Felacion en el centro comercial con rico semen

Disfrutando de un sexo oral en el centro comercial.

Los días se me hacían eternos, un calor pegajoso y asfixiante durante toda la jornada. El día comenzaba a las seis de la mañana cuando el despertador sonaba y me dirigía a la ducha como un zombi por el pasillo, debía darme un ducha rápida, desayunar y llegar al trabajo en tres cuartos de hora, tenia que abrir y empezar asta que llegase el dueño y en unas horas sería libre durante unos días que pasarían volando.

Cuando abrí el grifo a pesar de ser tan pronto y solo accionar el del agua fría, esta salía ardiendo, la noche había sido muy calurosa, como las anteriores, en las que apenas se podía pegar ojo y mucho menos descansar, pues las horas pasaban lentas tumbado sobre la cama con la mirada hacia el techo, con los ojos abiertos como platos, mientras a través de la ventana se colaban las voces y risas de la gente que permanecía en las marquesinas de las calles cercanas.

Enjabone mi cuerpo y me aclare con abundante agua, que comenzaba a salir más fría, lo cual se agradecía muchísimo, aun con la puerta del baño abierta de par en par hacia calor, el calor que desprendía mi cuerpo y el calor del agua que emanaba la ducha que no terminaba de estar completamente fría.

Salí de la ducha, mientras cogía una toalla y me comenzaba a secar, como había salido de la cama a la carrera hacia el baño me tuve que volver a mi cuarto descalzo, una vez allí, busque en los cajones unos calzoncillos, los que estaban arriba del todo eran unos boxers negros, me los puse, mire a mi alrededor y vi unos pantalones cortos encima de la silla y me los puse, salí de allí directo como un rayo a la cocina, un café antes de marcharme, al lado de la cocina estaba la pequeña terraza donde tenia las cuerdas de tender la ropa, me acerque con el café en la mano y de una las primeras cuerdas quite una camiseta me la puse, mire el reloj de mi muñeca eran ya y media, me tenia que ir, di un sorbo largo al café, deje el vaso vació en el fregadero y me dirigí a la puerta de salida, allí me esperaba la mochila con la ropa de trabajar, las llaves de casa, del coche y los deportivos, me calce y con todo aquello salí por la puerta del piso.

Aun todos los vecinos dormían, pulse el botón del ascensor, sonó un ruido metálico que indicaba que se movía, una vez fuera del portal, camine asta la acera de enfrente de casa donde tenia el coche aparcado, el motor rugió, encendí las luces y me dirigí hacia la zona industrial de la ciudad.

Si la zona residencial estaba desierta y no se veía por ningún sitio a nadie, tras adentrarme en la zona industrial, parecía que eran las doce de la mañana un trasiego continuo de coches, de allá para acá.

Cuando llegue hasta el taller donde trabajaba, pare delante de la misma puerta, pare el coche y abrí la pequeña puerta metálica, una vez dentro, desactive la alarma de seguridad, encendí las luces y comprobé que tenia para mi el lugar, abrí la puerta grande para meter mi coche dentro y volver a cerrar mientras estuviera yo solo.

El jefe tenia sus llaves así porque preocuparse, encendí el equipo de música y aprovechando que estaba yo solo puse un cd mío, así trabajaría con más ganas, pues hoy era quince de agosto y las vacaciones empezarían en cuanto dejase todos los vehículos que tenia allí aparcados listos para que salieran a la carretera, si a las dos estaba todo acabado, ya se ocuparía el jefe de entregarlos a sus respectivos dueños.

Me fui al vestuario y me puse los pantalones y el polo de la empresa, calce mis botas del cuarenta y tres y por fin salí del vestuario que era una sauna ya.

La música sonaba, mientras abría las puertas laterales que daba al patio del taller. No sabia porque coche empezar realmente, tenia coches preparados ya en los cuatro elevadores pequeños y un todo terreno en el grande, más otros cuatro en el lateral de la nave, esperando a que acabase con esos cinco.

Por suerte tenia todas las piezas preparadas ya allí, así no tendría que parar para nada, salvo si el teléfono empezaba a sonar a las nueve de la mañana pero disponía de dos horas para avanzar todo lo que pudiera.

