Hola a todos vengo de nuevo con un relato 😀 Bueno esta es una historia reflexiva que trata el amor y los sentimientos de esas personitas que tienen discapacidades, pero que tienen derechos de amar como nosotros. Espero que les guste en verdad y me disculpan si tiene algún error (Soy nuevo en esto y estoy aprendiendo) También quería decirle que pronto vuelvo a subir Entre Danzas y Miradas ya que la estoy editando, para subirla mucho mejor y no con tantos errores. Ahora si los dejo Bye. -AJ
Esta es una pequeña historia en donde el amor no mira fachada.
Él es joven de solo veinticinco años de estatura mediana, cabello negro como la oscuridad, piel blanca como la nieve, labios rojos, su cara es redonda, con unas mejillas abultadas que siempre están rojas, sus ojos son negros coronados con unas largas pestañas, es delgado, no pesa menos de 50 kilos. Su cara angelical es hermosa y llama la atención, pero él tiene una discapacidad motora desde niño, lo que le dificultad moverse libremente sin su silla de ruedas.
Santiago era un joven que siempre se encontraba encerrado en su casa, donde recibía clases con profesores particulares y contaba con todo los lujos de un muchacho de su edad, pero el añoraba algo que mantenía en secreto desde hace más de diez años. Cuando sintió de que su cuerpo no reaccionaba al ver los cuerpos desnudos de las féminas, sino al ver las grandes pollas que perforaban los coñitos. Eso lo escandalizaba al sentirse diferente y lo guardó en secreto, pero lo que no sabía era que ya su madre se enteraría desde ese jueves por la mañana.
Se encontraba en su recamara leyendo una novela de Thomas Hardy, cuando de pronto un gran camión se detuvo en la casa del frente y acercándose en su silla hasta su ventana, se enteró que se estaba mudando una nueva familia, después de más de cinco años que había estado inhabilitada.
-Veo que te diste cuenta que se va a mudar una nueva familia.-Habló su madre que entraba en su habitación con cobijas limpias.
-¡Eh! Si me di cuenta, pero de seguro pasara lo mismo, como las demás familia que antes habitaban la casa azul.
-¿Por qué dices eso hijo?
-Porque, si tienen hijos de seguro se aburrirán cuando sepan que en esta calle solo viven personas mayor y lisiados.
-Hay tesoro, no digas eso quien sabe si encuentras el amor de tu vida allí.- Mientras besaba su cabeza la Madre respondía con amor.
-Mami, ¿Quien se podría enamorar de una persona como yo? Sería una carga, para ell…a.- Nervioso se apartó Santiago y su Mamá, prefirió cambiar el tema.
-Creo que hare un pastel de chocolate no, mejor hare dos ricos pasteles. Ya que tenemos vecinos nuevos debemos de hacernos conocer.- Saliendo de la habitación dejó a Santiago.
Él se quedó toda la tarde observando, cómo los trabajadores subían y bajaban los muebles de la hermosa casa, pero nunca observó a los habitantes de la casa.
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Su cuerpo reposaba debajo de sus sabanas blancas, dormía plácidamente con su respiración tan tranquila, su cabello se encontraba enredado tapándole su cara y con su boca abierta hacia escapar unos suaves ronquidos, pero un estruendo fue el causante que se levantara de su cama con el corazón en la boca y tomando su silla se dispuso a encontrar el causante de su despertar.
¡Y sí que lo hayo! cuando a través de su ventana se dio cuenta de que el causante de su despertar era una poderosa moto de carrera que estaba siendo probada por un sujeto que vestía todo de negro. Su curiosidad fue tan extrema que tomando su silla se dirigió hacia la planta baja por la rampa y acercándose a las ventanas de la sala se dispuso a ver con más claridad lo que sucedía afuera.
El sujeto de negro seguía probando el arranque o eso fue lo que pensó él y viendo luego como se fue por el garaje, perdiéndolo de vista Santiago se entristeció, pero el ruido de unos perros lo hizo levantar su mirada, eran dos hermosos golden retriever.Eso lo hizo emocionarse y al ver que se bajaba una pareja acompañado de una pequeña, supuso que eran los dueños de la casa azul.
