Madurita goza con dos putas de Valencia

Soy aficionada al nudismo desde hace años, desde que me separé me gusta ir por las playas de diferentes lugares y disfrutar de la naturaleza. Este año, en este verano del 2018 estuve en la costa de Valencia, en Daimuz concretamente. Cerquita de Gandía. Qué días tan agradables. Mis días y mi noche: con dos putas de Valencia.
Al ver otros relatos me he animado a escribir unas cuantas palabras de mi insólita aventura, de lo que me ha sucedido hace tan solo días, quizá unos meses. Soy morena, de mediana estatura, agradable o eso dicen y muy pero que muy natural. Dicen que mis rasgos son del norte y así es, vengo de tierras norteñas, de Santander. Cántabra de naturaleza y playera por vocación y sin pereza.
Me encanta la playa y todo lo que la rodea. La foto que expongo, al final de mi relato, me la hizo un nudista que estaba en ese momento en la playa. Y le pedí la instantánea. Mientras la hacía, pude observar una incipiente erección, a la cual no presté ni atención. Mi interés y deseo esos días eran otros. Con la arena caliente y mi cuerpo desnudo,  mirando al objetivo y más seria y circunspecta que una almeja de mar; el mar de sensaciones que una siente, es indescriptible.

Iba buscando diversión, y esta vez algo que nunca probé, a una mujer. Y en concreto, dos mujeres, ¿por qué una madurita como yo, no iba a estar con dos maduras aún más potentes que yo?. Soy más bien menuda y siempre me atrajo la mujer más grande y poderosa. Así que estando en mi hotel llamé y localicé a un par de escorts en Valencia, iba a ser la primera vez, sí, estar con dos mujeres, dos prostitutas. Y estaba algo nerviosa.

Madurita caliente esperando a dos putas de Valencia

Hice las llamadas oportunas a una agencia que trabaja con lumis, es decir, prostitutas o chicas de compañía, en tierras valencianas, la tierras de las Fallas. Me recomendaron dos, me dijeron que el precio era el mismo y la satisfacción el triple. No lo dudé. Donde se pongan cuatro tetas que se quite la camiseta. Es decir, me pedí, dos mujeres.

La había localizado por una web, y ahí me facilitaron el contacto de dos madurazas. Hablé con una de ellas directamente y enseguida hubo conexión. A las diez de la noche estarían en mi hotel. Sin más. No hubo que decir nada más. Y a las diez y cinco minutos estaban llamando a mi puerta de la habitación.
Era como yo esperaba: maduras, educadas, muy mujeres a simple vista, bien vestidas, con buen perfume y algo más mayores que yo.
Las hice pasar, ellas seguras de sí mismas pero muy educadas. Me pidieron dónde podían dejar las cosas, les indiqué y así lo hicieron.

– ¿Parece que se quiere divertir un rato, con dos bellezas de Valencia?

Me preguntó una de ellas, se veía que era la que más directa, mientras la otra simplemente callaba. Ambas hacían un gesto de no saber muy bien donde colocarse en la habitación, no era muy grande, así que les dije:

-Sí, vengo a pasarlo bien, vengo sola. Vine a la playa, buscando zonas de mar. Y lo cierto es que este lugar, Daimuz, no lo conocía. Me está encantando. Y ahora, que mi marido ya no está, vamos, que nos divorciamos hace tiempo, me he decidido a viajar y disfrutar de la vida; y aquí estoy, sola y en tierras Valencianas. Y con más morbo encima que una universitaria inexperta.- Y esa fue mi introducción duradera. Los nervios hicieron que hablara más de la cuenta, pero el momento cálido lo requería.

-Claro que sí, cariño, nosotras somos expertas en entregar amor, buscamos mujeres con moral distraída y voluntad desinhibida. Ven aquí, bonita- me dijo, y yo, una solitaria amateur españolita de a pie, la escuché sin poder ni contestar. Y me aproximé a ellas dos.

En el hotel de dos prostitutas maduras tetonas sin pudor

Me acerqué, ellas aún vestidas, ciertamente eran un par de putas maduras en Valencia imponentes; sin decoro, sin decencia, sin recato ni reservas pero con la integridad de hembra intacta. Ambas se mostraron ante mí. Eran parecidas; y efectivamente pude adivinar sus pechos grandes bajo sus blusas; la cual cosa incentivó mi inexperto y novicio deseo. Me aproximé como una niñata se conduce a una profesora que le regaña. No pude hacer nada, ni evitar su descaro; mi fuerza de mujer viajera impetuosa se había diluido como el colacao en un vaso de leche; como el café de sobre, en la tacita de leche. La leche que yo quería probar. Sin pensarlo volví a ser pequeña y quería mamar. Y no sabía ni cómo, había llegado a esa situación.

-¿Quieres mamar?, ¿quieres hacer el gesto y el guiño de mamarnos a las dos?, mi amiga es más callada que yo, pero tiene más pecho, ¿vas a pasarlo bien con nosotras?
-Sí, eso intentaré, yo….-titubeé-, es la primera vez que estoy con una mujer, bueno, con dos- dije con la voz más baja que un sótano, no acertaba a decir ni pío. Tenía dos impresionantes mujeres delante de mí, dispuestas a todo. Y yo era su muñequita de papel, su juguete del Black Friday. Un juguetito roto.

Se quitaron lo que llevaban, las dos eran morenas de piel, contrastaba con mi blanco carnal. Yo, inocente y ansiosa tenía mi vello púbico, es decir, mi coño peludo a flor de piel, me excita tenerlo así. Ellas no se quedaban atrás. Con un buen matojo que se intuía (y que luego sí vería) debajo de sus minúsculos tangas negros. Empezaron a jugar primero ellas. Una de las dos, la que llevaba la voz cantante, la que dirigía, se avalanzó sobre la cama, la pude ver por detrás. Casi a cuatro patas. Su culo era inmenso pero bien formado.

-Lleva un tanga muy bonito, un corpiño de leopardo muy morboso.- le dije para intentar complacer, porque yo quería disfrutar y agradecer a ellas su presencia. A pesar de haber pagado su servicio.
-¿Te gusta?, ¿preciosa?, ¿te gustan nuestras tetas?, ¿quién de las dos las tiene más grandes?- se empezaron a manosear y magrear, y en este justo instante a rozar los pezones. Eran gordos, salientes y marrones. Uf! que delicia recordarlo. Quería yo hacer lo mismo, pero mis tetas eran más pequeñas, sentía vergüenza estar ante dos hembras de tal magnitud y calibre.

-Pues no lo sé, quién tiene el pecho más grande, las dos sois preciosas y tetonas.
-Tócanos, pequeña pervertida cántabra, vamos a divertirnos, vas a saber lo que son dos buenas escorts y putas de Valencia. Dos mujeres entregadas al placer buscado y moral perdida.