Me decidí por el primer coche que tenía delante de mí, tenia muchas piezas al lado de la columna del elevador, había allí cuatro ruedas nuevas, una lata de aceite y varios filtros, amortiguadores traseros, así que con la pistola neumática y una llave de impacto de 17 quite las cuatro ruedas y me las lleve hasta la máquina de las ruedas, quite los obuses de las válvulas para que se fueran desinflando poco a poco, mientras volvía al coche, lo eleve un poco más lo suficiente como para meterme debajo de el con la cantara del aceite, afloje el tapón del aceite y el filtro, deje ambos en ella y lo deje que escurriera bien, el coche llevaba toda la noche allí y estaba frío el aceite, mientras salía todo el aceite quemado me daría tiempo a ir cambiando las cuatro gomas.

Quite los contrapesos de las ruedas destalone las gomas, ya podía quitar las gomas viejas y poner las nuevas, una tras otra cambie las cuatro ruedas, con su correspondiente válvula y las infle con nitrógeno. Echo esto las equilibre y volví junto al coche con ellas listas, coloque una debajo de cada hueco donde más tarde las colocaría y apretaría.

Tapé el tapón del aceite que ya no goteaba, poniendo arandela nueva y retirando la antigua, y el filtro nuevo de aceite apreté ambos bien y me dirigí a la parte de atrás del coche para cambiar los amortiguadores, así dejaría toda la parte de abajo lista y ya solo me quedaría añadir el aceite y los filtros.

Estos amortiguadores eran muy fáciles de cambiar y rápidos en menos de diez minutos estaban ambos cambiados, pues tenían tres tornillos que los sujetaban, dos arriba y uno abajo con una tuerca. Con el coche ya abajo, añadí el aceite asta la marca de la varilla, cambie los filtros de aire y de habitáculo.

Solo me quedaba el filtro de gasoil y arrancar el coche para que se llenase el filtro de aceite y volver a poner a nivel. Cuando pensé esto me puse a buscar el filtro de gasoil antes de desmontar nada pues no había visto ninguna caja más.

Cuando vi un Post-it en la orden de trabajo

“El cliente no cambia el filtro de gasoil, dice que es muy caro”

Cuando lo leí me dio por reír, no entendía como una persona se compraba un coche que valía unos treinta mil euros y racaneaba unos cincuenta que valía el filtro. Acabe el coche aun riéndome y lo baje al suelo, retire las patas, estaba listo para que lo sacase de allí en cuanto quisiera.

Quedaba una hora y media más o menos asta que viniera el jefe y el coche con más trabajo estaba ya echo, así que podía aligerar el pistón un poco aunque quería quitarme todo lo posible asta que el llegase, una vez que entraba por la puerta no es que el se entretuviera con el vuelo de una mosca sino que me entretenía a mí también y luego tenia que ir a carreras y eso no lo soportaba.

Vi que tenía otro coche para aceite y filtro de aceite y pastillas delanteras, quite ambas ruedas, las apoye en el suelo y le deje escurriendo el aceite también; mientras tanto me fui hasta el baño me lave las manos y cogi una botella de agua del frigorífico, tras echar un largo trago, volví asta mi carro de herramienta busque en el primer cajón el paquete de tabaco y encendí uno, con él en la boca lleve el émbolo para atrás de la pinza de frenos y afloje el tornillo, saque las pastillas viejas que estaban para tirar, como podía la gente aguantarlas tanto, las tire al suelo de mala gana, pensando como la gente podía ser tan inepta, mientras colocaba las nuevas, y colocaba la pinza de nuevo, daba grandes caladas al cigarro que se consumía como los minutos allí dentro.

Cuando acabe con el otro juego de pastillas, el cigarro se había consumido por completo, lo apague en el cenicero que tenia en el carro, apure asta la última gota de agua de la botella y seguí la tarea, estaba el coche apunto de tocar con sus ruedas el suelo, pues ya estaba listo cuando sonó el teléfono del taller, cogi un trozo de papel y limpie un poco mis manos.

Agarre el teléfono y vi que el número era familiar, no me da tiempo a decir buenos días cuando oigo:

– ¿Gabriel macho como lo llevas?

– Bien, aquí en el taller liado estoy, dime ¿que te pasa?