-Creo que ya viste de lejos a la familia Damens.- Dijo la Madre de este, mientras entraba a la sala. Espero que no te hayas despertado por el ruido de la motocicleta de Uriel.
-Hola Campeón.- Ese era su padre que besando su mejilla lo hizo acercarse hasta la mesa para poder desayunar.
-¡No Papá! No me he aseado todavía.
-Creo que mi hermoso lo despertó el ruido de Uriel.
-¡Uriel! ¿Qué Uriel?- Entonces pensó que el hombre vestido de negro con el casco debía de ser Uriel.
El matrimonio al ver la cara de incógnita de Santiago, respondió- Uriel es el hijo mayor de los Damens. Luego lo conocerás. Creo que tiene tu edad y es muy simpático.- Decía su madre mientras acomodaba la mesas, para el desayuno.
-Voy a subir asearme y prefiero desayunar hoy en mi habitación.
-Ok Santi, ya te lo subo.
Para Santiago era fácil bañarse, después de toda su vida siendo paralitico no era nada nuevo entrar al baño y apoyándose sobre un banco de cerámica abría la ducha y lavaba su cuerpo sin ayuda. La sala de baño era espaciosa y con la comodidad para poder sentirse libremente. Siempre que pasaba su mano por su pene, se erguía y el temeroso no lo seguía tocando, ya que no sabía cómo hacerlo y temía que su madre entrara y lo encontrara masturbándose.
Después del baño Santiago se dispuso a desayunar frente de su ventana con la esperanza de ver al susodicho “Uriel el simpático”. Esa era la única forma de verlo, ya que él nunca saldría de su casa, para ser de nuevo la burla de todos en el pueblo. Sin embargo, su intento fallo, porque nunca apareció y cansado decidió seguir con su lectura hasta en la noche que se dispuso a mirar una película romántica con su mama.
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Sentado sobre muchos periódicos se encontraba un chico alto, cabello largo rizado de un rubio muy brillante, su cuerpo era marcado, pero no excesivo solo su abdomen y pecho que se marcaban de forma sensual. Tenía varios tatuajes en su cuerpo lo que le daba un aspecto de chico rebelde, pero sus ojos azules como el cielo hacían notar que era un ser humilde.
Se encontraba pintando su nueva habitación. Había escogido la última porque era espaciosa y a la vez lo enamoró el balcón con grandes ventanales que daba hacia la calle. Estuvo dentro de ella escuchando música hasta culminarla, tenía varias tonalidades entre el marrón, verde, amarillo y azul que hacían sentir que estaba dentro de un mundo de colores.
Él tenía veintiséis años y era Pediatra. Había decido seguir la descendencia de sus padres que eran grandes médicos reconocidos, pero por la enfermedad cardiaca de su hermana decidieron venir a vivir a este pueblo. Y él siguió la aventura, huyendo por la tracción de su pareja. Así que dejó todo en la cuidad y se lanzo a vivir en la pequeña ciudad pueblerina.
Recorrió la cuidad cuando llegó y conoció donde iría a trabajar. Era un hospital pequeño, pero se sentía cálido y eso era raro en un lugar como ese, sin embargo le gusto sentir eso. También conoció a sus vecinos y los que mejor les cayó fueron los del frente, una familia integrada por una señora hermosa, amable y sobre todo parlanchina y eso le gustaba, su esposo era grandioso hablaron sobre futbol y su motocicleta, así que le gusto mucho sus vecinos.
Por el agotador día, se dispuso a tomar una ducha. Enjabonando todo su cuerpo, hasta llegar a su pubis que lo lavó con abundante jabón, logrando que sus vellos rubios se convirtieran en enormes montañas espumosas y bajó su mano hacia su pene, comenzó a frotarlo hasta descubrir sus glande que fue sumergido en sus manos para dejarlo limpio. Su aparato estaba comenzando a ponerse duro, pero no tenía ganas de masturbarse ese día ya que se encontraba muy agotado por la mudanza.
