Excitada y caliente en el bus de Pamplona

Me encontraba tan sola en Madrid como casada insatisfecha, que decidí agarrar el bus e irme a otra ciudad, me dirigí a Pamplona, Navarra. Si bien es la fiesta universal, de los San Fermines, quería saber qué era eso del chupinazo, los encierros, el caldico mañanero y más.

También las procesiones, los cabezudos y en especial, el chocolate con churros, apreciar a las mozas del pueblo que veía tras el cristal del bus; y aquello que de verdad iba buscando: los churros gordos.
Ese «chupinazo» siempre me había impresionado verlo por la tele, estalla el 6 de julio, y la ciudad se convierte y es cierto, en una explosión de vida. Había miles de personas de todo el mundo inundando este bonito sitio que se tiñe de blanco y rojo, y eso a mí me calentaba en exceso. La calle se convierte durante esos días en un derroche de alegría, fraternidad y buen ambiente.

Además para una casada insatisfecha, no atendida por mi marido, me iba genial. Él estaba de nuevo en uno de sus interminables e inexcusables viajes de trabajo, y yo aquí. De aventura y al compás de las peñas y charangas, por eso me iba a poner mi granito de arena a mi vida. Darme un homenaje.

Casada insatisfecha caliente en el bus de Navarra

Antes del encierro del 6 de Julio, el primero de todos, agarré un bus hasta el centro de la ciudad, ya que me hospedaba en un hotel a las afueras, uno barato. Yo ya venía caliente de todo el viaje, pensando en el chupinazo y ese calor que tenemos las mujeres de mediana edad, a falta de relaciones sexuales. Se me sentó delante un jovencito de menos edad que yo. Y me puso cachonda solo de verle. Bien formado, estilizado, con cara de no haber roto un plato. Todo esto me gustó. No me gustan los sabelotodo, o los muy «corridos». O los machos de turno.
Pronto él se dio cuenta de que yo le miraba, a decir verdad, es un viaje sin responsabilidad, que a pesar de estar casada, estaba sola en un lugar desconocido. Lejos de mi país además que estoy, soy colombiana, lo cierto es que no tengo timidez de mostrarme tal y como soy. Y encima, casada insatisfecha. ¿Por qué no lo iba a hacer?

Un chico tímido en el bus que resultó ser un pollon

El chico, aunque tímido al principio, me entendió muy bien, yo estoy rellenita, con gafas, de aspecto dulce, rebasados los 30 años. Y muy morbosa cuando me lo propongo. A los jovencitos de ahora les gustan las mujeres mayores que ellos, y eso lo sé utilizar muy bien. Una madura que seduce a un joven. Le hice una señal para ir atrás del todo, los asientos estaban vacíos.
Se me acercó sin mediar palabra, llevaba unos vaqueros y un jersey morado, que le hacían aún más atractivo. Empecé a sobarle por abajo, lo noté bien duro y no pude hacer otra cosa que tomar la iniciativa.
Le abrí la bragueta y le metí la mano, noté una verga muy dura y larga, en un momento se la saqué para verla, la tenía por completo en erección, parada del todo.

– Espera, déjala fuera, quiero hacerle una foto, la tienes grande y dura- le dije con seguridad.

Imagen de su polla para masturbarme en el hotel

Él accedió y la hice la imagen que tendría los cuatro días siguientes en mi retina y en mi fantasía, para poder masturbarme a gusto en el hotel. Una polla larga dura y venosa para una casada insatisfecha, como a mí me gustan.
Finalmente, se la pude agarrar, me sobraba polla en mi mano pequeña y se la empecé a menear. Le hice un buen pajote allí detrás del autobús.

Para terminar, con mi blusa verde, mis tetas excitadas me toqué delante de él, me abrí como se abre una puta. Con mi coño peludo y todo mojado. Uf, qué sensación poder ver su cara de deseo. Él me dijo que quería correrse en mi mano, así que le dejé y me llevé toda la leche caliente. Me tuve que estirar el pezón para creérmelo. Seguirá porque aún me huele mi mano, a él… comenten, me excita.

casada insatisfecha

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