Con una vecina bien madura

Esta es mi primera historia asi que presten atencion. Esto me sucedió hacce ya tres años, espero os guste.

Llevaba casado ya más de diez años con la misma mujer. También tengo una hijastra que por entonces tenía 18 añitos.

Como toda relación larga, la pasión se va sustituyendo por cariño y sobre todo rutina. Yo nunca había engañado a mi mujer, pero necesitaba algo más emocionante que un polvo rápido los sábados por la noche. Por cuestiones de mi trabajo paso mucho tiempo en casa, mientras mi mujer trabaja y mi hija va al colegio. Recuerdo que ese día era un martes, yo me levanté con mi mujer, desayunamos y se fue a trabajar. Yo me puse un café, mientras escuchaba levantarse a mi hijastra.

Entró en la cocina descalza, dando los buenos días, su largo pelo hasta sus redondeadas y duras nalgas, vestía un short y una camiseta de asas que apenas dejaba espacio a la imaginación. Se tomó de un trago un vaso de café con leche, y se inclinó hacia mí para despedirse.

-Me voy papi. Me dice mientras me planta un beso en la mejilla, momento que aprovecho para echar un vistazo a su escote, apareciendo ante mis ojos sus pechitos duros, con los pezones sonrosados erectos por el frío de la mañana.

Así me dejó, notaba mi polla palpitar dentro de mis pantalones. La escuchaba trajinando en su habitación, al imaginarla cambiándose sólo conseguí empeorar la cosa. Mi erección golpeaba contra el pantalón, produciéndome un dolor intenso, necesitaba desahogarme.

Mi hijastra salió de la casa como un rayo, era ya tarde..

Sin pensarlo me levanté en medio de la cocina, me bajé los pantalones y el boxer de un tirón hasta los tobillos, agarré mi pene erecto y comencé a masturbarme violentamente cerrando los ojos para recordar los pechos de mi hijastra. En el culmen del climax empecé a jadear de placer, iba a correrme, así que abrí los ojos para buscar una servilleta de papel. En ese momento mi vista se dirigió a la ventana, del otro lado, asomada a su ventana, mi vecina la cotilla, mirándome ,con los ojos desorbitados fijos en mi pene erecto. Así nos quedamos unos segundos, yo con los pantalones bajados y mi mano agarrando ese pene a punto de reventar, y ella mirandola sin pestañear.

La magia se rompió cuando nuestras miradas se cruzan. Atropelladamente me levanto los pantalones y salgo de la cocina. Mi corazón late aceleradamente, mi cabeza no para de pensar.

-Que hago ahora, que hago!!! Se lo va a contar a mi mujer!!!Se lo va a contar a todo el barrio!!!.

Tenía que hablar con ella, tenía que explicárselo.

Me calcé unos zapatos y salí de casa, muy nervioso me acerqué a su puerta y llamé.

Detrás de la puerta alguién miró por la mirilla, pero no abrió. Volví a llamar. Lentamente la puerta se abre, mi vecina Pilar, que así se llama, asoma unicamente la cabeza.

-Que quieres?, vete de aquí, por favor.

-Déjeme explicarle, se lo suplico, no es lo que parece.

-Yo creo que es evidente, pero explícate, te lo suplico.

-Aquí en la entrada no, por favor. Le digo en un susurro, mientras miro en torno a mi.

Duda un rato, pero finalmente abre la puerta para dejarme entrar. Aunque no debería haberlo hecho, no puedo evitar reparar en como va vestida. Lleva un camisón de tiras hasta los tobillos, es amplio, pero su trasero amplio se marca debajo, así como sus amplios pechos, una 100 por lo menos, algo caídos ya , pero muy apetecible, como no lleva sostén, los pezones se marcan perfectamente. Para la edad que tiene está bastante bien. Le calculo 50 largos, las arrugas de los ojos, y algunas canas en su pelo rubio teñido la delatan. lo lleva recogido, bastante informal. No puedo evitar excitarme un poco.

Como si intuyese mis pensamiento sus brazos tapan sus pechos.

-Siéntate. En el salón.

Me siento en el salón, azorado por la situación, sin saber por donde empezar.

-Lamento la escenita Pili, pero compréndame, llevo muchos años con mi mujer.Hay necesidades que ya no cubro, la rutina, la falta de pasión, sigo necesitando todo eso. Lo entiende?-le pregunto mientras la miro, esperando que estalle, que me llame guarro, degenerado, o directamente me tire a la cabeza el jarrón de la mesita.

En lugar de eso, suspiró, y posando su mano sobre la mía me dice.

-Te entiendo, llevo 23 años casada, mi marido ya ni me toca. Hace casi dos años que no hacemos nada.De hecho, yo también me masturbo. Pero debes tener cuidado que no te vean.

-Entonces no está molesta?. Pregunté receloso.

-Para nada. Si te soy sincera, cuando me descubriste estaba a punto de correrme, tenía dos dedos metidos, jajaja. Me quedé a medias, igual que tú.

Estaba un poco escandalizado sin saber que pensar, al oir a mi vecina, siempre tan sería, hablar tan abiertamente de esas cosas, No sé exactamente en que momento lo pensé, o si llegué a hacerlo, sólo sé que me encontré diciéndole.

-No tenemos porque quedarnos con las ganas. Me parece muy atractiva, ahora mismo le quitaría el camisón y la poseería violentamente sobre la mesa de salón.

