Llamadas calientes de tetona madura

Esa noche Sandra no tenía sueño. Tetona, madura, rubia y lozana. Pasaban las doce de la noche y se acordaba de su último polvo con prácticamente un desconocido. Lo había conocido en la rutinaria discoteca a la que solía ir, lo había acompañado a su coche, se habían despelotado, él le había comido las tetas, cosa que le gusta mucho, y después de estar bien excitada, se la había follado. Lo recordaba y se mojaba, se mojaba sola y en su sofá.


Sandra, madura rubia de tetas generosas le gustaban los tíos con pollas generosas como sus tetas, nada de pollas enanas, las despreciaba con solo mirarlas, no quería saber nada. Pero esa noche, estaba caliente perdida, y no sabía cómo consolarse. Estaba más que harta de su consolador más que usado, mojado y ensalivado mil veces. Estaba harta de mirar fotos de tíos en pelotas, y de ver vídeos porno de tías jodiendo como perras en celo.
Estuvo mirando en un periódico anuncios de sexo, y entre ellos encontró uno de llamadas calientes, de esas líneas eróticas que llamas que y al otro lado hay una experta o experto en follarte como si fuera mantequilla.
– Hola, ….- dijo Sandra algo tímida al llamar a ese teléfono  y lineas 803 erótico.
– Sí, guapa, ¿cómo estás?- dijo una voz varonil y sugerente al otro lado del teléfono, la cual cosa a ella ya le incitó a seguir hablando.
– Muy bien, aquí sola, nunca he llamado a una línea de éstas pero hoy tenía ganas. Me acordaba de la otra noche que estaba…- en ese momento le entró la timidez y al mismo tiempo la excitación. Sandra no podía ni continuar hablando.
Así que tuvo que colgar, parar esa excitación, pero, ¿por qué?, si ella lo que quería era mojarse como una buena perra en celo, pero había parado.
Estaba sola en el sofá, esta vez avergonzada pero mojada, se había mojado al escuchar al otro lado del teléfono a un desconocido varonil, preparado lo más probable para darle lo que necesitaba.
Sandra lo pensó nuevamente, abrió las piernas, no llevaba bragas, solo estaba con el camisón encima del sofá y se empezó a tocar.
Su coño, gordo como ella, porque ella estaba rellenita, su vagina era prominente, carnosa, abultada, peluda, velluda, su coño ya empezaba a segregar los primeros jugos. Se tocaba, pensaba en esa voz, y mezclaba ese sonido con la última follada. Pensaba en la polla de ese desconocido al teléfono y su chocho se le abultaba más. Sus labios vaginales tomaban forma, se desperezaba y se agrandaban como si se tratara de una pelota hinchable de playa. Ella abría más las piernas, notaba como se le resbalaban los dedos entre las piernas, y casi mojaba el sofá pero le daba igual, estaba muy caliente. Sus tetas, desnudas bajo el camisón, se le recaían por los costados como hembra complaciente y decidida a pasar un buen rato, los pezones se le endurecían por segundos, y pensó que quería volver a llamar.
Así que decidida cogió el móvil con los dedos pringados de flujo y llamó esta vez sin cortarse como antes:
-Sí?- dijo la mismo voz de hombre al otro lado del teléfono.
-Hola, soy la mujer de antes, y quiero follar ahora.

El chico de la línea erótica se quedó parado pero acto seguido y al momento, y con reflejos a flor de piel contestó:
-Quieres guapa que te folle ahora? Lo necesitas?
-Sí, por favor, estoy bien caliente.- aseveró Sandra
-Vas a ser mi perra esta noche?
-Lo que tu quieras, una perra en celo, caliente y follada.

Sus grandes tetas estaban calientes, ella se estaba tocando y él, él la iba a follar.
– Quieres saber cómo es mi polla, perra?
-Sí por favor, dime cómo es, estoy loca por saberlo, me estoy tocando.
-Veo que no pierdes el tiempo, verdad, estás a falta de polla, perra?
-Sí- contestó Sandra sin reparo en confirmarlo.
– Abre más las piernas, te gustan más jóvenes que tú, quieres que te folle un joven, ahora, que te dé polla? Dime

-Les dejo un adelanto- solo tienen que pedirme más.

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