Desde Birmingham hasta Mallorca con amor

Nunca olvidaré este verano en Mallorca. Había estado cuando era pequeña con mis padres, pero esta vez me he venido sola. Soy de Inglaterra, del Reino Unido, de Birmingham, un lugar gris y siniestro, donde solo el chubasquero y las tardes ensombrecidas tienen lugar.
Nada más salir del avión, del Aeropuerto Internacional de Son San Juan, pequeñito pero juguetón, como la picha de un maricón, lo vi todo claro. Luminosidad, veraneo, extranjero, y mucha, pero que mucha diversión. Soy la típica inglesita que cualquier español con ganas de pasarlo bien, estaría al menos una tarde. Rellenita, simpática, dulzona, grande y golosa, pero que muy golosa. Y no porque me gusten los caramelos o los rosados algodones de las ferias, no, golosa de sexo, golosa de escarceos y toqueteos.
Me hospedé en un albergue, u hostal llamado, El Refugio del Turista. No era muy lujoso, con cuatro adornos en la entrada, un recepcionista menos que amable y con una nimia y minúscula iluminación que contrastaba con la claridad exterior. No me ha gustado nada lo que es el hostal.

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Lo que pasó, fue que como dicen que a falta de pan, buena es una galleta. Me fui, en busca de galletas, que son las que me atraen, en busca de mujeres. Así conocí a Sandy, otra inglesa solitaria como yo, y hospedada en el seno de un hotel, de cuatro estrellas, al cual me invitó. Eso ya fue otra cosa. En el mío, a pesar de tenerlo, solo dormí la primera noche. El resto de seis noches, estuve con Sandy, la devora mujeres, durmiendo en su habitación y con ella.

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Para no entrar en muchos detalles ella es hombruna, machuna, de macho, yo a pesar de ser más grande y voluminosa, soy un juguetito con ella. Pronto hicimos amistad, ya dicen que para ser feliz tienes que tener amistad, trabajo, cultura y amor. Yo lo tenía todo con Sandy.
Sandy llevaba un brazalete tatuaje en su brazo derecho que todavía la hacía más poderosa, jugábamos y jugábamos en la piscina de su hotel, bueno su hotel, el lugar donde ella se hospedaba. Éramos niñas grandes, jugando a nuestro juego favorito: el sexo compartido. Ella a lo mejor cogía la manguerita del cuidador de la piscina, mientras estaba en otras labores, y hacía como si fuera su verga, y yo me reía y reía. Yo como soy muy golosa, como ya he dicho, no podía hacer otra cosa que entregarme a las mieles de su fantasía, y mis tetas que son gordas como melones me las extraía de mi bikini rosa rojo, y ella hacía lo propio con sus tetitas.

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Ella me empujó a hacer las travesuras que en mi país no puedo hacer, en Birmingham, que está prácticamente en el centro de la isla inglesa, todo esto no lo puedo hacer. A pesar de ser una buena solterona, ya no me casaré, estas locuras de niñata estudiantil, me están prohibidas. Por mi educación y enseñanza recibida en mi pubertad. Pero aquí, en Palma de Mallorca, me desfogo como lo hace una buena isleña, una buena inglesa de verano. Me saco las tetazas, las lolas (palabra que he aprendido aquí) mientras tomo el sol en la piscina, un día no había nadie en las hamacas y muy alegremente enseñé mi gordote culo para hacer una foto. Sandy me sacó todo el culo grande, me excitó tanto que tuvimos luego que subir a la habitación a follar con su arnés. Y otro día, estuve tan cachonda que desnuda y en una roca, fui todo el espectáculo de la playa nudista a la que asistimos, como dos buenas amigas. En fin, una locura de soldadura.

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En resumen, sus tetas más pequeñas intentaban equipararse a las mías, cosa imposible, porque yo tengo masa para parar un tren, y dos si hace falta. En la cama nos divertíamos como adolescentes, ella es más grande de edad que yo. Y me alegró esos días de verano, mis vacaciones en Mallorca. La isla bonita.

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