Fui la puta de mi yerno. Final

Y ya lo último, es el relato de una suegra con linea erotica que me convierto en puta de verdad de mi yerno, sin querer o queriendo, el caso es que me hizo vivir lo máximo para una mujer, en edad muy madura.
De este modo, y al hilo del relato anterior, al día siguiente me desperté temprano y decidí que tenía que hablar con mi yerno sobre lo que había ocurrido así que preparé una pequeña lista de cosas para comprar y pedí a mi hija que fuera a comprarlas sabiendo que tardaría un buen rato.

Cuando salió fui nerviosa al salón y desperté a mi yerno que aun dormía como el día anterior con un notable bulto en sus calzoncillos.

Tras darnos los buenos días le dejé que se espabilara y que se levantara. Le dije que teníamos que hablar, asintió, se levantó y se puso a mi lado cruzando sus brazos y esperando que yo hablara.

Estaba muy nerviosa y no sabía cómo empezar.

Suegra: Creo que lo que pasó ayer en la ventana es algo que no está bien y que no debes volver a hacer. No entiendo cómo se te ocurre hacerme algo así estando mi hija al lado. No dije nada para no crear una situación desagradable.

Él estaba muy tranquilo, parecía contener una leve sonrisa y cuando terminé de hablar me miró a los ojos y me puso su mano en el brazo acariciándome con mucha seguridad.

Yerno: Suegra, hace tiempo que tenía que haber hablado contigo. Tu hija y yo tenemos algunos problemas. Ella no siente interés por el sexo desde hace años y yo aun soy un hombre joven y con necesidades. He estado tentado de buscar una amante pero me da miedo por todos los problemas que eso puede traer consigo porque yo no quiero separarme de Ana ni de los niños.

Tú también sigues siendo joven, no tienes pareja, me gustas mucho y nunca harías nada que perjudicara a tu hija.

Perdóname… ayer se me fue la cabeza y no me pude contener pero debes entenderme… eres la candidata perfecta.

Me quedé atónita escuchando su explicación y sin saber qué contestar.

No imaginaba que la cosa estuviera tan mal. Con algo de vergüenza le pregunté si él no se aliviaba solo y me contestó que sí pero que ya estaba cansado de aquella rutina y que sentía una enorme tristeza de no tener con quien compartir su sexualidad. Le dije que le entendía, a fin de cuentas a mi me pasaba algo parecido y me ofrecí a hablar con mi hija para intentar solucionar la situación.

Él me miraba con ternura mientras yo hablaba y cuando terminé volvió acariciarme.

Yerno: ¿Ves por qué te quiero tanto?… eres una mujer estupenda pero no conseguirás nada. Las cosas son como son. Ella no va a cambiar y yo… yo te quiero como suegra pero te deseo como mujer, así que si quieres ayudarme solo hay una manera.

Llevo su mano a mi cara y acarició mis labios con el pulgar.

Yo estaba otra vez bloqueada pero tras unos eternos segundos conseguí reaccionar. Tome su mano entre las mías y le confesé.

Suegra: Ángel, eres un hombre guapo y dulce. No entiendo como mi hija puede tenerte tan desatendido pero es mi hija y aunque fueras el último hombre en el planeta nunca me acostaría contigo.

No me lo creía ni yo.

Entonces él me cogió las dos manos y tiró de mí para abrazarme por la cintura y pegarme a su cuerpo. Apoyó su frente contra la mía y mirando hacia abajo como con cierto pudor me dijo.

Yerno: Vale, no te acuestes conmigo pero… deja que me alivie contigo.

Suegra: ¿Aliviarte?… ¿qué quieres decir?

Dudó unos segundos y respondió.

Yerno: Déjame que te toque. Podría masturbarme mientras te acaricio. Te prometo portarme bien y no hacer nada que no quieras pero déjame tocarte. Te deseo más que a nadie.

¡Joder! Otra vez estaba cachonda perdida pero no era solo lo que me estaba diciendo, era todo… sus caricias… su olor… y su polla que ya se estaba haciendo notar entre nuestros cuerpos. Solo que ahora él no llevaba pantalones y podía sentirla en mi vientre tras la fina tela de sus calzones.

Suegra: No sé, me pides mucho.

Yerno: Por favor, susurró bajito.

Yo estaba muy excitada y mi voz salía a duras penas de mi garganta.

Suegra: Está bien pero lo hago por vuestra estabilidad y haz solo lo que yo te diga.

A él se le cambio la cara y sonrió pícaramente.

Suegra: Venga, acompáñame al baño.

Yerno: ¿Al baño? Pregunto él.

