En la habitación de al lado lo que sucede entre madre e hijo. Hay que decir que nos llevamos pocos años (me tuvo de adolescente) y que como suele ocurrir en estos casos, somos más amigos que familia.
De hecho hay un término científico (se llama Atracción Genética) para definir lo que ocurrió aquellas vacaciones. Yo simplemente creo que Mamá está demasiado buena como para que nadie pueda resistirse.
Llevaba casi tres años divorciada de mi padre y excepto por algunas salidas nocturnas con sus amigas (donde supongo que ligaría lo suyo) no había vuelto a tener pareja. Guardaba un vibrador rosa en el cajón de su mesilla.
Es delgada y rubia. Tiene unos pechos preciosos y los ojos grises, pero podéis imaginarla a vuestro gusto. Seguro que os quedaréis cortos.
El concierto de gemidos comenzó la tercera noche. Pero creo que es importante (muy importante) que antes os ponga en antecedentes… ¿Intrigados?
Mi mejor amigo se llama Javi y es el tipo más sinvergüenza que existe. Su madre por el contrario, es un ángel. Se llama Ana y se lleva de maravilla con la mía. Ambas están rozando los cuarenta y ambas son divorciadas.
Por cierto, yo me llamo David y mi madre se llama Soledad, pero todo el mundo la llama Marisol. Javi la llama Sole o Solete… ¿Continuo?
Supongo que a estas alturas sabréis por dónde van los tiros. Javi está colgadísimo con Mamá y en cuanto ella se descuida le hace fotos con el móvil. A mí no me molesta lo más mínimo, porque yo tiro de fotos de Ana cuando necesito relajar tensiones y tengo el móvil casi lleno. La describo…
Es pelirroja y delgada, pero generosa de curvas. Ojos verdes, bajita igual que Mamá (apenas nos llegan a la altura del pecho) y casi igual de bonita.
Los dos primeros días los habíamos pasado en habitaciones separadas, pero al llegar Ana y Javi, Mamá me propuso que me cambiara a la suya. Si más adelante a Ana le parecía bien, dormirían juntas para dejarnos más independencia. Por si ligábamos, fue lo que leí entre líneas.
Me llamó la atención que no le escandalizara aquella posibilidad, más teniendo en cuenta que las habitaciones estaban pegadas, pero supongo que confiaba en nuestra discreción si subíamos con chicas. Es una madre genial.
Acostarme junto a ella no fue fácil. Utilizaba unos camisones cortísimos que le sentaban de maravilla y no me dejaban pegar ojo. Perdí la cuenta de las pajas que me hice aquellas dos noches mientras dormía a mi lado.
Hasta entonces no había hecho nada parecido, pero superada la culpabilidad inicial le cogí el gusto y empecé a fantasear con ella. Más de una vez estuve a punto de despertarla para que me viera cascándomela a su salud.
Como decía, Ana y Javi llegaron el tercer día, y tras dejar el equipaje en su habitación, nos fuimos a cenar y a tomar algo.
Por primera vez experimenté un pinchazo de celos al ver como Javi la miraba durante la cena. Me imagino que tuvo que ver con el hecho de que hubiera empezado a fantasear con ella. Ya no la veía de la misma manera.
No sé si Ana se dio cuenta, porque no paraba de reírse con la conversación. Yo soy más tranquilo, pero Javi es todo un Showman.
Cuando fuimos al baño me susurró:
“Lo de mi madre no pasa de esta noche, colega… Tú verás lo que haces, pero si no te espabilas, mañana a más tardar te levanto a la tuya”.
Achaqué la barbaridad que acababa de soltarme al vino y volvimos a la mesa riéndonos. Después del postre nos fuimos a un pub cercano al hotel.
Javi le dijo a Mamá que estaba guapísima con el tono que se le había puesto con el sol. Ella se sonrojó y le dijo que apenas había bajado a la playa porque la luz de Tenerife era muy fuerte para ella. Le dio las gracias mirándole a los ojos.
En la pantalla del bar estaban poniendo “Blade”. Javi no perdía de vista la película, y al llegar a aquella escena en que la madre (una negra preciosa) del protagonista se le acerca e intenta seducirle, mi amigo soltó.
“Joder… Si esa fuera mi madre, no sería una estaca lo que le clavaría”.
Ana soltó un pequeño grito y partiéndose de risa le puso a su hijo una mano en el pecho, que este cogió de inmediato. Se la comía con los ojos.
“No te quejarás de la tuya” Dijo Ana con coquetería.
“Para nada” Contestó él, besándole la mano.
“Yo tampoco” Añadí, mirando a la mía con dulzura.
Acababa de hacer sonrojar a mi madre.
Aquella noche, mientras Mamá se duchaba, comencé a masturbarme mirando su silueta a través del cristal. Estaba a punto de correrme cuando cerró el agua y salió de la bañera. Antes de que me viera me metí en la cama.
“No te tapes tanto, cariño” Me dijo mientras se acostaba.
