El antes y después

El antes y el después…

En alguna ocasión, en un chat caliente, un usuario entró a charlar conmigo al privado y me hizo una pregunta cómo sin ninguna trascendencia, me preguntó que si hubo algo en mi vida que me marcada, el antes y el después, en mi vida sexual y yo, así de pronto pues no encontré la respuesta a su pregunta, porque en realidad no recordaba eso; el antes y el después.
Y eso me hizo recordar mi niñez, la primera experiencia, no como actor activo en el hecho, sino como simple espectador, fue en casa, no estaba mi madre, solo mi hermana mayor (13 años), a quien llamaré Mayra, mi otra hermana, la menor Lupita, ese si es su verdadero nombre (cinco años) y yo Ramiro, de 6 años.
Vivíamos en una casa, en la planta alta y en la parte baja vivía un hombre, Arturo (nombre real), de unos 35 años, en ese entonces yo no lo sabía, pero él se dedicaba a la venta de mariguana, y también la consumía.
Sucedió que todo estaba en calma en casa y mi hermana mayor subía la escalera con una cubeta de agua y el tipo iba detrás de ella, con el pretexto de ayudarle con la cubeta y ella no quería.
Total subieron hasta la parte alta y al entrar, mi hermana dejó la cubeta y le exigió a Arturo que se fuera, pero el tipo estaba muy extraño, él trataba de abrazarla y ella se resistía. Total la sujetó de los hombros y la aventó sobre un mueble, sobre el sofá y se le fue encima, ella se defendía, lanzaba golpes y con los pies lo empujaba, pero el tipo era mucho más fuerte y pronto la tenía prácticamente sometida.
Mi hermana Lupita y yo solo mirábamos cómo la sometía, se sacó la verga y como en el forcejeo se le había levantado la falda se le miraban a ella los calzones, recuerdo bien eran rojo, él trataba de bajárselos pero ella se movía mucho y no podía bajárselos y por un lado quiso meter el miembro y ella seguía con su oposición.
Lupita y yo no comprendíamos de qué se trataba, en serio, éramos muy inocentes, pero sabíamos que era algo malo, y, para salvación de mi hermana, vi que mi mamá se acercaba por la calle, porque como vivíamos en la parte alta, por la ventana se alcanzaba a abarcar con la vista toda la calle y le dije; “No te preocupes Mayra, ¡ahí viene ya mi mamá!”.
Entonces Arturo se asomó y se dio cuenta que efectivamente mi madre venía por la calle, rápidamente se metió la verga al pantalón y bajó la escalera, llegó mi mamá y ni mis hermanas no yo dijimos nada, en realidad no comprendíamos que había pasado, de qué se había tratado.
Yo estaba en la primaria, en primero y me juntaba con algunos amigos de mi edad y también con otros, ya de sexto grado, nos íbamos a un baldío a jugar, el baldío estaba bardeado, era como un triangulo, ahí nadie nos miraba, también había unas casas en ruinas, abandonadas, esas fuera del baldío.
Total, como chiquillos que éramos, éramos curiosos y pronto los más grandes, comenzaron abrirme los ojos con respecto al sexo. Como a muchos nos ha pasado, comenzaron a decirme que se las tocar, que se las chupara y luego ya trataban de penetrarme, de hecho lo intentaron muchas veces y yo aceptaba, pero nunca me la metieron, siempre se iba el pito por debajo de mi culo, pero no voy a negarlo, me gustaba.
En esa misma época conocí a un hombre, un tipo joven, unos 20 años, cuidaba un kinder cerca de mi casa. Un día, ya para anochecer, mi invitó a pasar al kínder, obviamente estaba solo y adentro comenzó a insinuarme que si me gustaría que me cogiera, yo le dije que sí y se sacó la verga, en mi vida había visto una verga tan enorme (y la verdad que hasta la fecha no he visto nada parecido)
Ahí, en uno de los salones me pidió que se la mamara, hice lo que pude, pues la verdad estaba tan gruesa y grande que muy a fuerza apenas pude meterme en la boca la cabeza.