Luego de salir del baño, se vistió y salió con la toalla sobre su cabello y se dispuso a bajar a cenar con sus padres.
-¿Uriel que te ha parecido el pueblo? – Habló Salome, su madre mientras cenaban.
-El doctor, limpiándose los labios con una servilleta, respondió.- Es cálido el lugar y su gente es pintoresca, sobre todo me cayeron muy bien los vecinos del frente. Lástima que no tengan hijos.
-¿Y por qué supones eso hijo? Ellos tienen un hijo, creo que es de tu misma edad o menor.- Dijo su Padre, mientras daba de comer a Claudia.
-Bueno, entonces es un mal educado, porque no fue a presentarse o no sé.
-Su hijo es discapacitado y te he dicho no juzgue sin conocer. El chico al parecer nació así, según los médicos.
-Sorprendido.- ¿Causa?
-Obstrucción en su medula espinal, ella me dijo que deseaba que lo conociéramos, ya que tienes años que no se ha vuelto a chequear.
-Disculpa Madre. – Siguieron comiendo, pero Uriel le entró la curiosidad de conocer al hijo de sus vecinos.
Ya de noche Uriel sacó unos lápices y un cuaderno, comenzó a dibujar paisajes del pueblo y su gente en eso recibió un mensaje, leyéndolo su corazón dio un vuelco.
-Te extraño, perdóname vuelve junto a mi Uriel, dame una segunda oportunidad amor…-Pero sin terminar de leerlo lanzo su móvil al suelo y apretando con los cuadernos, lo fue rompiendo de forma violenta hasta hacerlo pedazos. Y con ese dolor en el alma se dispuso a dormir.
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Ya se encontraba despierto, eran menos de las seis de la mañana, pero no podía dormir más .Así que se decidió levantarse temprano y les hizo el desayuno a sus padres.
Cuando se encontraba leyendo al frente de su ventana, vio salir un chico de la casa del frente. vestía un pantalón deportivo gris, una franela de mangas cortas de color azul con la palabra “life” y un pasamontaña gris, no podía mirar su cara así que decidió seguirlo con la mirada hasta que sus ojos encontraron un rostro precioso que lo hizo sonrojar, es demasiado guapo, pensó y lo observó hasta verlo desaparecer en la esquina.
Movió su silla hasta su laptop y buscó en la página del facebook el nombre de Uriel Damens y allí apareció. Su corazón dio un vuelco, comenzó a leer su biografía.
-Tiene una relación. Hay por dios Santiago como vas a creer que ese hombre sea gay y si lo fuera no se enamoraría de alguien tan horrible como tú.- Pensaba en voz alta. Y siguió viendo las fotos del chico que en verdad era guapo y lo que más le gustaba de él eran sus ojos, pero prefirió cerrar su perfil, para no imaginar nada más.
Su tarde comenzó igual como había comenzado todas las anteriores, sin nada sorprenderte.
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Mientras que a Uriel no le había sucedido lo mismo, porque sintió que alguien lo seguía con la miraba cuando salió a correr en la mañana, pero cuanto buscaba de donde provenía la mirada no encontraba a nadie en los alrededores. Sin embargo, sospechaba las que las miradas provenían de una de las ventanas de la casa del frente donde diviso una sombra. Lo que le produjo unas sonrisas.
Esa misma mañana comenzó su jornada en el nuevo hospital, donde lo recibieron con los brazos abiertos y en menos de un mes ya había encontrado dentro del hospital buenos amigos. Pero tambiéntodo ese tiempo se sentía espiado cada vez más cuando se encontraba en su habitación y sabía que esas miradas provenían de la casa del frente, donde las cortinas se movía de una de la ventana, en donde alguien lo observaba. Esto comenzó hacer que se sintiera molesto por el acoso.
