Le envió la foto con las tetas al aire como le ordenó. Desnuda y en la cocina, con imagen de mujer ama de casa. Ella casada y con la familia de fin de semana, obedeció al compañero de trabajo que la folló ese mismo jueves, en el ascensor. Él se salió con la suya.
A última hora de la tarde el gran edificio de oficinas está casi vacío y los últimos trabajadores se van a casa.
Tensión sexual en el ascensor como cada día
Ella toma el ascensor en el piso 17 y él en el 15. Llevan coincidiendo así un par de meses. Apenas han cruzado una palabra más allá de los saludos de cortesías y no saben sus nombres pero secretamente los dos esperan el final día el momento en que bajan junto en el ascensor pues en este tiempo han creado un juego de miradas que ha ido subiendo de intensidad.
Justo hoy el ambiente dentro del ascensor aparece electrificado, él la mira con descaro mientras su polla se marca claramente en el pantalón, ella le sigue el juego y se desabrocha un botón más de la camisa mientras que con una sonrisa traviesa se queja del calor que hace estos días.
Hoy él no quiere jugar, quiere algo más, tranquilamente pulsa el botón de parada del ascensor.
-¿Qué haces?- pregunta ella.
Sin respuesta, él la mira y la besa intensamente como un animal sediento. Sus manos recorren ese cuerpo de mujer que tiembla por la excitación. Ella intenta pararlo, resistirse un poco, pero el deseo es demasiado fuerte.
Cuando se separan aun conectados por la mirada, él le abre la camisa y saca las tetas por encima del sujetador negro y se lanza a mamar y morder eso pezones duros y oscuros mientras sus manos empiezan a explorar su coño que ya esta ardiendo.
Así que ella no puede más que dejarse hacer y suspirar. Nunca ha hecho nada así pero lo esta disfrutado, tiene que agarrase a las paredes al flojearle las piernas cuando él tirar con los dientes de sus pezones mientras unos dedos hábiles juguetean debajo de su tanga.
Se abre la cremallera y encuentra la polla dura
Él se separa y se abre el pantalón dejando salir una verga grande y dura.
-Si la quieres pídela.
-Quiero tu cipote.
-No, creo que puedes pedirlo mejor.
En ese momento, ella esta como hipnotizada por es esa polla de venas marcadas, el brillo del liquido preseminal en la punta y suave olor a macho.
-Quiero chuparte la polla… por favor – vuelve a repetir ella tímidamente y se arrodilla delante de él y pasándosela por la cara y dando lametones a huevos antes de meterse esa rica verga en boca, puede sentirla caliente y húmeda, aunque es tan grande que apenas puede tragar hasta la mitad mientras él le acaricia el pelo y le susurra obscenidades.
Cuando la excitación se vuelve insoportable la levanta y bruscamente la pone de cara a la pared, subiéndole la falda y arrancándole el tanga empapado de flujo. Pasa la polla por la raja del coño recogiendo su humedad como un anticipo antes de penetrarla lentamente, dejando que el coño se acostumbre al tamaño.
La siguiente embestida es firme y tan fuerte que la hace ponerse de puntilla. El ritmo va creciendo en intensidad y ella disfruta de la sensación de estar sometida a su fuerza y su deseo; de sentirse llena por completa cuando la folla tan fuerte que puede sentir sus grandes huevos chocando deliciosamente contra su coño.
Su coño listo y mojado para ser justamente penetrado
-Este fin de semana, cumple la orden, quiero una foto tuya con tus tetas de perra colgando, estés donde estés, háztela y me la envías- le dijo mientras la embestía.
Él la coge por el pelo y la obliga mirarse en el espejo del fondo del ascensor. Su propia imagen despeinada, con la ropa revuelta y completamente entregada a un desconocido la excita, ha perdido la cuenta de los pequeños orgasmos que ha tenido antes de que un orgasmo espectacular le recorre el cuerpo, mientras él le sostiene la mirada en el espejo.
Los últimos coletazos del orgasmo se mezclan con el morbo de sentir los fuertes latigazos de semen cuando él también llega al orgasmo. Aun bien ensarta por una verga que se recite a aflojarse el la besa suavemente y pulsa el botón para volver a poner en marcha el ascensor.
Cuando llegan al vestíbulo ya se han adecentado como han podido y vuelven a comportarse como dos desconocidos.
-Hasta mañana- Se despide él
-… Eso espero…- susurra ella.
Cuando ella llegó a casa, con su marido y familia, se dio cuenta que en el bolsillo de su chaqueta había un papel con una dirección electrónica acompañada de: “Quiero esa foto si tu quieres esta polla”. El lunes siguiente, ya tenía la foto de la perra caliente con las tetas desnudas. A pesar de estar con la familia, no pudo decir que no, y se la hizo como mandó su follador.