No sé cuánto duró, pero fue realmente poco, cuando de pronto comenzó a soltar corros en mi boca, pero en una forma exagerada, tan pendejo estaba que creí que se trataba de orina, tragué algo de semen y mucho, la mayoría, cayó al piso.
Jajaja, y yo todavía me bajé el pantalón y los calzones para que me cogiera, pero el méndigo me dijo; “ya pinche muchacho puto, váyase a chingar a su madre, órale, pinche joto, a chingar a su madre de aquí”.
Tiempo después nos cambiamos de casa, mi madre compró una casa en una colonia no muy lejana de ahí. Fue otra época y tal vez fue la mejor, porque se dieron las cosas para mi desarrollo sexual, no solo mío, sino también de Lupita.
Mayra se casó a los 19 años con un antiguo novio, se fueron a vivir a una colonia, esa sí, bastante retirada de donde mi madre había comprado la vivienda y no nos visitábamos con frecuencia, muy de vez en cuando.
Yo tenía ya 12 años y aunque aún nadie me había penetrado sí sabía ya todo lo referente a cómo se cogía, que era eso que yo había confundido con orina. En ocasiones andaba muy excitado, con ganas de que alguien me cogiera, pero por donde vivíamos aunque tenía muchos amigos ninguno parecía tener ganas de cogerse a un hombre, así que a veces salía a visitar el barrio donde habíamos vivido, a ver si encontraba a alguno de mis compañeros de escuela, pero no tenía suerte; no los encontraba.
Pero uno de esos días cambió mi suerte, cerca estaba una enorme unidad deportiva, para ferrocarrileros, había unos campeonatos deportivos y aunque no me gustaba mucho el deporte me animé a ir y ahí, entre el público encontré a uno de mis amigos, a los dos nos dio gusto volver a encontrarnos.
En la plática me preguntó que si me seguía gustando la verga (él siempre ha sido muy grosero o directo al hablar), le dije que si, y me invitó a ir a los sanitarios, que estaban fuera del auditorio donde se desarrollaba un partido de basquetbol.
Nos fuimos a los sanitarios, estaban solos, nos metimos a uno, cerramos la puerta, se sacó la verga y comencé a mamársela, luego me desabroche el pantalón y me lo bajé, junto con la trusa y comenzó a metérmela, apenas me había dado como tres o cuatro piquetes cuando sentí algo tibio que corría por mis piernas, él también se dio cuenta y dijo; “esto que es, bajó la mano y cuando la volvió a subir se dio cuenta que era sangre. Nos asustamos y él rápidamente se limpió con su pañuelo, lo tiró y se fue. Yo tomé el pañuelo y me limpié, todo asustado.
Me fui a casa, me metí a bañar, ahí encontré una toalla sanitaria y me la puse en el culo, creía que iba a seguir sangrando, pero no, ya no sangré.
Con el paso de los días comencé a tranquilizarme y se me volvió a alborotar la hormona, pero ahora ya que me sabía desflorado, me sentía como mujercita putita. A los 13 años comencé a ver un cambio en el cuerpo de mi hermana, le habían crecido un poco los seños y sus piernas se habían torneado, su culito también estaba muy marcado y se vestía algo atrevido, para su edad, shores muy ajustados, medias transparentes, blancas, tipo cristal y se maquillaba, tenía un vestido amarillo, sin mangas y con cierre al frente, se cerraba de arriba para abajo, con frecuencia se lo ponía, sus pantaletas ya no eran de algodón con figuras infantiles, eran de nylon y la mayoría tenían encaje, incluso tenía bikinis, sus brassieres tenían aumento en las copas, al principio yo creí serían porque le quedaban ajustados y le calaban en los senos, pero luego caí en cuenta que eran para hacerlos parecer más grandes de lo que en realidad eran.
Me aficioné a tomar su ropa interior, hasta sus medias y los brassieres, me ponía sus bikinis, igual los brassieres, las copas las rellenaba con sus pantaletas. Siempre revisaba sus bikinis y los encontraba manchados de sus flujos vaginales, los olía y lamía.