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Durante un mes estuvo espiándolo. Su momento favorito era cuando Uriel salía al balcón a contestar alguna llamada, luciendo su torso descubierto o cuando el chico andaba en ropa interior súper sexy. Él en secreto comenzó a tomarles fotos y las guardaba en su computadora, en donde le escribía siempre algún poema o carta a su amor secreto, porque él comenzó a sentir algo por Uriel. Pero entendía que eso nunca sucedería. Sin embargo todo cambio después de dos meses.
Los Damens fueron invitados a una cena en casa de Santiago y este ese día se encontraba renuente.
-Ni se te ocurra que saldré a cenar con ellos.
-Pero hijo, tu no los conoces. Ellos son médicos y pueden ayudarte.
-Mamá, nadie puede ayudarme.
-¿Ni el amor te puede ayudar Santi?
-Palideció. – Eeeh… ¿Que dijiste? – Él había escuchado muy bien, pero no quería entender.
-¡Nada! Mi cielo si no quieres bajar entenderé.
Cuando llegó el matrimonio con sus hijos el corazón de Santiago dio un vuelco y se encerró en su lectura con sus audífonos puestos para poder callar su corazón, pero tanta fue la emoción que se quedó dormido.
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Solo había aceptado ir a casa de sus vecinos, para encarar su acosador, aunque suponía que debía de ser el hijo, también tenía la posibilidad de que no fuera él. Cuando entro pensó encontrarlo, pero no fue así, no había rastro de él y se sintió tan molesto que en toda la cena no habló y deseaba irse ya de esa casa. Pero todo cambio cuando le pidió permiso a la señora usar el baño y esta le dijo que subiera la rampa y a su mano derecha estaba. Lo que sorprendió al esposo de esta que no comprendía el porqué le había dado la instrucción para entrar en la habitación de Santiago.
Iba subiendo la rampa arrastrando sus pies, para luego cruzar como le habían dicho, pero cuando empujó la puerta se encontró con una habitación y en ella había una silla de ruedas, haciendo que su corazón se acelerara. Se acercó en silencio hacia un sillón que se encontraba cerca de la ventana, percatándose de que un joven reposaba con su boca abierta y su rostro armónico. Se quedó tan embelesado que sin saber cómo se enredó con la silla de ruedas y cayendo al suelo hizo que Santiago se despertara asustado.
-¿Que sucede? – Dijo con voz fina, sin notar que a sus pies estaba Uriel. Este mirándolo sorprendido por lo guapo que era y sin saber el porqué su corazón comenzó a latir fuertemente como si deseara salir de su pecho y un frio invadió su cuerpo.
-Hola, disculpa. Bueno tu mama me dijo que aquí era el baño. – Habló Uriel nervioso al ver que Santiago se había percatado de su presencia y lo miraba pasmado. Asi que levantándose comenzó a pedirle permiso, pero sin darse cuenta que cuando se disponía a salir la bota de su pantalón se enredó con la silla de ruedas, haciendo que mientras caminara esta lo siguiera.
-¡Oye esa silla es mía! – Con una risa nerviosa dijo Santiago. Haciendo temblar de nuevo a Uriel por escucharlo nuevamente y separándose de la silla observó otra vez sus ojos, nariz y sobre todo su hermosa boca que tenía un poco de baba. Él sin pedir permiso se fue acercando a Santi y con sus dedos retiró esa pequeña saliva de las comisuras de su boca.
-¿Qué haces?- Asustado respondió Santiago al sentir que limpiaba su baba, pidió que la tierra lo tragara. – Qué iba a pensar él que era un paralitico y de paso un retrasado mental.- Pensaba Santiago y bajando su mirada se comenzó a poner rojo de la pena.
-Disculpa no era mi intención, pero tenias algo en tus labios. Ha mucho gusto soy Uriel Damens, ¡tú debes ser Santiago verdad!
-Eeeh sí. – Respondió con un susurro. – Soy Santiago Grent mu…cho gusto. –Alargó su mano hasta rozar la de Uriel que al sentir su contacto la retiro rápidamente.