Aquella puta erección tendría que esperar a que ella se durmiera. No ocurrió así. A pesar del calentón me dormí nada más acostarme, y cuando volví a abrir los ojos el sol ya se colaba entre las cortinas. Mamá escuchaba hipnotizada.
Los gemidos (gritos, más bien) iban en crescendo.
El cabecero de su cama golpeaba con tanta fuerza contra la pared contigua que aquello parecía una parodia, pero no lo era. Los gruñidos del chico eran los de un depredador sodomizando a una gacela antes de devorarla.
Ella gemía, gritaba y lloraba, todo a la vez. Le suplicaba que no se parase, así que el llanto no era de dolor precisamente. Parecía a punto de correrse.
Fue entonces cuando me di cuenta del porqué de la fascinación de mi madre. La voz de Javi era inconfundible y la de Ana a punto de caramelo aún más.
“¡Goza, Puta! ¡Oh, Dios, Nena! ¡Me corro… Me corro otra vez, mi vida! ¡Goza conmigo, Nena! ¡Oh, Dios…! ¡Córrete conmigo, Zorra! ¡Goza, Puta!”
“¡Sí, mi vida! ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Oh, joder! ¡Oh sí…! ¡Sí, mi Nene!”
Mamá me miró con los ojos como platos, y al reparar en la brutal erección que se dibujaba bajo la sábana dio un gritito y miró a otro lado. Estaba colorada como un tomate. Cogió su ropa y un par de minutos después salía del baño con un vestido de verano de punto calado. Estaba guapísima y se lo dije.
“Gracias, Cariño… Vamos a desayunar” Susurró con timidez:
Apenas hablamos durante el desayuno. Ana tenía una sonrisa de oreja a oreja y cuando fue al baño, Mamá se fue detrás. Javi me guiñó un ojo.
“Estoy dispuesto a cederte el turno, pero date prisa” Dijo “Porque pienso follarme a tu mami antes de la hora de comer”.
Sacó su iPhone y abrió un video. Ana a cuatro patas, aferrada al cabecero de la cama con los ojos cerrados y una expresión de dolor y placer.
Se la ve feliz mientras su hijo le da por el culo. Con una mano la coge por la boca, obligándola a poner morritos mientras la graba con la otra.
“¿Quién la tiene más grande, Papá o yo?” Pregunta, sin dejar de embestirla.
“Tú, mi vida… Tú… Tú… Tú… Mi niño… Me viene otra vez… Ay, Dios… Me corro… Ay, sí… Mi nene… Joder, qué puta soy… Ay… ¡Joder, sí!”
“Goza, Puta… Goza… Mueve el culito, Cariño… ¡Oh, sí Mami!”
“Goza, mi vida… Mami se corre… ¡Oh, Nene! ¡Oh, Joder! ¡Joder! ¡Ahhhhh!”
Primer plano el culo de Ana rezumando leche mientras ella sigue gimiendo y estremeciéndose. Javi sonríe exhausto y se apaga la imagen.
“Colega, estás como una cabra… lo estáis los dos”
Me levanté directo al baño para poner la nuca bajo el grifo. Pero me detuve a escuchar la discusión entre Ana y Mamá. Hablaban a voz en grito.
“Yo quiero a mi hijo más que a nada, pero es que tú no sabes la labia que tiene… Se metió anoche conmigo en la ducha y me puso la mano en la boca”
Me vino a la cabeza la imagen de Mamá tras el cristal. Desde luego Javi tenía un par de cojones, porque yo había fantaseado con lo mismo. Ana continuó.
“Empezó a susurrarme lo preciosa que estaba y a besarme en el cuello… Yo notaba ese pedazo de rabo que tiene en mi espalda… Y me entraron unas ganas de hacerle una mamada… Así que me di la vuelta y lo hice…”
“¡Joder, Ana…! ¡Tú estás loca…! ¡Ana, que es tu hijo…!”
“Mi hijo tiene un glande como tu puño y me desea más que ningún tío que me haya follado en nuestras noches de chicas… Y ya sabes cómo les pongo a los jovencitos… Joder, Marisol… Después me llevó a la cama y fue increíble”
“Estoy alucinando en colores… Pero sigue contando, anda…”
Yo sí que estaba alucinando en colores al imaginarme a Mamá y a Ana con chavales de mi edad. Y Mamá parecía fascinada con la historia…
“Después de lo de anoche…” Dijo Ana “No voy a seguir follando con niñatos teniendo a esa bestia en casa… Marisol… No te imaginas…”
El silencio de Mamá la invitaba a continuar, así que se explayó.
“Dejé que me diera por el culo y me encantó… Estuvimos toda la noche y cuando no pude más, el cabrón se hizo una paja con mis tetas… ¡Me dormí con el perfume de su leche y hoy me despertó con el mejor polvo de mi vida!”
“Joder, Ana… Me estás poniendo malita…”
“Pues no veas las ganas que te tiene… Ahora que yo en tu lugar…”
“¿Tú en mi lugar qué, Ana? ¿Me lo monto también con tu hijo?”
“No, Marisol… Yo en tu lugar me follaba a David”
“¡Tú estás loca! ¡Que es mi hijo, Ana! ¡Mi hijo!”