Suegra: Claro, al baño. Te vas a hacer una paja ¿no?

Yerno: Bueno sí pero yo creo que es mejor aquí en el sofá. Aun está la cama sin hacer, estaremos más cómodos y puedo verte mejor.

Suegra: Pero que tonto eres, qué vas a ver si soy una vieja.

Me separé de él dándole un empujón que lo dejó caer en el sofá y me fui hacia la puerta contoneándome coqueta para echar la llave.

Yerno: Ya, ya, una vieja. Pues mira como me pone la vieja.

Me volví hacia él justo para ver como tiraba del elástico de sus calzones para abajo y liberaba su polla tiesa.

El corazón me dio un brinco, pero él actuaba como si fuera lo más normal del mundo y en un segundo estaba en el sofá en pelotas y tocándose el rabo.

Suegra: Bueno, qué quieres que haga.

Yerno: Desnúdate.

Dudé unos segundos. Él me miraba impaciente mientras se tocaba y yo me hacía la interesante.

Primero me desabroché el sujetador y luego me quité la camiseta de dormir lo más sensualmente que pude.

Suegra: ¿Te vale así? Le dije poniendo mis brazos en jarra y sacando tetas.

Yerno: No, no… quítate las bragas. Quiero verte desnuda.

Me senté junto a él, me quité las bragas y se las ofrecí.

Suegra: ¿Las quieres?

Yerno: Sí, sí gracias.

Las cogió y aspiró de ellas.

Sonreí y le reprendí.

Suegra: Eres un guarrete.

Me puse de rodillas a su lado sobre el sofá. Él primero me miró las tetas y luego bajó su mirada hasta mi coño que, aunque estaba arregladito para ponerme el bikini, conservaba todo el bello.

Me dijo que le encantaba como lo tenía. Que todo en mi le gustaba. Yo intentaba hacerme la dura pero estaba muy caliente y no estaba segura de si aguantaría sin pedirle que me follara.

Yerno: Date la vuelta, quiero verte el culo.

Suegra: Vale…

Aun de rodillas me di la vuelta para que me viera el culo pero con la cabeza girada hacia él pare ver lo que hacía. Sus ojos miraban extasiados y su mano agitaba la polla con más ímpetu.

Lo eché un poquito hacía atrás y le susurré.

Suegra: ¿Te gusta?

Yerno: ¡Hostia suegra! No me gusta… me encanta… me estás volviendo loco. Estaría follándote hasta mañana. ¡Vaya culazo que tienes!

Me lo acaricié sensualmente y él parecía que iba a explotar.

Yerno: Échate hacia adelante. Gimió con un hilo de voz.

Me eché hacia adelante apoyándome en las manos y separé las piernas un poco para que pudiera verme bien el culo y el coño.

Agaché la cabeza y me asomé entre mis piernas. No le veía la cara pero si veía como agitaba su polla.

Por fin un momento de respiro en el que él no podía ver mi cara. Lo justo para cerrar los ojos y dejarme llevar disfrutando mi calentura solo un instante.

Entonces sentí como apoyaba su cara en mis nalgas. La tenía ardiendo y me acariciaba con ella. Comenzó a besarme el culo y me incorporé un poco.

Suegra: Shhhhh!, no… chupar y esas cosas no, solo tocar.

Yerno: ¡Joder suegra!, estas muy suavita y hueles muy bien. Deja que me lo coma que me va a dar algo.

Suegra: No. Hemos dicho que solo tocar. Le dije agitando mi culo para torturarlo.

Entonces cambió de mano y comenzó a masturbarse con la izquierda para poder magrearme el culo.

Se masturbaba torpemente y en su cara tenía un gesto de frustración.

Suegra: ¿Quieres que lo haga yo?

Dije sin creerme lo que acababa de decir. Me miró y asintió sorprendido.

Pasé por encima suya para ponerme del otro lado y el aprovechó para sobarme toda. Me coloque de nuevo de rodillas para que pudiera tocarme el culo y le cogí la polla.

¡Ohh, Dioosss!, sí que estaba dura… durísima, caliente y suave.

Suegra: Lo hago solo porque estoy viendo que tú no puedes hacerlo bien.

Sí, sí… una mierda. Estaba loca por metérmela pero me hacía la sacrificada.

Mientras se la meneaba, él iba metiendo su mano cada vez más entre mis muslos y me rozaba el ojete y el coño. Yo seguí haciéndome la desentendida pero estaba chorreando y rabiando por sentir su mano un poco más adentró donde mi clítoris esperaba ansioso.

