Fotografié a mi abuela dormida por la tarde

Hola, me he decidido a escribir y pasar lo más rápido posible por esta confidencia que me parece demasiado íntima para decirla, pero allá voy. Mi abuela dormía ayer plácidamente la siesta, nada le impedía conciliar el sueño. Yo a veces algo pervertido, siempre la había imaginado desnuda, y ayer pude comprobarlo y de cerca. Con la familia en sus quehaceres diarios, yo, joven y con bastantes experiencias pero con chicas de mi edad, decidí abrir su puerta lentamente.
Cuando me doy cuenta de que estaba durmiendo, como yo había pensado, plácidamente, pero cuál fue mi sorpresa, que estaba desnuda por completo. Había visto algún culo de mis amigas, pero aquél, me parecía de lo más morboso.
Entré sigilosamente y ahí la instantánea, la foto. Nebulosa debido a la oscuridad de la habitación, a no querer poner el flash y a ser un culo antiguo pero perfecto para mí. Le podía ver todo desde atrás, era increíble.

Abuela dormida al calor de una siesta vespertina

Todo un morboso mirando a mi abuela durmiendo, me empecé a notar caliente, y tuve que tocarme. Cómo estaba de caliente solo con ver la escena. Ella en un momento de mi insensatez se giró, y se dio cuenta de que estaba allí. Me había pillado in fraganti con el pene asomando fuera de mi cremallera, como si fuera un teleñeco apareciendo por el lateral de la pantalla; y allí estaba yo, masturbándome mirándola.
Qué haces se puede saber- me dijo entrecortada y entre dormida, pero sin dejar de mirarme el pene. No sabía que contestar así que me acerqué un poco, ella no sabía cómo reaccionar pero no dejaba de mirarme mi pene endurecido y engrandecido. No medié palabra, mi abuela se medio incorporó. Cuando entonces la pude ver de frente desnuda, con dos tetas grandes que mostraba todas para mí, mi insensatez fue real. No parecía reprocharme nada. Entonces me atreví a acariciárselas, era increíble, blandas y calientes. Pude bordear sus pezones rugosos y blandos. En contraposición con mi dura verga. Ella la miraba y sin ninguna señal mía de nada, ella me la tocó. Parece que quería explorarlo, sus manos ancianas tocaban mi pene juvenil y endurecido, la punta en concreto. Ella medio incorporada en su cama grande, acariciaba mi sexo. Y yo, sus tetas. Suave y duro a la vez. Seguirá si lo desean…