Toni tenía de clases de guitarra como cada tarde, pero ese día su madre no estaba para prepararle el ColaCao como siempre. Tenía por costumbre una buena merienda reconfortante y reconstituyente después de su actividad extra universitaria, que era la de aprender a puntear ese magnífico instrumento, que es la guitarra.
-¿Cómo ha ido hoy la clase?- le preguntó la madre a Antonio o Toni, como ella le llama, que acaba de entrar por la puerta de casa.
Alejandra es una española divorciada y solo vive con su hijo Toni, como ella le suele llamar. La realidad es que lo tiene muy mimado, no tiene muchos amigos y pasa casi todo el día en casa o estudiando.
-Como siempre, aburrida, la profesora no me está enseñando muy bien..-dijo lamentándose y dejando caer la mochila de mala gana. Volvía de unas cuentas horas de estudio y para rematar, la clase de guitarra. Eran las cinco de la tarde y había pasado todo el día fuera. Todos los miércoles eran así. Jornada intensiva. Para él era demasiado, tantas horas de estudio.
Una madre preocupada por el futuro de su hijo
-Así que no te enseña bien, tendré que ir a hablar con esa profesora, ¿cómo se llama…?
-María.
-Eso María, ay, María…tendré que ir a hablar con ella, encima de pagar, no enseña bien a mi pequeñín-haciéndole una carantoña mientras pasaba por su lado.
-Mamá ¿y la merienda qué?
-¿Qué merienda Toni?-le pregunta la madre para sacarle una sonrisa.
Medio riendo el hijo, le da en el hombro a Alejandra, un gesto muy familiar, muy campechano, todo un guiño de la broma madre e hijo.
-Qué merienda va a ser, pues como siempre, ColaCao, magdalenas, o un chocolate a la taza, desecho…con churros, lo que sea, pero rápido, tengo mucha hambre.
-Ayyy, qué mal acostumbrado te tengo, siempre exigiendo, ¿verdad?, y mamá nunca exige nada, ¿a que no?
-Qué vas a pedir, si eres mi madre, me tienes que dar todo lo que pida…- respondió a medida que se iba yendo para su habitación, sin dar importancia a lo que decía.
-Estás muy mandón, a ver si eres así con esa tal María. Así que tu pides, ¿y la mamá no puede pedir nada al hijo?
Morbo porno y placer con erotismo familiar
Y entonces Toni, se quedó parado al dejar la chaqueta en la silla de su habitación, y volvió sobre sus pasos, y mirando a su madre:
-¿Qué quieres entonces?
La madre tuvo un momento de duda:
-Ven aquí tócame, aquí abajo- ella se sentó en el sofá y le hizo acercarse.
El hijo poco pudo hacer para evitarlo, ya lo habían hecho otras veces y se acercó, la tocó donde ella le había pedido.
-Qué caliente está- pudo notar el tacto de su vagina al meter la mano.
-Sigue-dijo la madre
-Quedamos en que no lo haríamos más veces-le quería recordar Toni, mientras sobaba la vagina de su madre.
Toni continuó tocándola, su madre estaba sentada y cada vez abría más las piernas, le gustaba todo lo que estaba notando.
Cunnilingus para la mamá Alejandra caliente y desaforada
-Chúpamelo.
Cuando hablaba así, perdía la realidad de que eran familia, de que ella era su madre, y le hablaba como si fuera un extraño. El calor y el morbo sin límite se lo proporcionaba, la sensación de madre, tocada por su hijo, a pesar de hablarle de forma brusca y directa.
Y lo hizo. Bajó la cabeza y chupó. Pudo notar esta vez todo el ardor y fuego en sus labios y todos los jugos calientes. Estaba excitado. Era su pequeño Toni.
-Vamos a la cama-dijo ella
Se dirigieron a la habitación de él.
-Relájate- y le bajó los pantalones, pudo apreciar que la polla era la misma que la de hacía mucho tiempo.
-El mismo pene que cuando eras pequeño, me gusta verlo, ha crecido poco y me recuerdas al darte de mamar. Quiero verte siempre así. ¿De acuerdo?- dijo la madre medio apoyada en la cama, él estirado y agarrando su pene pequeño en sus dedos.
-Sí, claro mamá.