Suegra: ¿Lo hago bien?, nunca he hecho esto.

Yerno: Sí, muy bien. Pero aunque no pueda tocarte, creo que lo harás mejor si te pones entre mis piernas.

Suegra: Vale pero está pendiente del ascensor a ver si va a llegar Ana y nos pilla encerrados.

Me bajé del sofá, coloqué un cojín en el suelo, me arrodillé entre sus piernas y puse mis tetas alrededor de su polla para seguir con la paja. Al menearla con mi mano, el capullo me rozaba la barbilla.

Suegra: ¿Te gusta así?

Él no dejaba de mirarme.

Yerno: No me lo puedo creer suegrita, me vas a matar de gusto. Por qué no me la chupas un poquito.

Suegra: ¿Eres tonto?, ¿cómo te la voy a chupar?, eres el marido de mi hija.

Mi voz sonó algo irónica.

Como si lo que estaba haciendo fuera algo normal.

Yerno: Pero puedes darle un besito ¿no?. Me dijo con la voz ronca.

Suegra. Bueno pero solo un besito.

Me humedecí los labios y mirándole a los ojos le di un tierno beso en su capullo. Dejé mis labios en contacto con su polla unos segundos. Unos segundos en los que sentí su tibieza y el olor a macho que desprendía. Mi coño se contraía como en un orgasmo a pesar de que no me estaba corriendo. Era como si me estuviera protestando. Gritándome… ¡fóllatelooo!!

Yerno: Ugggh!, suegra qué cabrona eres… me vas a matar.

Yo sufría más que él y cada vez me importaba menos lo que pensara. Yo también quería correrme, así que con la otra mano comencé a frotarme el coño sin importar si él lo notaba.

Lo miré a los ojos y le dí otro besito pero esta vez entorné los ojos como una perra y apreté mis labios entreabiertos contra su capullo.

Suegra: ¡Uhmm! Eres malo, no te mereces estos besitos. Le dije ronroneando.

Yerno: ¡¡¡Dios!!! Suegra, no me martirices más, ten compasión, ¡joder!, chúpamela, voy a correrme.

Comencé a meneársela con más fuerza pero con una sola mano cada vez lo hacía peor. No podía dejar de tocarme el coño a punto de correrme así que no lo pensé más. Le cogí la polla por la base liberando el resto del tronco y me la metí en la boca de golpe comenzando a mamar con toda el ansia que tenía reprimida.

¡uhmmmg!, joder que buena estaba. Cerré los ojos sintiendo su sabor y cómo me llenaba la boca.

¡uhmmgff! ¡que dura y caliente!

Sentí una ola de calor recorrer mi cuerpo. Un placer que nunca había sentido.

Mi yerno comenzó a resoplar al borde del orgasmo.

La saqué de mi boca para coger aire y una capa de babas viscosas me cubrió la mano.

Suegra: Así, así cariño, córrete, córrete en mi boca…!¡uhmmf!

Volvía engullirla y, tras unas cuantas mamadas más, comenzó a saltar dentro de mi boca escupiendo un caliente chorro de esperma contra mi paladar.

Seguí mamando y tragando toda la leche que iba saliendo hasta que un intenso orgasmo me obligó a respirar por la boca derramando sobre mis tetas un buen buche de babas y lefa.

Suegra: Sí, sí, así… así… yo también me corro cabrón … me corro contigo… me corro contigo…

Tras correrme me quedé desmadejada entre sus piernas con su polla aun palpitando sobre mi cara. Pasaron unos segundos de total relajación y me sentía como en el cielo mientras recuperaba el aire.

Mi yerno me acariciaba el pelo hasta que de pronto el ruido de la máquina del ascensor nos sobresaltó.

Suegra: Corre, me voy a la ducha. Puede ser mi hija. Guárdate eso y ve a quitar la llave. Actúa como si te acabaras de levantar.

Me levanté corriendo pero mi yerno me agarro por la mano. Tiró de mi y se incorporó para darme un piquito y un azote en el culo.

Suegra: Anda sinvergüenza. Ya te has salido con la tuya. Le dije con una sonrisa.

Yerno: ¡Uy! ¡que va!. Quiero mucho más.

Suegra: Ni lo sueñes. Le dije mientras huía hacia el baño.

Entre en el baño, cerré la puerta y me recosté sobre ella aun desnuda y con las piernas temblando.

Escuché y efectivamente era mi hija la que llegaba. Casi nos pilla.

Miré hacia el espejo y me vi reflejada, desnuda, con el pelo alborotado y la barbilla brillante. Parecía una puta.

Era una puta.

La puta de mi yerno.

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