Me encontraba sola en mi cuarto como cada tarde, estudiando las pesadas matemáticas y de repente me acordé de mi compañero de pupitre.
Hacía ni dos días que la profesora nueva nos había cambiado de sitio, pusieron a mi lado a un chico tímido y casi no hablaba. Una tarde después de clase le dije si quería venir conmigo, él al principio no quiso pero al final le convencí.
Yo no soy tímida, soy golosa de nacimiento, y me encantan las pollas, sobre todo las de los chicos tímidos que luego resulta que tienen un gran pene. Bien, mi nuevo compañero accedió, y yo le invité a venir a mi casa desde donde ahora relato este corto pero salvaje cuento erotico.
Me puse a cuatro patas para mi tímido amiguito
Él subió a mi cuarto,que es donde lo tengo. Yo no dudé y comencé a desnudarme nada más entrar, mis padres no estaban y tardarían.
Él se quedó mudo, de piedra al ver semejante hembra, a mi corta edad ya poseo unas tetas que parecen las de una veinteañera, son grandes y pesadas, cuando me quiero masturbar solo tengo que rozarme los pezones para ponerme bien perra yo sola.
Él era tímido pero al verme desnuda delante, no pudo resistirse y como un niño con su mamá vino hacia mí. No dijo ni palabra, teníamos la misma edad pero yo parecía su mamá. “Come, mi pequeño”, le decía yo ya que lo había visto en muchas pelis porno que me ponía, “come y no pares, mira que tetas tiene mama para ti”. Él seguía y seguía y yo adquiría el papel de madre lactante que da el pecho a su hijo. Era imberbe y dócil, pronto sentí curiosidad por cómo tendría la polla, así que no lo dudé bajé la mano hacia su paquete que lo escondía como no queriendo que lo tocara. Pero yo le metí la mano, quería ver la polla que gastaba o cómo era el tacto de sus huevos. Seguirá….