– Tan directo como siempre jejeje

– Venga dime que aun me queda corte y sabes que en cuanto abramos la puerta ya vamos a carreras porque no hace más que entrar gente y sonar el teléfono

– Haber que te digo que de los coches que te deje colocados ayer en los elevadores, solo tienes que hacer dos

– ¿Cuales? Porque ya tengo hechos dos de ellos, esta el de las pastillas y el de los amortiguadores

-Pues menos mal que as empezado por esos porque son los que hay que entregar el resto no me urgen, así que ahora en cuanto baje al taller te pago las horas extras del mes que habías echo

– Y las horas de hoy que no se olviden

– Tranquilo, que si estoy hay me muerdes, en un rato estoy allí.

– Venga ahora te veo

Por fin empezaba mis vacaciones, pero aun así me había echo el lió y había tenido que venir a hacer un par de coches por comprometerse él con clientes y luego la mitad le habían dicho que no le corrían prisa, siempre igual quería abarcar tanto trabajo que siempre estábamos así, vente antes, quédate un rato, que siempre me lo pagaban pero que todo esto era producto de su obsesión por el dinero, para que necesitarían tanto, vale que tenían vicios muy caros pero esto ya era por demás.

Decidí abrir las puertas del taller ya, y salirme a la puerta a fumarme un cigarro mientras me bebía un bote frío, estaba asado de calor.

Nada más salir a la puerta, vi un coche gris que venia hacia el taller, era el jefe, ya estaba aquí, me tenia que haber llamado desde muy cerca por lo poco que había tardado.

Pensé para mis adentros:

El muy desgraciado me a echo de venir un par de horas para quitarle lo más gordo, achacando que tenia que cosas que hacer y le era imposible abrir antes, como sabía que asta el día siguiente no me marchaba a la playa me quiso hacer el lío. Menos mal que por dos horas que quedamos en que me pagaría como un festivo las horas.

El coche llego hasta la puerta y al ver que la puerta estaba abierta metió su coche y lo aparco justo al lado del mío.

Se bajo del coche con una sonrisa cuando echo un vistazo a los elevadores y vio dos de ellos listos y otro a medias.

– Gabriel, pásate a la oficina que echamos la cuenta de tus horas, veras que susto me vas a dar

– ¿SUSTO? Mira que me extraña, si yo saco una buena tajada, que no sacaras tú

Él se río bastante, y pasamos, traía el dinero en un sobre, ya estaba preparado, cuando me lo entrego, abrí el sobre y me dispuse a contarlo delante de él.

– ¿Lo vas a contar? ¿No te fías de mí, con el tiempo que llevas trabajando conmigo?

– Con el dinero no me fió de nadie y menos si es tanto

– Bueno, pues nada cuéntalo entonces

– Faltan las horas de hoy

Se quedo pálido, pensaba que no me daría cuenta de aquello, pero sin decir nada se saco la cartera del bolsillo de atrás y puso encima de la mesa cincuenta euros más

– Quedamos en que era eso por toda la mañana, pero por haberte jodido media mañana de vacaciones, pues por compensarte

– Muy bien, pues me marcho ya que tengo cosas que comprar antes de mañana, que te sea leve estos días solo ante el peligro

Sin más me dirigí asta el coche, arranque y me marche de allí, durante quince días disfrutaría de estar a mi aire todo ese tiempo, llame por el manos libres del coche

– Buenos días enana, deja de dormir ya ¿no?

Una voz aun medio dormida contesto al otro lado

– Aún es muy pronto, ¿porque me despiertas ya?

– Venga dormilona, arréglate que en cuanto me duche nos vamos a comprar

– Vale

Cuando colgó, supe que se volvería a dormir en seguida y me tocaría despertarla. Seguí mi camino asta casa, aparque en el mismo sitio de donde había recogido a primera hora el coche, aun había poco movimiento de gente en la calle, no superaban las diez y media de la mañana, y era agosto.

Entre en casa sin hacer ruido, me descalce en la misma entrada, fui asta la habitación, pero no estaba allí dormida y al pasar por la cocina tampoco la había visto, solo me quedaba como opción el baño o el salón, entre un momento a lavarme la cara, pues venía sudando. Ya solo me quedaba como opción el salón, cuando llegue a la puerta, estaba tumbada en el sofá con el móvil en la mano y dormida.

Tenía cara de estar muy a gusto, la cogí en brazos y la lleve a la cama para que estuviera más ancha, en todo el recorrido por el pasillo no se estremeció, pero si que se agarro a mi cuello, como si un acto reflejo se tratara.

Al llegar a la cama, la deposite suavemente encima de las sabanas, bese su frente y me fui a la ducha, olía a sudor y aceite quemado.

