Universitarias calientes preguntando qué es una paja

Éramos dos estudiantes universitarias calientes en busca de conocimiento de anatomía, queríamos saber el mecanismo y cómo era eso de una paja. Yo, morenita, pechos pequeños con pezón marrón y mi amiga muy parecida.  Con rasgos latinos éramos y estábamos ansiosas de curiosidad biológica y fisiológica.

A ver, eso debe ser el líquido preseminal – dije a mi primo que se estaba haciendo una paja a petición nuestra porque queríamos saber cómo era aquello.

– Así es.

Éramos dos estudiantes como dije, parecíamos escorts universitarias, y de primero de medicina bastante mojigatas, que no mojadas, no es lo mismo, y nunca habíamos visto de cerca estas cosas; así que queríamos aprender. Lo fácil era salir a ligar con chicos del campus pero eso no iba mucho con nosotras. Fue mejor pedirle a mi primo que se masturbara para nosotras.

– ¿No te corres ya? – preguntó Irene.

Dos jovencitas universitarias jugando a escorts calientes

Nos habíamos arrodillado ante él para la ocasión y aquello estaba a pocos centímetros de nuestras caras, lo mirábamos de cerca, aunque la parte de nosotras que más cerca estaba del glande eran nuestras bocas. Era un glande gordo, rojo, y ya excitado. Me gustaba verlo de cerca. Hasta desprendía un olor novedoso y agradable, ¿sería olor a polla?. Observábamos con mucha atención tras nuestras gafas de pasta y de alumnas aplicadas. Incluso Irene estaba tomando notas, no paraba de tomar apuntes. Ya ves tú!, qué manía con tomar apuntes, ni que fuera una costurera, qué tendría que apuntar si lo que le apuntaba era el nabo gordo de Petete; que así como le apodaban a mi primo excitado, pero bueno, a lo que iba:

– ¿Puedo continuar yo? – fue lo siguiente que dijo mi compañera.

– Por supuesto – dijo mi primo.

 

Irene la agarró con torpeza y apenas la movía bien, no con la ligereza con que mi primo lo había hecho instantes antes. Irene era torpe, pero con unas ganas de aprender terribles.

– Déjame a mí, vas a ver lo que es menear el mortero del alioli– le dije, ya yo, muy lanzada.

Y lo hice con un poco más de soltura, aunque tampoco tan bien como él. ¡Era la primera vez que lo hacía!, me decía a mí misma, «sigue meneando, que de aquí, algo tiene que salir».

– Mírame a los ojos mientras lo haces – dijo mi primo. Le miré y continué mis movimientos. – Pon carita de niña buena – me pidió.

Al momento mi primo dijo:

– Voy a correrme.

Sería al verme la cara buena, que le dio ganas de irse y correrse, yo tengo cara de niña muy, pero que muy buena. Tal como habíamos pactado, juntamos nuestras caras ante él, le miramos a los ojos y sacamos nuestras lenguas. Yo fui atrevida,lanzada y aguerrida, y acerqué un poco la puntita de mi lengua a su polla, llegando a tocar su glande. Un chorro de esperma salió directamente hacia el interior de mi boca y automáticamente la giró para que el siguiente fuera a parar al fondo de la garganta de Irene. Estábamos las dos rociadas como si fuéramos una maceta con dos plantas, qué guapas estábamos con nuestra primera lechada rostral.

– ¡Está rico! – dije yo después de tragármelo.

– Delicioso, no va a estar bueno.. – señaló Irene – si viene directo de los huevos calientes de Petete

Mientras un tercer chorro caía por debajo de mi cuello y se colaba por debajo de mi blusa entreabierta hacia mis tetas. Me rozó un pezón, y ¡será posible!, que hasta me hizo cosquillas esa gota espesa. Luego lo pensé mejor, y como buena estudiante, me dije a mí misma:»Eso es la densidad lechal, que es como la leche condensada, que al tener cuerpo y consistencia, te roza como si fuera el dedo sólido de un humano». Y así fue, mi pezón quedó erecto como el pene de un colegial. Y fin de nuestra experiencia universitaria.

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