana, desde fuera del aula, tratando que todo siga normal y calmadamente. Pude avistar desde fuera como los chicos, solícitos, sostenían la escalera por la que subía mi amiga Roxana, dejando ver desde lo alto sus nalgas cubiertas por sus pequeños calzones color amarillo, en su deliciosa piel canela, como se intercambiaban las miradas y las sonrisas, como se hacían gestos morbosos entre ellos; y yo desde fuera disfrutando de tan excitante espectáculo. Y así, una y otra vez, mostrando su pequeño y apetitoso culo.

Después se acercaba a cada chico para verificar que lean su tema de clase y al inclinarse ante ellos, mostraba sus pechos, hasta casi verse las aureolas de sus pechos, se le veía más de la mitad de sus pechos, una visión por demás excitante. Otra vez, al inclinarse a escribir en la parte inferior del pizarrón, se le subía la minifaldita, y se le podía ver la totalidad de sus piernas. La provocación estaba aumentando la excitación de los presentes. Entre la provocación y la excitación de los presentes, hicimos un intermedio en la clase, para que mi amiga y yo conversemos un momento, durante diez minutos, en el aula contigua, y que en unos determinados minutos, debían avisarnos para la continuación de la clase y vaya que si deseaban las clases.

En el instante que dos de los chicos, llegaban al aula para avisarnos que los minutos habían transcurrido, nos encontraron, las dos juntas, Roxana y yo, ella de espaldas a mí, inclinada hacia adelante, con su minifaldita subida, dejando al descubierto todas sus piernas, sus nalgas cubiertas por ese pequeño calzón amarillo, a su costado estaba yo apretando esas pequeñas nalgas con una de mis manos y con la otra acariciaba sus grandes pechos. Ella como podía se sujetaba a mis piernas, a mi cuerpo; y en esa actitud nos sorprendieron los chicos, sólo intercambiamos sonrisas cómplices entre nosotros cuatro, y con un gesto los invitamos a unirse a nosotras, que no tardaron en hacerlo.

Tímidamente admiraban el culo de su profesora, pero tomando una de sus manos la llevé hasta el culo de ella, que ya se erguía, después de estar inclinada con su culo, siendo manoseado por una torpe pero ansiosa mano. Me acerqué al otro chico y apreté sus pantalones, en la parte que cubría su verga, la tenía dura, casi rompía sus pantalones. Poco a poco el salón de clase se fue quedando vacío, y nos juntamos todos en esta aula, contigua a la clase. Las caricias subieron de tono, ya acariciaban el coño de Roxana y el mío; nosotras sentíamos la dureza de sus vergas en nuestras manos y también en nuestros culos por las sobadas que nos daban cuando nos cogían los pechos, desde atrás. El manoseo fue incesante, que hasta nuestros coños se humedecieron, ellos sus pantalones también con su líquido preseminal, sólo nos quedaba quitarnos la ropa y tener sexo ahí mismo.

Nos vestimos con la formalidad de costumbre, salimos juntos del aula, del Colegio, rumbo a una de las casas de uno de los alumnos, para continuar la clase pendiente. Para la primera vez, no era muy conveniente alguna de las nuestras, es decir, ni la de Roxana, ni la mía.

Una situación particular, cinco chicos y nosotras dos. Sin duda el grado de confianza era mayor que al empezar la clase. Porque al estar dentro de las paredes de la casa, en el silencio de ella, se oían nuestras respiraciones agitadas, miradas de deseo, con nuestras manos acariciándonos por todas las partes de nuestros cuerpos, sus vergas, nuestros coños, nuestros pechos, nuestros culos y apretando sus traseros, volvíamos a calentarnos como antes de salir de la clase.

Poco a poco, en las caricias que nos dábamos como animales en celo, nos íbamos despojando de nuestras ropas hasta quedar siete amantes totalmente desnudos. Pude apreciar con gran deseo cinco apetecibles vergas de buen tamaño, si caer en la exageración.

Roxana y yo nos inclinamos ante ellos que estaban de pie junto a la cama, con mi lengua lamía una de las vergas y poco a poco fui abriendo la boca para que la punta de dicha verga se abra paso entre mis labios y con mis manos masturbaba otras vergas, una a cada mano. Mi amiga Roxana también estaba entretenida en lo suyo. Ellos desde su posición, alcanzaban a apretar nuestros pechos con sus manos.

Para devolvernos el favor, nos pusimos de pie junto a la cama con las piernas ligeramente abiertas. Uno de los chicos hurgaba con su lengua en mi coño, deslizando la punta de su lengua por el contorno de la entrada, humedeciendo más mis labios vaginales, luego subió a mi clítoris y me empezaba a golpear con la punta de su lengua mi ardiente clítoris, mordiéndolo como podía con sus labios, y sus dedos iniciaban una penetración sin detenerse, cada vez más rápido; detrás de mí, otro chico, sujetando con cada una de sus manos mis nalgas, abriéndolas con sus dedos pulgares, así lo sentía, viendo como su cara se acercaba a mi culo, a juzgar por el aire que llegaba a mi ano y, sentir enseguida como una lengua traviesa trataba de meterse dentro de él, como era lamido mi culo por el agujerito más placentero. Sn duda que mi amiga y yo, disfrutábamos de tan maravilloso placer, el quinto chico no perdía detalle, mordiendo los grandes pechos de mi amiga. Era un placer que me hacía temblar las piernas, si no era porque me sujetaba de los chicos, hubiese caído extasiada de placer.