La ropa de trabajar la metí en la lavadora antes de ducharme para dejarla lavada antes de marcharnos al centro comercial.

Una vez en la ducha, comenzó a sonar la música en el salón, Dafne ya estaba despierta, conociéndola como la conocía se vendría a la ducha conmigo, la mampara del baño se abrió, allí estaba Dafne desnuda frente a mí

– Ya te habrás quitado toda la grasa de encima pero ahora voy hacer que te manches de nuevo

Cerró la mampara de nuevo y se acercó a mí, comenzó a besarme, mientras restregaba su sexo contra mi pene que comenzaba a ser despertado de su sueño, parecía que ella se había levantado con mucha lujuria almacenada dentro de ella, pues al tocar su sexo de este emanaban ya flujos. Estaba muy excitada, llevaba unos días por la mañana que se levantaba así, se puso mirando a la pared y se agarro a unos tiradores que había en los azulejos, con su culo en pompa y moviendo lentamente, solo hacia incitarme para que fuera con ella, mientras el agua seguía cayendo sobre nuestros cuerpos, me acerque asta ella cuando mi pene erecto toco su culo se estremeció y me dijo

– Hazme tuya ya, no aguanto más

Apunte hacia la abertura de su sexo, y suavemente la introduje por completo dentro de ella, la arranque un gemido, viendo como gemía y como se movía estaba seguro de que no tardaría en terminar.

Cuando estaba así se quedaba como en trance nadas más acabar debería de ser rápido y sujetarla por si acaso, pues sus piernas siempre tendían a fallarla una vez alcanzado el clímax.

Ella gemía cada vez más alto, se la oía por encima del ruido del agua, sus piernas se notaban cada vez más flojas, la agarre de las caderas y empecé a dar embestidas más fuertes quería arrancarla un orgasmo de buenos días, sus ojos se tornaron blancos ya había llegado al climas.

De tan relajada que estaba, casi se me cae en la bañera, saque mi pene aun erecto de su interior y la saque de allí en brazos, de vuelta a la cama, cuando estaba allí y comenzó a recuperarse, me miro y dijo

– Mi primer orgasmo de vacaciones

– Anda tormento, vamos a vestirnos

– ¿Tu no as acabado verdad?

– Si acabo, te abres la cabeza contra algo en la bañera

Puso cara de pilla, lo cual a la vez me dio morbo el pensar que se la pasaba por la mente y a la vez me dio asta miedo.

Nos vestimos y fuimos al centro comercial de la ciudad, como era un día de diario, aun siendo pleno agosto con tanta gente de vacaciones era agradable pasear por sus pasillos, a ambos las aglomeraciones de gente en eso sitios nos ponía malos.

Entramos en varias tiendas, cada vez que entrábamos en una salíamos con una bolsa nueva, llevábamos calzado, bañadores, camisetas algún pantalón y también un par de cajas de preservativos, una de ellos normales y otra verdes fosforitos que vimos y nos hicieron gracia, pues se suponía que brillaban en la oscuridad y mi pene seria verde por un rato, esa idea nos daba risa la verdad.

Seguimos nuestro camino por la galería y llegamos a una parte de aquella planta donde había una heladería y decidimos comprar un par de cucuruchos y por una extraña razón que no entendí Dafne también quiso una tarrina de helado, nos comimos aquellos helados que parecían yogur pues era muy cremoso.

Cuando casi los helados estaban acabados seguimos nuestras andanzas por aquella planta del centro comercial, ya teníamos todo lo que nos hacia falta pero por dar una última vuelta no perdíamos nada, llegamos a la altura de una tienda de lencería y mi chica quiso entrar, se me hizo raro pues siempre venía ella a estas tiendas sola, pero bueno pase con ella, y empezó a dar vueltas por allí, la dependienta la conocía pues normalmente compraba en esa tienda, porque reconocí prendas que ella tenía.

Cogio un par de cosillas de los estantes y agarrándome de la mano se dirigió hacia los probadores, mientras preguntaba a la chica

– ¿Te importa si pasamos juntos a los probadores?

