Sensaciones extrañas desde que tengo mi nuevo amigo el jardinero. Un follamigo jardinero sin dinero. Tengo una casa grande que yo sola no puedo cuidar, tengo señora de la limpieza mucho más joven que yo. Ya con años encima, me miro al espejo y aún no me veo del todo mal; la chica que limpia lógicamente está mejor que yo, pero aún creo que guardo cierto atractivo.
Apenas hace cuatro días, contratamos a un nuevo jardinero, el anterior, Antuán, llevaba toda una vida con nosotros y ya le llegó la hora de jubilarse.
Cuando me quedo sola, desde el interior de la casa, desde el segundo piso, corro disimuladamente la cortina de mi habitación, para ver como Toni, el nuevo jardinero, corta la hierba, limpia la piscina y hace todas las labores que un de lo verde, debe hacer. Y digo verde porque tenemos más flora que en el Amazonas, plantas, césped, margaritas, jazmines, lirios y macetas, decoran y perfuman hasta mi teta.
Mi follamigo jardinero con un buen florero
Robusto y fuerte, no muy alto, no debe llegar al 1.80 cm, Toni es verdaderamente un hombre atractivo, completo, compacto, peludo y sesudo, es muy listo. Y sin ser guapo, es exageradamente provocador. Su esencia de hombre hace que corra por toda la casa como perra en celo adinerada, los collares de perlas me revolotean por la cara, mis vestidos vuelan al viento, y mi inocente y olvidado marido, ni te cuento. Pasa las horas, haciendo dinero para mantener toda la casa y lógicamente, a esta señora que escribe. Afectuosamente a todos, Andrea la que la menea.
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