Estaba solo en casa. Como el de la película pero con mi abuela en la salita de estar. Ella estaba en su mecedora como siempre yo estaba leyendo unos cómics. De repente me dieron ganas de masturbarme, ahí solo en mi cama.
Mis padres se habían ido y yo tenía ganas de cascármela. Mi abuela estaba en al otro lado de mi habitación y en ese momento pensé, ¿será mi abuelita sexual todavía?. No lo pensé más, la llamé con un grito desde mi cama, ella vino poco a poco hasta ponerse al lado de mi cama. Le dije si aún tenía deseos de sexo, desde que estaba sola, ya que mi abuelo ya nos “había dejado” hacía cuatro años. Ella me dijo que ya no solía pensar en eso, ni tenía ganas.
Yo le dije, sin tapujos ni vergüenza:
-Abuela, te puedes quitar la bata que llevas para verte mejor
– Esto está bien nieto?
En ese momento se quitó la bata sin decir más, tenía puesto un sujetador blanco y unas bragas blancas, no era necesario más, ya que en casa tenemos calefacción central. Era un cuerpo de mujer mayor, pero he de decir que las tetas seguían siendo voluminosas, la cual cosa hizo que comenzara a ereccionar mi polla, que de por sí ya la tenía juguetona.
-Mira abuela lo que acabas de provocar.
Bajé la sábana y vi cómo mi abuela me miraba la polla expectante y estupefacta.
– Te gusta abuela?
Su mirada lo decía todo, que si le gustaba?, me parece que hasta la vi babear un poco, en seguida la polla se me endureció cuando me miraba, y el capullo me iba a reventar.
– Te parece bien lo que acabas de originar?
Mi anciana abuela no imaginaba aquella escena en su vida, yo comencé a tocarme delante de ella, ella estaba ahí, de pie, en sujetador y bragas mirándome como acariciaba mi gordo glande.
Experiencia con abuela incrédula, que tuvo su continuación, si les gustó puedo seguir.