En cuanto solté la última palabra me dí cuenta de lo que acababa de proponerle, tragué saliva sosteniéndole la mirada, demostrando una seguridad que no tenía. Ella me miraba muy sería, se levantó lentamente, y con un sólo movimiento se quitó el camisón por encima de su cabeza, mientras me decía.

-Si por favor, hazme tuya.Dijo casi entre jadeos.

Me quedé un rato mirando su cuerpo desnudo. Tenía unos pechos enormes, algo caídos, pero sorprendentemente firmes, con unas aureolas oscuras y grandes. Sus pezones erectos me apuntaban, invitándome a que los comiera.

Su vientre no era plano, uno pliegues de grasa circundaban su cintura, pero no eran para nada antiésteticos, además, su cintura era estrecha. Pero lo que me dejó petrificado fueron sus caderas amplias,que prometían un trasero amplio y apetecible. Y en el medio su sexo, apenas sin depilar, lo que lo hacía salvaje. Se notaba húmedo, era evidente que estaba excitada.

Sentado como estaba la agarré por las caderas y la atraje hacia mi. La miré a los ojos, casi me suplicaban que continuase. Mis manos agarraron sus nalgas, y aunque no eran firmes, eran increiblemente turgentes. Enterré mi cara en su entrepierna, aspirando su olor a sexo, mi lengua buscó avidamente su clítoris, ella abrió sus piernas para facilitarme la acción. Estaba empapado, apenas mordisqueé la punta del clítoris cuando noto su cuerpo arquearse, su abdomen contrarse.

-Ahh!!-Cabronazo, me voy a correr, joder.

Un chorro caliente sale violentamente de su vagina, empapándome la boca. Absorbo sus fluídos como un sediento en el desierto. Aún jadeaba por el placer cuando la subo a la mesa del salón. Mi boca busca sus apetecibles pechos, los lamo, los subciono, los mordisqueo, provocándole gritos de placer. Mientras me voy desnudando, mi miembro salta como un resorte cuando lo libero.

Me incorporo para poder penetrarla, ella mira mi pene erecto y abre más sus piernas. Una de sus manos abre sus labios vaginales.

-Métemela ya!!. Fóllame, rómpeme el coño.

Su forma de hablar me pone cachondo. Agarrándola de las caderas dirjo mi polla a su coño húmedo, de golpe entro en ella , hasta el fondo, ella suspira, me echo sobre ella y busco su boca, la encuentro entreabierta, jadeando de placer. Introduzco mi lengua, acallando sus jadeos. Su lengua busca la mía, absorvo su saliva. Que bien besa la señora.

La penetro primero lentamente, para ir acelerando poco a poco, introduciéndome en ella hasta las entrañas, mi pene es largo y grueso, por lo que temo dañarla, pero viendo como disfruta desecho ese pensamiento.

Sus jadeos aumentan, sus manos agarran mis nalgas, como pidiéndome que no la saque.

-Joder,joder,joder!!!. Repite entre jadeos.

Su cuerpo vuelve a ponerse tenso debajo mía, acelero el ritmo. Un grito ahogado me dice que ha llegado al orgasmo. De una última sacudida me introduzco en ella hasta el fondo, me quedo inmovil, sintiendo las convulsiones de sus paredes vaginales golpear mi pene, mientras sus fluídos empapan mi entrepierna.

Yo también estoy casi, pero quiero correrme de otra forma.

Cogiéndola de la cintura la bajo de la mesa. Parece un muñeco en mis manos, La pongo de rodillas en la alfombra. Ella enseguida adivina mis deseos, agarra mi miembro palpitante y se lo introduce hasta el fondo en su boca. Siento su lengua recorriendo todo el largo de mi tronco. Se la saca, muerde la punta, se la vuelve a meter hasta la garganta, se la vuelve a sacar y me come las pelotas, busca mi mirada, satisfecha al ver mi cara de placer.

-Que bien la chupas. No sabía que fueras tan guarra.

Mientras me come la polla, su mano no deja de frotar su coño, que viciosa.

Mis huevos están a punto de estallar. Agarro su cabeza, acelerando el ritmo, cuando me voy a correr se la meto hasta la garganta.

-Trágatela toda, te va a gustar.

Ella protesta y consigue sacarla de su boca, me mira y dice.

-Sólo si prometes follarme a menudo.

Ni lo dudé, hacía tiempo que no disfrutaba tanto follando.

-Cuando quieras.

Su mano empezó a masturbar mi polla violentamente, mientras mantenía su lengua en mi capullo hinchado. Era demasiado para mi, un chorro blanco y espeso salió disparado de mi polla para ir a introducirse en su boca. Se la metió toda, sin dejar de masajearla ,para ordeñarla a fondo.

No me dí cuenta que estaba jadeando. Finalmente se la quitó de la boca, la lamió lenta y concienzudamente, y se concentró en seguir masturbándose. Yo me agaché para ayudarla. Aparté su mano e introduje dos de mis dedos. Estaba chorreando. La follé con los dedos mientras la besaba. Se corrió en seguida, cayendo de espalda en el suelo por el esfuerzo. Yo la miraba extasiado. Que mujer más excitante, quien lo diría. Abrió los ojos, me miró y me dijo:-Como no cumplas tu promesa se lo cuento a tu esposa.

Este es el fin. Espero os haya gustado. Espero vuestros mensajes, no os corteis, me encanta escuchar las fantasías de otras personas. Mi correo es [email protected].

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