-Asi que tú eres mi acosador. – Dijo riendo Uriel, haciendo que Santiago se pusiera mas colorado y tartamudeando comenzó a aclarar lo que sucedía cuando lo observaba por su ventana, pero eso hacía reír más al médico y abordándolo con preguntas hacia que cada vez Santiago se agitara.
-Bueno me explicaste que solo mirabas a mi ventana por curiosidad, espero que no me hayas visto desnudo o tendré que llamar a la policía.
-¡No por dios! Lo juro no te vi desnudo. –Dijo de forma afligida el chico.
-Te creo dijo el Doctor. Sin embargo por tu falta. Te invito a comer un helado o al cine. – Eso hizo poner de nuevo temeroso a Santiago que negándose de inmediato se lo hizo saber. Pero el Uriel no dejaría que se le escapara de ninguna forma y sin pedirle permiso lo cargó hasta colocarlo en su silla de ruedas y sacándolo de esa habitación se dispuso a bajarlo hasta la sala en donde sin dejarlo presentarse a los invitados, lo sacó de su casa, pero esto despertó el miedo que tanto había temido y se lo hizo saber con lagrimas en los ojos a Uriel.
-¡No! Regrésame a mi casa por favor Uriel no quiero que me vean.- El doctor agachándose lo tomó de la mejilla y sin ninguna explicación unió sus labios a los de Santiago. Que con el corazón en la boca estaba recibiendo su primer beso de amor y en verdad era su amor.
-¡No, tú tienes pareja! Solo quieres jugar conmigo, no sé por qué lo haces, pero no te quiero volver ver dijo el joven y subiendo hacia su casa se adentró, para llorar amargamente delante de los padres de su amor y los suyos que sorprendidos no entendían nada, pero alguien si entendía.
-Deberías dejar ese miedo y sentir que existe el verdadero amor. Sube mi cielo a tu habitación creo que hoy tuviste muchas emociones.
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Dentro de la casa de los Damens los padres discutían con Uriel
-¿Pero tú te has vuelto loco o qué? Ese muchacho ha estado encerrado en su casa por años y vienes tú con tu calentura y te lo querías follar.
-¿Quien te dijo que quiero follármelo? Se, que lo que hice fue una locura, pero Mamá cuando lo miré mi corazón despertó y solo quería besarlo y protegerlo.
-Claro como es un muchacho puro y no es como Ro…. Bueno el caso es que tú te alejas a kilómetros de él ¿entendiste Uriel?
-¿Por qué no terminaste de decir Román? Y sí, no es como Román o como los otros. Él es único. –Decía el Doctor mientras en su cabeza se imaginaba el rostro de Santiago y sus mejillas rojas cuando se sintió intimidado.
-A ver cálmense los dos. ¿Y amor quien sabe si Santiago es el amor verdadero de Uriel? Porque, yo vi cuando él le respondió el beso. Así que una cosa si sabemos que él es gay.
-Pero… Pero… que sabes tú, si él está confundido y correspondió el beso solo por curiosidad.
-Tu eso no lo sabes amor, mejor nos vamos. Mañana será otro día.- Diciendo esto halo a su mujer al dormitorio.
Los dos chicos no podían dormir. Uno se sentía culpable por cómo había actuado y reflexionando sobre lo que dijeron sus padres tenían razón y tomando una decisión se dispuso a dormir. El otro se encontraba sumergido en sus emociones. Acababa de recibir su primer beso por Uriel y su corazón latía, aunque solo fue un roce, para él fue un beso de amor, pero también le dolía el alma por haberlo tratado así, aunque él sabía que lo había hecho por saber que el mantenía una relación. Sin embargo se encontraba feliz y con una sonrisa en sus labios se durmió.