Cuando tenía 14 años, Lupita 13, comenzaron las habladurías de algunas vecinas, decían que ella, Lupita andaba de puta con varios cabrones de la colonia, inclusive con casados. Esas habladurías llegaron a oídos de mi madre quien puso el grito en el cielo y habló con Lupita, le dijo hasta de qué se iba a morir, amenazó con llevarla con un médico para que la revisara a ver si era cierto que ya no era virgen. La verdad es que para esa edad, 13 años, Lupita tenía un cuerpo bastante desarrollado, sus formas eran mórbidas y cualquiera que la viera estaría convencido o convencida que ya desde hacía tiempo tenía actividad sexual.
Aquí hago un pequeño paréntesis; una niña de unos 11 años había sido violada por un tipo que apodaban El Bofo, al tipo lo metieron a la cárcel, pero pronto salió y la chavita desarrolló un cuerpo como de mujer ya mayor, senos y piernas bien desarrollados y su cara no reflejaba inocencia, igual que Lupita.
Bueno, indignada mi mamá exigía llevar a Lupita con un médico, y me pidió mi opinión, quería que las acompañara. Yo no sabía cómo enfrentar esa situación, a i me quedaba claro que ella ya no era virgen y solo se me ocurrió decirle a mamá que; Si quiere vamos, pero la verdad es que usted va a gastar a lo tonto, total, si ella aún es virgen que va hacer, a sacar copias de del resultado y repartirlas como volantes en la colonia o pegarlos en los postes, en las esquinas?, va a caer en el juego de esa gente chismosa, que mejor cuiden a sus hijas y dejen a la demás gente en paz. Y si acaso ya no es virgen, que va a pasar, eso tendría remedio?, claro que no, pero usted decide. Mi hermana solo observaba callada, pero se miraba preocupada.
Está bien, dijo mi madre, vamos a dejarlo así, tienes razón, total si ya pasó eso, que algún día iba o va a pasar, que a la gente la valga madres, pero quiero que de ahora en adelante tú te encargues de vigilarla, si sale al centro, si dice que va con amigos, la acompañas, ah, además esas salidas al monte, a la supuestas “lianas” quedan suspendidas, solo si va contigo puede ir.
Así quedamos en ese acuerdo, así que me nombró su “chaperón”, aunque en realidad en lo que me convertí fue en su alcahuete y cómplice de sus puterías, porque fue una “carta blanca” para que siguiera con sus puterías, aunque ahora ya en forma discreta.
Mi madre salía cada viernes, por la tarde, a visitar a unos familiares a un rancho, volvía hasta el domingo, ya por la tarde noche, así es que aunque nos dejaba recomendaciones de hecho prácticamente ningún caso les hacíamos.
En una ocasión que andaba yo con la hormona alborotada, le dije a mi hermana que iba a salir, que regresaba al rato, que no se fuera a salir. Me fui a mi cuarto, ahí me cambié de ropa, me puse un bikini azul, con un moñito negro al frente, un brassier blanco y lo rellené con pantaletas, igual me puse media y me puse una chamarra holgada, para que no se me notara el brassier y me salí al centro.
Coincidencia, casualidad…? encontré al chico que me había estrenado y platicamos de pendejadas y me preguntó cómo me había ido el día de “mi estreno”, jajaja, los dos nos reímos y me invitó a irnos a coger, yo era lo que andaba buscando, le propuse irnos para el monte ”a las lianas”, él no sabía dónde estaban. Total nos fuimos al lugar y ya ahí se sacó la verdad y se la mamé, luego de unos dos minutos me pidió que me volteara y ahí me la metió, la verdad que para mí, pese a que me han cogido varias veces, esa fue la mejor, lástima que duró muy poco, tal vez unos dos minutos, luego se vino en mi culo, no exagero si les comento que se me salieron del culo, no todos, pero si una buena cantidad, escurrían por mis piernas.