“¿Tú no has visto cómo te mira tu hijo? Javi dice que la tiene todavía más grande que él… Y joder… Marisol… ¡Está buenísimo, no seas tonta! Ellos no se lo van a decir a nadie y nosotras tampoco. Hace poco leí en Cosmo…”
“¡A la mierda Cosmo y a la mierda Blade… Es incesto!”
“Ya veo que a ti también te pone esa escena” Ana tenía una risa cristalina y enseguida contagió a Mamá “Marisol, tienen dieciocho años… Te garantizo que anoche no abusé de Javi… Más bien fue al revés, pero en plan fantasía”
Mamá se reía, Ana se la estaba ganando con su encanto.
“Joder, niña…” Susurró “Fue como si me violara un velociraptor”.
Salí disparado hacia la playa y me quité la camiseta. Un par de chicas que pasaban me sonrieron y tras comentar algo se partieron de risa.
Seguramente se me notaba demasiado la erección. Me coloqué estratégicamente la polla dentro del bañador y me metí en el mar. Hacía un día precioso.
Y no había una sola chavala que pudiera competir con Mamá.
Se me pasó por la cabeza meterme donde cubriera más y masturbarme con discreción, pero pensé que era probable que alguien se diera cuenta, así que salí del agua intentando no llamar la atención sobre el bulto de mi bañador.
Al regresar al hotel, me fijé en que habían terminado de desayunar. Una pareja de ancianos ocupaba nuestra mesa del comedor. Estaba tan caliente que igual me los había cruzado en la playa y no me había dado cuenta.
Regresé a la habitación y me di una ducha fría. Salía envuelto en una toalla cuando vi el mensaje en la pantalla del teléfono. Una foto de Mamá y Ana, sentadas en la cama de su habitación y besándose.
Ana le sobaba una teta a Mamá por encima del vestido mientras se comían la boca. Mamá hundía los dedos en la melena de Ana y sonreía a cámara.
El mensaje decía: “O te espabilas o me las follo ya”.
El mensaje había llegado mientras estaba en la ducha. Salí de la habitación cerrándola de un portazo y llamé a la de Ana. Abrió con una sonrisa.
“Enseguida estoy contigo, colega” Gimió Javi. Ahora era él el que estaba sentado en la cama, con la mano sobre la nuca de Mamá. Ella llevaba el pelo recogido y el vestido por la cintura. Se giró y me miró a los ojos con expresión de súplica. Tenía el maquillaje corrido y la barbilla empapada.
“Tú sigue, zorra” Susurró mi mejor amigo. Mamá estaba excitadísima y obedeció sin rechistar, gimiendo a su vez y emitiendo unos sonidos de succión que me pusieron a mil. La garganta de mi madre haciendo ventosa. Sus pechitos balanceándose mientras intentaba no ahogarse…
Javi estaba a punto de correrse. En la boca de mi madre.
Ana me había quitado la toalla y también se había puesto de rodillas. Solo llevaba la parte superior de su bikini blanco y estaba preciosa. Me miraba la polla sonriendo con adoración y no tardó en engullirla.
Yo estaba tan caliente como ella, así que comencé a acariciarle el pelo mientras disfrutaba del espectáculo. Mamá mamaba como una posesa.
“Joder… Joder… Solete… Qué zorra eres… Voy a llenarte… Oh, joder… Toda la puta boquita… Delante de… ¡Oh, Joder! ¡Sí, Nena! ¡Ahhh!”
Ella se sacó la polla de la boca y susurró mirándome a los ojos.
“Lléname la cara, cabrón… Inúndamela”
Dicho y hecho. Javi tocó el cielo en aquel instante, bautizando a la diosa que me había dado la vida. Ella recibió cada chorro como si fuera un beso.
Yo me corrí en la boca de Eva, que se tragó hasta la última gota.
Javi, todavía sin aliento, le hacía fotos a Mamá con el móvil. Ella estaba arrebatadora y sonreía con picardía ante la reacción de mi amigo.
Puso fin a la sesión terminando de quitarse el vestido y limpiándose con él la cara. Antes de dejarlo sobre la mesa, le giñó un ojo a Javi.
“Gracias mi vida, por esta prueba de amor… Lo guardaré siempre”.
Ana estalló en carcajadas (nosotros todavía estábamos en el suelo, abrazados) y nos contagió a todos. Después Mamá añadió, señalando el calendario:
“¿Sabéis que hoy es el día de la madre? Pues me encanta mi regalo…”
Era el primer domingo de mayo. Pero todavía nos quedaba una semana de vacaciones y ahora teníamos un hobby para disfrutar a la vuelta.
Mamá se acercó al teléfono y llamó a recepción. Pidió comida para los cuatro y dijo a la recepcionista que la llevaran en una hora, más o menos.
Después se sentó en aquella cama que todavía no había visto nada y le dio un par de golpecitos, guiñándome un ojo. Parecía una adolescente.
“Ven con Mami, Cariño” Susurró “Toca cambio de pareja”.