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Esa mañana amaneció más fría que de costumbres y Santiago ya se encontraba en el comedor tratando de comer apresurado y estaba dispuesto de encarar a Uriel antes que se fuera al Hospital. Él sabía que a las seis y media se dirigía al parque a correr y luego regresaba a tomar una ducha. Alguna vez lo espió ya que la ventana de la habitación de sus padres daba al de su baño y lo vio de espalda cuando lentamente deslizaba su bóxer y quedaba desnudo a sus espaldas. Tenía una espalda ancha con muchas pecas que viajaban desde sus hombros hasta el final de la misma y tenía un hermoso trasero bronceado que no era ni tan grande ni tan pequeño eran unas perfectas nalgas. Con el corazón a millón y su pequeño pene rígido. fue capaz de tomarle algunas fotos, para guardarla en su colección. Esos recuerdos hicieron que Santiago se acalorara, pues recordar el cuerpo de su amor lograba despertar su corazón.
Terminando de comer, se dispuso en tomar su bufanda y salió con temor de su casa. Lo recibió una corriente fría que inundo su cuerpo, pero eso no lo detuvo y con pánico se detuvo en la acera de su casa y mirando al frente se dispuso a pasar la desolada calle. Cuando llegó al otro extremo suspiro ya que nunca se había atrevido a salir de casa.
Se encontraba en la puerta principal, no había podido tocar el timbre, su cuerpo se encontraba húmedo por el frió, haciendo que temblara sin cesar, pero no pensaba marcharse hasta ver a Uriel y le explicara el ¿por qué lo beso?
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Desde muy temprano había hecho las maletas. Había decidido volver a su tierra natal, para poder olvidar lo que había hecho y se sentía afligido por su comportamiento y sobre todo por sus sentimientos encontrados.
No quería despedirse de nadie así que huía con su maleta en mano y su abrigo. Cuando salía no se percató que Santiago lo observaba con el corazón roto al ver que llevaba consigo una maleta. Pero Uriel se le detuvo su corazón al escuchar unos sollozos, que provenían detrás de las macetas y al ver que era Santiago su corazón le dio vuelco.
El verlo allí con sus manos tapando su cara, mientras lloraba le rompía el alma y acercándose despacio, hasta estar cerca de él le habló en susurro sin tocarle.
-¿Santiago, que haces aquí? ¿Qué te sucede?
-Sollozando fuerte. Hacia que las palabras no salieran de su boca.- Tu teee vasss por mí.
-Sí, Santiago.-Dijo el Doctor bajando su mirada.
Limpiándose las lagrimas, movió su silla y sin mirar atrás se dispuso a irse, sentía que deseaba morir, que era un tonto en pensar que Uriel dejaría todo por él, pero su silla fue agarrada y el intentando andar se le fue dificultoso.
-¡Suelta la silla Uriel! ¿Quiero irme de aquí? Soy un idiota por pensar que tu…- Sus lagrimas comenzaron a brotar como cascadas y él no podía detenerlas, sin embargo el abrazo cálido del Rubio las hizo serenar.
-Por pensar que yo me enamoraría de ti.- Dijo en susurro cerca de su oreja.- Desde esa mañana que sentí tu mirada en mi cuerpo. Tú despertaste un alma muerta y no quiero jugar contigo Santiago, porque yo deseo amarte con mi vida desde ayer.- Esto lo decía mientras sus ojos se humedecían.
-Te am…o Uriel desde que llegaste a mi.- Apartándolo. Por primera vez lo miró a los ojos sin temer y le volvió a repetir.- Te amo Uriel y sé que soy un lisiado y tú tienes pareja, pero Te amo.
-Shhh, ¿Quien te dijo amor que tengo pareja?
-Santiago se sentía sorprendido con ese “amor” que había escuchado de su boca.- Tu biografía del facebook.
-Ja Ja Ja, amor tengo más de seis meses que no actualizo mi facebook y si tuve una relación, pero hace tiempo que terminó y por eso me vine a vivir al pueblo. Y mírame ahora estoy aquí a los pies de mi verdadero amor.
Las lagrimas volvieron a inundar los hermosos ojos negros de Santiago y sin temer se fue acercando a la boca de Uriel y este imitándolo con los ojos cerrados se besaron por segunda vez.