Pero cabe comentar que cuando vio que traía bikini de mujer, brassier y medias, me preguntó que qué pedo; de quien son”, le dije la verdad, que eran de mi hermana el cabrón se sorprendió y me preguntó que si eran de la chavita que a veces andaba conmigo cuando vivíamos cerca del centro de la ciudad, le dije que sí, pero que ya había crecido.
Pues a ver cuándo la presentas, para hacerte mi cuñado y hacerlos a los dos hermanitos también de leche. Dijo el cabrón. Yo asentí, le dije que sí, pero necesitaba antes hablar con ella, total me debía favores y era posible que si quisiera.
Nos despedimos y me fui a casa, llegué y no estaba Lupita. Era sábado y mamá no estaba, me fui a quitar la ropa que me había puesto de ella y la dejé en el cesto de la ropa sucia, de donde la había tomado y esperé a que llegara. Pero pasaron las horas y casi por la madrugada llegó, con el vestido amarillo y vi que se trataba de ocultar algo en uno de los senos, me di cuenta era un chupetón. Sabía que había ido a coger.
Quise reclamarle, pero recordé lo que yo también había hecho y traté de comprenderla; “Lupita, yo no soy el problema, el problema son los vecinos, si vuelven con sus chismes mamá puede tomar alguna decisión drástica, ya sabes cómo es”.
Me dijo; los vecinos tienen sus propios problemas, mamá no se va a enterar, al menos que tu se lo vayas a decir, a menos que vayas de rajón, guarda el secreto como buen hermanito, a cambio yo tampoco diré que te pones mi ropa interior…”
Eso me caló como un cubetazo de agua helada, ella sabía mi secreto. Quise urdir cualquier mentira pero ella me atajó; “Mira, los dos nos guardamos el secreto y listo, estamos para apoyarnos, si tú me pides algo, yo estoy para apoyarte, así como lo has hecho cuando no has dicho nada cuando salgo a ver a mis amigos”
Recordé lo que había comentado con mi amigo en “Las lianas” y entonces me decidí a platicarlo con mi hermana; “Mira, tengo un amigo, no sé si pudieras o quisieras hacer paro con él”.
Lupita respondió; “De qué se trataría el “paro”?
Bueno, le dije, de que estuvieras con él, ya sabes…
Ah, quieres que me lo coja?
Este, bueno, si, de eso se trata, él me vio con tu ropa puesta y me preguntó de quién era y le dije la verdad y me pregunto que si eras tú, la chavita que veces andaba conmigo cuando vivíamos con Arturo y le dije que si, entonces me dijo que le gustaría hacerme su cuñado, le dije que te iba a decir y, pues bueno, ya que se dio la oportunidad, por lo que dijiste de apoyarnos, me animé a decírtelo, ahora está en que tu decidas si estás de acuerdo.
Claro que si, si quiero, pero dime algo…, te cogió él a ti?
Este, pues…, sí, sí lo hizo…
Y para cuándo y dónde sería…
Pues creo que estaría bien el próximo viernes por la noche, en “Las Lianas”, o el sábado, no quisiera que fuera aquí en la casa, por los vecinos, aunque podrían pensar que es un amigo mío al ver que estoy aquí, pero como son de mentes ligeras, podrían pensar la verdad; que te traigo a alguien para que te coja, además, aunque es amigo discreto no quisiera imaginar que algún día pudiera venir a buscarte, se pusiera necio y mamá se diera cuenta. Él me ha propuesto ir a los baños públicos, pero a mí no me late ir a un baño público, y tú y yo somos menores, llamaríamos la atención de la gente. Si me ha invitado a baños públicos es porque a lo mejor en su casa no se puede.
Bueno, dijo Lupita, está bien, entonces ya solo decide si es el viernes o el sábado, llámalo y te pones de acuerdo con él…, Una cosa más, estarás presente, verdad?
Sí, me gustaría, si no te molesta…
No, no me molesta, al contrario, aunque no me has visto hacerlo, yo he tenido unas ganas locas de que me veas, pero sabes?, también me gustaría ver cómo te coge, con mi ropa puesta…

Continuará…

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