– No tranquila pasad tranquilos, además con las veces que vienes por aquí para una vez que vienes acompañada, no te quiero quitar ese gusto

No entendía que pasaba parecía que nos había puesto ojitos la dependienta, vi la cara de Dafne también se había dado cuenta y tenia cara morbosa, nos metimos en el probador con todas las bolsas y demás, menos mal que el probador era grande, con un espejo en una pared, deje las bolsas apoyadas contra una pared y me senté en un taburete que había allí dentro, mientras ella empezó a desnudarse, allí sentado viendo como se despojaba de su ropa, empezó a entrarme calor a pesar de que el aire acondicionado estaba puesto.

Se probó el primer conjunto y mirándose al espejo me dijo con una sonrisa

– ¿Te gusta como me queda?

– Si, te sienta muy bien, pero siempre lo usas negro

– Por eso e cogido este otro en rojo, que se que te gusta

Se quito el conjunto negro y se quedo totalmente desnuda delante de mí, el morbo que suponía estar en un probador y que la chica de la tienda estuviera a escasos metros hizo que notase como algo se endureciera en mis pantalones mientras crecía rápidamente.

Ella era lo que quería, cuando vio que me movía mucho en el asiento con su pecho al desnudo se acerco hasta mi, y se arrodillo entre mis piernas, desabrocho mis pantalones y cuando fue a bajarlos la dije

– Pero, ¿aquí…?

– Déjame hacer, que te va a gustar

Me bajo los pantalones y los bóxer y aprovechando que estaba duro ya, comenzó a lamer mi pene como si se tratase de un helado, en ese momento algo paso por su mente, se paro en seco, rebusco en una bolsa y saco la tarrina de helado, mientras yo me despojaba de la ropa pues estaba viendo sus ideas y no quería ir con manchas de helado por hay.

Abrió la tarrina del helado que ya más bien era sorbete, pues se había derretido, pero aun tenia consistencia, y empezó a untarla encima de mi y comerse como estaba haciendo un helado, unto una buena cantidad del helado de chocolate sobre mi pone y empezó a lamerlo desde su base asta el glande, lentamente, limpiando todo el chocolate de sus superficie y dejando que brillase por acción de su saliva, mientras lo hacia jugaba con sus pezones que me excitaba aun más, cuando estuvo bien limpia se dirigió a la cabeza de mi miembro y empezó a lamerla y succionarla, mis gemidos no tardaron en aparecer, por cada gemido que salía de lo más profundo de mi garganta, hacia que a Dafne se le erizase el pelo y lo hiciera con más ganas, cada vez lamía más rápido, marcaba el glande con sus dientes y jugaba con el piercing de su lengua, no sería capaz de aguantar mucho más si seguía haciéndolo así, mis manos se agarraban a su cabeza y mesaban su pelo, eso la decía que me encantaba, mis gemidos sonaban cada vez más altos, era imposible contenerlos; se incorporo y me beso cariñosamente en la boca , se acerco a mi oreja y me susurro

– Esta mañana no as tenido orgasmo, ahora te voy a dar uno mejor incluso, venga suéltalo todo para tu niña, que tengo sed

En su cara se veía las ganas que tenia que eyaculase de gusto y quería que fuera en su boca, se volvió a su lugar de antes y seguía lamiendo cada vez más rápido, entonces hoy pasos en el pasillo de los probadores, era la dependienta, Dafne no había oído nada porque seguía con su tarea sin desconcentrarse, cuando estaba a punto de soltarlo todo me hizo levantarme de mi asiento para que viera como caía toda la leche caliente en su boca y una vez que la recogiera con ella, como se la bebía.

Tras quedarme de pie con mi pene en la boca de mi chica, mientras me hacia una felación en aquel probador, la puerta se abrió y la cara de la dependienta apareció allí, sus ojos no eran de incertidumbre si de lujuria, sabía que algo parecido estaba pasando, me quede parado, pero mi orgasmo no podía parar y empezaron a salir chorros de semen que iban cayendo en la boca de Dafne, en ese momento me miro a la cara y vio que no la miraba a ella sino más arriba y se giro, sacándose en ese momento el pene de su boca, en ese instante y un chorro a presión del liquido salio disparado e iba en dirección de la dependienta que lejos de alejarse de su trayectoria se agacho un poco y abrió la boca, cayendo el liquido en sus boca y labios.

Mientras mi chica se volvió a meter entre mis piernas para limpiar los restos que pudieran quedarme y dar envidia a la dependienta, esta se relamía con lo que le había llegado. Mientras ellas aun se relamían yo permanecía en aquel taburete inerte, pero con una sonrisa de oreja a oreja.

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