Los labios virginales de Santiago acariciaron los de Uriel que poco a poco fue abriéndolos y el más pequeño lo imitó de forma precisa. Luego cerraron sus labios a la misma vez, para luego volverlos abrir y sacando la punta de su lengua el Doctor acaricio la comisura de los labios de su futuro novio que abrió mas su boca para invitarlo invadirla. Esa danza fue tan lenta como la nieve que caía sobre los cuerpos caliente.
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Luego de ese beso tan dulce, Uriel tomó en brazos a Santiago y llevándolo a dentro de su casa, para que se calentara ya que su cuerpo temblaba del frió y de emoción. Aunque allí dentro prefirió que él se cambiara la ropa mojada y subiéndolo hacia su habitación, se dispuso a desvestirlo.
-¿Qué haces Uriel?
-¿Qué crees que hago Santiago? Necesito que te quites esa ropa o te dará un refriado.
-¡No! Estás loco. Eh yo me desvisto solo y por favor retírate de la habitación.
-¿Por qué si somos hombres? O acaso nadie te ha visto desnudo. – Decía sorprendido Uriel.
-¡Claro que sí! Mi papá y mi mamá
-Pero alguien diferente a ellos, no te ha visto.
-No.- Dijo en susurro.
-Bueno des vístete mientras yo voy buscándote algo que te pueda quedar, te prometo no verte.
-Está bien.- Sentado sobre la cama, comenzó a sacar su suéter desde sus cabeza, hasta quitárselo completamente, luego tímidamente y volteo para ver si en verdad Uriel estaba cumpliendo su promesa y suspirando se dio cuenta que sí. Desabrocho su pantalón lentamente y alzando su trasero para poder sacarlo, para luego inclinarse y retirarlos completamente, Sin embargo cuando subió su cuerpo se encontró con el rostro del Rubio que lo miraba sorprendido y tomando su suéter tapó las partes de su cuerpo.
-¡No me mires!
-No puedo dejar de mirarte eres demasiado hermoso.- Decía, mientras sus ojos viajaban por el delicado cuerpo de Santiago. Era delgado, su piel parecía que fuera de bebe sin ninguna marca visible. Sus pezones eran marrones, abdomen plano y unas hermosas piernas delgadas. En pocas palabras era una belleza.
-Discúlpame… -Dijo dándole la ropa y volteándose, para que no viera su erección causada por la visión de su cuerpo.
-Uriel me puedes ayudar a vestirme. –Dijo Santiago en voz muy baja. Logrando que el pene del Doctor sufriera un látigo por esa declaración.
-Si…- Volteándose se fue aproximando a él, muy lentamente y tomando una toalla lo comenzó a secar todo su cuerpo con devoción. Santiago no apartaba su suéter de su pelvis, sentía pena.
Al tenerlo tan cerca, Santiago se puso colorado. Pudo notar un bulto en la entrepierna de Uriel y a la vez se emocionó al ver que él también lo deseaba y alargando su mano rozo tímidamente con sus dedos la notable erección, haciendo que de la boca de Rubio se le escapara un audible suspiro.
-Aaafff.- Uriel sorpresivo se aparto, pero ver con la mirada la suplica de Santiago se acercó sin moverse.
Su cara se encontraba enrojecida y tímidamente comenzó de nuevo a pasar sus dedos por la creciente erección y logrando que miles de jadeos salieran de la boca Uriel y sin prisa fue desbotonando el pantalón del Rubio y este con su boca abierta miraba desde arriba todo los movimientos de Santi. Su pantalón rodó por sus gruesas piernas, hasta caer a sus pies y viendo la mirada de admiración del más pequeño, lo hizo sonreír y con el solo contemplar su pene sobre la tela lo hacía que gotas de pre-seminal salieran de su glande y tomando las riendas Santiago alargó sus manos, atrapando las nalgas de Uriel con sus manos logró pegar la erección de este a su cara. Comenzó a olfatear de forma suave y sacando su lengua tímidamente hasta sentir ese sabor salado característico de un pene, saboreo lentamente y volviéndola a pasar varias veces hasta absorber todos los jugos de Uriel. Este se encontraba agitado por el acto que estaba haciendo y produciendo a su amor, que con la cabeza hacia atrás se encontraba sumergido en ese placer mágico.
