Follamos a una amiga que luego gano dinero

Hola a todos mi nombre es miguel tengo 35 años, pelo corto castaño, ojos marrones, alto, y musculoso.

Conocí a Vanesa en una discoteca, era una chica muy guapa, alta, delgada, buenas tetas, culito firme, pelo liso, muy largo de color negro, ojos azules, y labios carnosos.

A los dos nos gustaba mucho el sexo, la tía follaba que daba gusto y le encantaba jugar.

No éramos pareja pero quedábamos a menudo en mi casa ya que yo vivía sólo y follábamos cuando se nos antojaba.

Un día, tuve una idea gracias a la cual durante un tiempo sin que ella lo supiera, gané mucho dinero a su costa.

Como otras veces, iba a venir a mi casa, estuve casi todo el día preparándolo todo, coloqué cámaras ocultas y micros por toda la casa, compré diversos juguetitos tales como esposas, bolas, penes de diferentes tamaños y materiales, para tapar los ojos mascara de seda de las que se usan para dormir, lencería sexy, velas, lubricantes, y ambientadores de distintos olores.

Hacía unas semanas, que cree una página web a la que subiría los vídeos que tenía en mente grabar, ya le había sacado algunas fotos sin que se diera cuenta y las había colgado allí, sólo podían acceder usuarios registrados, los primeros los conseguí del gimnasio, y les dije el día que iba a tener lugar el evento en directo, y que la primera hora era gratis.

Corrieron la voz, y en pocos días, tenía algo más de 5.000 registrados.

Un amigo informático me ayudó con los detalles y es quien se encargaría de enfocar las cámaras por donde estuviéramos, ajustar el zoom cuando fuera necesario, controlar el sonido, a cambio, el se llevaría un porcentaje de lo que ganara y también se encargaría de controlar el registro de usuarios.

Aquel día sin que ella lo supiera, vinieron a casa tres tíos que iban a mi gimnasio, uno de ellos era negro, les escondí antes de que llegara en un armario muy grande que había en la habitación de invitados.

Vanesa llegó sobre las 00.30, era viernes, yo había anunciado en la web que se conectaran más o menos a esa hora y así podrían verlo todo en directo.

Sonó el timbre, abrí la puerta y ahí estaba ella, era verano, se había puesto un vestido negro muy ceñido y corto, no llevaba sujetador aunque no le hacía falta ya que sus tetas estaban muy reafirmadas, iba sin medias, llevaba un tanga de color negro y unos zapatos negros de tacón alto.

Yo, llevaba una camiseta blanca ajustada, unos vaqueros grises, debajo unos bóxer negros, y chanclas del mismo color.

– Hola preciosa ¿cómo estás?

– Muy bien Miguel.

– ¿Qué has hecho hoy?

– He ido de compras, a comer con unas amigas y luego a la peluquería para arreglarme un poco las puntas y que me hicieran la manicura.

– Ya veo, estás muy guapa, te han cortado un poco las uñas aunque las sigues teniendo bastante largas ¿te han hecho la manicura francesa no?

– Si ¿te gustan?

– Me encantan, están perfectas.

– Gracias cariño – respondió tras darme un beso en la mejilla.

– ¿Te apetece una copa?

– Claro

– Siéntate en el sofá que voy a por ella

Vanesa se sentó, yo fui a la cocina a preparar las copas, la de ella con sorpresa, le eché una pastillita que se disolvió enseguida, el efecto que provocaba era que el que la toma se excita como tres veces más de lo normal y en las mujeres hace que tengan multiorgasmos y cuanto más se corren su cuerpo les pide más. Dura como unas 4 horas aproximadamente y lo iba a aprovechar.

Volví junto a ella, puse música, le di su copa, me senté a su izquierda, y empezamos a hablar y a beber.

Al cabo de un rato, nos empezamos a enrollar, y noté como la droga empezaba a hacerle efecto.

– Miguel ¿no hace mucho calor aquí?

– Yo no tengo calor, aunque si estoy poniéndome caliente con esos besos que me das.

– Yo también cariño, a lo mejor si nos desnudamos, dejo de tener tanto calor.

Nos desnudamos el uno al otro, y fuimos al dormitorio, en la cama yo había dejado una caja pequeña y rectangular envuelta con papel de regalo.

– ¿Y esto? – preguntó Vanesa

– Ábrelo

– ¡Madre mía! – dijo cuando abrió la caja – ¿Qué es todo esto?