La cama de la habitación era una cama grande, de dos plazas, quizás más, no sé, suficiente espacio para estar todos juntos en ella. Dos de los chicos echados en la cama, uno a cada lado, mi amiga y yo subimos en cada uno de los chicos, tenían las vergas duras y mirando hacia arriba. Abrí mis piernas, tomé con una mano una verga y me la fui introduciendo despacio hasta quedar llena de verga, puse mi manos en la cama a cada lado de su cuerpo, inclinándome hacia adelante, moviéndome despacio, de atrás hacia adelante, acompasada con mi amiga Roxana. De pronto una mano húmeda trataba de humedecer nuestros culos, sentí un líquido recorrer mi ano, luego unas manos abrían mis nalgas, una para cada mano y sentir un invasor que se abría paso en mi ano, sentir con una verga se iba introduciendo mientras trataba de estar lo más quieta posible y sentir que toda la verga estaba dentro y tocar con mis nalgas los muslos de mi segundo amante que estaba detrás de mí. Luego el chico que estaba detrás de mí empezó a empujar hacia adelante y el chico que estaba debajo de mí, empujar un poco hacia arriba sujetándome de las piernas. El quinto chico nos hacía disfrutar de su verga chupándosela, un momento mi amiga y en otro momento yo, hasta terminar y quedar echadas en la cama y sobre nuestros cuerpos nos bañaron con su lechita caliente todos juntos y después nos la untaron como crema mientras éramos acariciadas.

Este momento de placer, que duró casi dos horas, quedamos así sucias en la cama. Luego nos fuimos al baño y nos sentamos bajo la ducha mientras tratábamos de abrir la ducha para que el agua caiga sobre nosotras, pero el agua estaba algo fría, y se nos ocurrió que los chicos nos dieran una mano; presurosos llegaron y sobre nuestros cuerpos orinaron, una deliciosa lluvia ácida que bañó nuestros cuerpos, cinco deliciosos caños de agua caliente. Después de la ducha caliente, vino una ducha fría, y las cortas despedidas de algunos chicos, principalmente los que no eran de casa y vivían algo lejos. Nos quedamos en el baño un rato más, mientras el dueño de casa despedía a sus amigos. Con el cuarto a nuestra total disposición salimos desnudas del baño para limpiarnos y secarnos el cuerpo. Al estar desnudas, sentadas en la cama, no pude evitar acariciar sus grandes pechos y luego acercar mi boca a la suya, entreabriéndolas para que nuestras lenguas se encuentren, en un delicioso intercambio de salivas, nuestras lenguas jugueteen, dentro de nuestras bocas, nuestras manos acariciaban nuestras espalda y se deslizaban hacia nuestros traseros.

Roxanita, se subió en la cama y se echó en ella, estaba yo luego sobre ella, abrí mis piernas y le acerqué mi coño a su boca, me incliné y acerqué mi boca al coño de ella y empezamos un delicioso 69. Mis dedos penetraban su húmedo coño, mi lengua saboreaba y frotaba su clítoris, abriendo luego mi boca y cerrándola sin apartar mis labios de su coño, provocando sonidos excitantes, con unos chupetones ricos y otra vez mis dedos hurgaban su coño y mi lengua su clítoris, sintiendo en mi coño como unos dedos también me hurgaban sin cesar, como una lengua me recorría el clítoris, los labios de mi coño. Nos olvidamos de todo y de todos y nos entregamos a nuestro placer, de pronto unas manos que acariciaban mis nalgas, me decían que había alguien más, era el chico dueño de casa. Esta escena sin duda lo motivó, que en el acto se volvió a quitar sus ropas y subirse a la cama con nosotras. Al separarnos y estar mi amiga echada en la cama, fue sobre ella, tomó una pierna en cada mano y las abrió, luego apuntó con su verga el coño de Roxanita y la penetró en un segundo, me levanté en la misma cama, me puse de pie junto al chico y le ofrecí mi coño para que lo chupe a placer. Deliciosa sensación, que siguió a un intercambio de roles, pasé a estar en la cama, sintiendo ser penetrada por una deliciosa verga, como sus manos se posesionaban de mis pechos, sentir como me empujaba de atrás para adelante, fuerte, sin detenerse, tenía mis manos en sus nalgas como sujetándome a él, y ahora él le comía el coño a mi amiga con su gran lengua, ella sujetaba su cabeza con su mano de vez en cuando, se inclinaba algo y se volvía a levantar sobre su cara, frotaba todo su coño sobre la cara de aquel chico, terminamos con mi amiga derramando sus flujos en la cara del chico que se fue limpiando sobre su cuerpo.

Después de un breve descanso nos fuimos juntos al baño. En el baño, hicimos acostar al chico, bajo la ducha, una a una fuimos orinando sobre él, desde la boca hasta su pecho, una caliente lluvia ácida que disfrutó con mucho placer.

Sin duda que con la profesora Roxana, las clases empezaron a tomar otro sentido.

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