-Hazme el amor Uriel.- Este sin perder tiempo retiró el suéter que cubría su entrepierna, para mostrarle su bulto al Doctor que haciéndole caso lo tomo y colocándole en el centro de la cama se subió encima de él, en donde comenzó a besar todo su cuerpo virginal y recorriendo con su lengua a su cuello lo saboreo, para luego lamió sus pezones hasta hacerlo gemir su nombre.
-¡UriiiiiielAaah!- Dijo este clavando sus uñas en la espalda Uriel.
Ninguno de los dos aguantaba el placer y los sentimientos que estaban viviendo, porque no solo era un día de simple sexo, era la unión de dos seres que se amaban. Al llegar a sus interiores de dibujos animados sopló sobre ellos, causando que la piel de Santiago se pusiera piel de gallina y retirándola descubrió un hermoso pene blanco y de inmediato comenzó a chuparlo delicadamente, logrando hacerlo suspirar y este apartándolo de su pene lo hizo que subiera y besándose con mucho amor le acariciaba su espalda.
Uriel bajó hacia los pies de Santiago y besándolo de forma amorosa sus hermosas piernas hasta separarlas y allí estaba bajo sus bolas, encerrado se encontraba su botón y con temor beso suavemente, para lograr que Santiago se relajara y levantado su cadera lo invitó a entrar.
Los besos no bastaban para calmarlos y el pene de Uriel fue buscando la entrada de su hogar y de forma calmada se fue adentrando al lugar donde se alojaría para siempre. El cerrado anillo dejo entrar el amplio glande y apretándolo hizo suspirar a su pareja.
-¡Te amo Santiago y quiero estar junto a ti el resto de mi vida! -Decía Uriel con lágrimas en sus ojos.
-También te amo Uriel.- Sellando con un beso Uriel dejo ir toda su herramienta y esperando un momento prudencial, comenzó u vaivén lento que los dos gozaron de esa forma tan pura de hacer el amor. Las manos de Santiago acariciaban la espalda de su amado y sin dejarse de besar se entregaron en cuerpo y alma.
El cuerpo sudado de Uriel sobre la piel de Santiago lo hacía arder y aferrándose a él le demostraba lo que estaba viviendo, sus besos lo hacían enloquecer y desear más. El movimiento de su lengua junto a la de Uriel, hacia que su pene bañara su pubis de sus fluidos que hacían impregnar de aroma la habitación. Cuando el Rubio subió sus piernas al hombro y notando como el cuerpo de su amante se encontraba bañado de sudor que recorría su pecho, lo hizo excitarse y bajando su mano hacia a su pene comenzó acariciarlo y ese gesto hizo enloquecer a Uriel que unió su mano a la de él y enseñándole un sube y baja lento que era acompañado con el mete saca.
-¡Aaasi amor! Aaafff.- Cada vez que entraba o salía el pene de Uriel lograba que los ojos de Santiago se pusieran blanco y mordiera su labio por el placer de las acometidas
-Siiii… Aamorr… acaricia mi bebe, para que luego me des su jugos.- Ese comentario hizo suspirar a Santi y de forma vigorosa tocó su mojada pollita.
Las agitadas respiración de los dos advertían que estaban a punto de acabar y sacando su pene del ano de Santiago, se recostó de lado mirando su pareja. Comenzó a besarle con pasión y juntando sus penes con su mano comenzó a masturbarlos, haciendo que los jadearan en forma constante. Los temblores inundaron el cuerpo de Santi y mordiendo el labio de Uriel acabo, logrando que de igual manera que acabara su pareja.
Esa mañana el mundo fue testigo de un acercamiento tan sublime de dos seres, que el destino escribió su encuentro, para mostrar que no existe barrera para el amor.