– Es para jugar mi amor

La caja contenía unas esposas, la máscara de seda negra para los ojos, y unos guantes de hombre de cuero negro y un gel lubricante.

– Mmm, que morbo, y ¿a qué quieres jugar?

– Te explicaré las reglas del juego, yo te pongo las manos a la espalda y las esposo, y en los ojos la máscara, como eres la que lleva las esposas tienes que satisfacer mis deseos…

– Me está gustando la idea, mmm… ¡pónmelas!

– Espera, yo puedo tocar todo tu cuerpo, pero tú a mi sólo puedes chuparme y lamerme la polla, y ninguno nos podemos besar.

– Mmm, que original y ¿los guantes para que son?

– Los guantes son para mí, me los voy a poner para tocarte con ellos.

Vanesa no tenía ni idea de lo que le iba a pasar. Y que miles de usuarios estaban siendo testigos de ello.

Le puse las esposas, y la máscara, la tumbé en la cama y empecé a comerle el coño en ese momento dije la frase que había acordado con mis amigos para que salieran del armario.

– ¡Qué coño más rico tienes! Por cierto, nueva regla, ninguno podemos hablar ¿de acuerdo?

– Si, sigue lamiéndomelo

Sigilosamente, mis amigos entraron en la habitación desnudos y sin hacer ningún ruido.

Los tres al igual que yo, llevaban puestos guantes negros, eran muy musculosos, el negro se llamaba Jayín, de pelo corto, ojos negros y tenía una verga enorme, luego estaba Roberto, pelo corto rubio, ojos azules, polla de unos 18 cm, y por último Damián, rapado al cero, ojos marrones y con un miembro bastante grande también.

Jayín se arrodilló y empezó a meterle dos dedos en el coño a Vanesa, luego jugó con el clítoris con la lengua, y la tía cada vez estaba más húmeda y cachonda, el, se puso de pié, apoyó las manos en sus tetas y al tiempo que las tocaba empezó a introducir su verga en el chochito, las fuertes embestidas y la velocidad con la que lo hacía estaban provocando que Vanesa se corriera.

El negro, se quitó y continuó pajeandose para que no se le bajara, Roberto le relevó, puso a Vanesa a cuatro patas, yo le pasé el gel y empezó a lubricarle el ano a la vez que le metía un dedo y seguidamente, le clavó su polla, la metía y sacaba lo más rápido que podía y la chica aumentó el volumen e intensidad de sus gritos, cambió al coño e hizo lo mismo con mucha más viveza.

Jorge siguió después, y también disfrutó a lo bestia de sus dos húmedos y lubricados agujeritos, el coño de Vanesa empezaba a chorrear y a empapar la cama.

Luego yo me los follé también, y me corrí dentro de su coño, Jorge continuó masturbándola y pasado un rato escuchando los acelerados jadeos de Vanesa, se la metió por el culo y se corrió dentro.

Jayin, la tumbó nuevamente boca arriba y se colocó para hacer un 69, el encima para que ella se la chupara y el pudiera comerle el coño, ambos se entregaron afondo y el negro se corrió en su boca y ella se lo tragó.

Luego le ordené que se levantara, Roberto se puso de rodillas y continuó masturbándola, ella empezó a correrse tan intensamente que involuntariamente acabó meándose encima dejando ver en el suelo un círculo enorme. Roberto se puso de pié, puso sus manos sobre los hombros y le hizo postrarse a la tía, que al instante localizó la polla y comenzó a chupar, al poco rato él la sacó, yo le dije a Vanesa que abriera bien la boca, ella obedeció y recibió un choro de semen en su boca y en sus tetas.

Ellos abandonaron la habitación y volvieron a meterse en el armario de la de invitados.

Yo a ella le quité las esposas y la máscara, me comió a besos por procurarle tanto placer durante tanto rato y haberme corrido tantas veces.

Yo le propuse repetirlo más veces y me contestó ingenua, que todas las veces que yo quisiera, que le había encantado y había disfrutado como nunca.

Luego mientras se duchaba, mis tres amigos se fueron de mi casa sin hacer ruido.

Me fui a la cocina y llamé a mi amigo informático, apenas hable yo para que no me escuchara Vanesa por si a caso, y me dijo que se habían conectado y registrado más de 100.000 personas que la mayoría se habían quedado hasta el final y pagado por verlo, habíamos ganado tanto dinero aquella noche, que nos planteamos continuar aprovechándonos de ello durante todo el tiempo que pudiéramos y todo sin que esa incauta se enterara.

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